Fue más o menos en el siglo XVIII cuando los hombres se dieron cuenta del gran parecido que guardaban entre sí muchas palabras usadas en los más diversos idiomas desde las costas de Irlanda hasta el subcontinente indio. Tal coincidencia les llevó a sospechar que todos los idiomas que presentaban esas semejanzas debían provenir de un único idioma que la humanidad habría hablado en algún momento del pasado remoto.
Con ese convencimiento un buen número de personas se dedicó a investigar la historia de las palabras que presentaban semejanzas en los diferentes idiomas y, gracias a ello, se pudo establecer que todos los idiomas del mundo provenían de unas pocas proto-lenguas que fueron clasificadas y nombradas. Gracias a ese estudio se pudo determinar de qué forma habían evolucionando las palabras en cada una de las lenguas derivadas de la proto-lengua madre y, lo que es más asombroso, al fijarse los métodos de evolución de las palabras, pudo andarse el camino inverso y reconstruir la protolengua perdida de forma que algunos de estos sabios se sintieron tentados a escribir textos en la protolengua así reconstruída.
August Schleicher en 1868 fue el primer académico que compuso un texto en protoindoeuropeo; el texto, una fábula, se titula Avis akvāsas ka (‘la oveja y los caballos’).
Pero no fue Schleicher el único que se sintió tentado para escribir textos en el antiguo idioma protoindoeropeo, otros científicos encararon el mismo reto y, por lo que a mí respecta, particularmente interesante me resulta el intento de traducir a protoindoeuropeo el relato «El rey y el dios» (en idioma protoindoeuropeo: rēḱs deiwos-kʷe). Continuar leyendo «Proto-lenguajes y proto-religiones»