Recientemente he revisitado la llamada «Ciudad de la Justicia» de Valencia y como desde que soy decano vivo pegado a la Blackberry, me animé a hacer unas fotos con ella para exhibir a mis compañeros de Cartagena y de la Región de Murcia las condiciones en que se impartía Justicia en tan moderno edificio. Lo que fotografié habla por sí mismo «res ipsa loquitur» y, si me lo permiten, quisiera compartirlo con ustedes.
Antes que nada y, para que se vayan situando, déjenme mostrarles un plano general del interior de la Ciudad de la Justicia de Valencia.
Aparentemente impresionante ¿verdad?. Sin embargo, no se dejen engañar por el especto exterior, el diablo se esconde en los detalles. Veámoslo.
1. La oficina sin papeles.
Lo primero que llama la atención al acercarse a cualquiera de los innumerables juzgados que componen el ominoso edficio del que hablamos, es la omnipresencia de archivadores tirados y/o amontonados por todas partes. Los archivadores se acumulan apilados contra las paredes de las pequeñas salas de vistas de los Juzgados de lo Civil o lo Mercantil, los archivadores invaden también las salas de trabajo de los funcionarios y, en general, uno no acaba de explicarse a qué se debe esa proliferación de archivadores por todas partes. Vean una foto a título ilustrativo y créanme que es una de las menos impactantes pues no pude tomar fotos en la Sala de Vistas.
Sorprendido por la proliferación de archivadores pregunté a los funcionarios si es que no disponían de mobiliario de archivo y la respuesta que me dieron fue que, a las cabezas pensantes que diseñaron la Ciudad de la Justicia, se les olvidó o no le dieron importancia a las cuestiones del archivo, quizá soñando con una futura oficina sin papeles donde el expediente electrónico subsituyese al texto escrito.
Esta falta de previsión de arquitectos y diseñadores, sin embargo, ha dado lugar al nacimiento de una nueva forma de expresión artística que no dudo en bautizar como el «Nuevo Interiorismo Judicial Valenciano» (NIJ-V) y que, a semejanza de la Bauhaus, estoy seguro que va a revolucionar el diseño y decoración de interiores en las próximas centurias, dando lugar incluso a nuevas oportunidades de trabajo para los funcionarios de la Ciudad de la Justicia de Valencia, auténticos creadores de esta nueva expresión del ingenio humano.
2. El «Nuevo Interiorismo Judicial»: Mobiliario.
El nuevo interiorismo judicial se caracteriza en la Ciudad de la Justicia de Valencia por diversas notas entre las cuales podemos citar, sin ánimo de ser exhaustivos:
- El uso masivo de materiales aparentemente sin valor para construir muebles de alta funcionalidad. El cartón, la grapa y la cinta de embalar ocupan lugares señeros.
- El diseño sigue a la función de forma incluso más férrea que en la Bauhaus lo que confiere al conjunto una indudable profundidad ideológica.
- Gracias al empleo masivo de materiales reciclados el costo del mobiliario es insignificante y, por contra, se protege el medio ambiente.
- La combustibilidad del conjunto del mobiliario así creado es magnífica, en sintonía con el origen levantino-fallero del mismo, aspecto este que no debe ser olvidado.
Enunciados los caracteres básicos del «Nuevo Interiorismo Judicial Valenciano» (NIJ-V) permítanme que les presente algunas de sus creaciones más difundidas, muebles que no faltan en ninguna dependencia de la Ciudad de la Justicia de Valencia y que son tan consustanciales a ella como el arroz a la paella.
Veamos en primer lugar la llamada «Mesa de Despacho NOJ», que presenta diversas variantes según las dependencias pero que, en su forma básica, presenta este diseño:
El mueble está confeccionado en exclusiva con materiales reciclados y que se encuentran fácilmente en cualquier oficina judicial: Archivadores viejos, cinta de embalar y grapas. A pesar de la aparente fragilidad de sus componentes, el conjunto es de una solidez notable, soportando con facilidad grandes pesos e incluso, cuando la ocasión lo requiere, puede recombinarse con muebles similares dando lugar a mesas de despacho… de juntas… etc. El límite sólo lo pone tu imaginación.
La gama de colores sólo está limitada por las tonalidades de cartón disponible pero, en general, en los diseños del «Nuevo Interiorismo Judicial Valenciano» predominan el blanco y el marrón. El predominio de estos colores se deriva de la forma en que el funcionario-diseñador utilice los archivadores viejos que, aunque por el lado de fuera son blancos, si se les da la vuelta nos ofrecen un interesante color marron-gris-verduzco-sucio que, usado sabiamente, dota de contraste y fuerza visual a las creaciones de estos funcionarios-diseñadores.
Es importante resaltar que la finalidad primordial del mueble que se ve en la foto no es servir de mesa, sino de archivador de expedientes, lo que no reduce en modo alguno su funcionalidad como mesa, repisa, leja o velador. Dado que IKEA aún no se ha asentado en la Comunidad Valenciana estoy realizando activas negociaciones con el centro de Murcia para venderles el producto.
El catálogo de muebles es amplísimo y no se limita sólamente al módulo «mesa de despacho NOJ», con sus incontables combinaciones, visto hasta ahora. Las soluciones archivísticas generadas por el «Nuevo Interiorismo Judicial Valenciano» alcanzan cotas difíciles de igualar cuando, en hábil aprovechamiento de espacios, dan lugar a muebles de los denominados «colgantes» o «en voladizo».
Dentro de este tipo de muebles es muy popular en la Ciudad de la Justicia de Valencia la llamada «Estantería NOJ Suspendida» que, en su versión más popular, presenta el aspecto que se observa en la siguiente fotografía:
Aunque la acumulación de archivos a su alrededor no permite contemplar el mueble de la fotografía en todo su esplendor, puedo asegurarles que la estantería que ven se encuentra suspendida de la pared merced a la sabia utilización de la cinta de embalar por parte de los funcionarios. Los materiales de que está compuesta la «Estantería NOJ Suspendida» son, como en el caso de la «Mesa de despacho NOJ», cartones provenientes de archivadores viejos, grapas, y cinta de embalar para dar consistencia al conjunto. La gama de colores es similar a la antes descrita para la «Mesa de despacho NOJ».
Las razones por las que la «Estantería NOJ Suspendida» acapara la atención de los diseñadores más relevantes del mundo pueden resumirse en las tres siguientes:
- Al hallarse suspendida la estantería, la posibilidad de que el conjunto se desplome lateralmente sobre algún funcionario es mínima, lo que, aunque esto importe poco en la Administración de Justicia, permite a la «Estantería NOJ Suspendida» ser utilizada en empresas del sector privado que han de cumplir con la exigente normativa de seguridad e higiene en el trabajo.
- Al encontrarse su centro de gravedad por debajo de su punto principal de sustentación, la «estantería NOJ suspendida» es un conjunto flexible, susceptible de recibir empujones o choques ocasionales sin desmoronarse ni deshacerse.
- Cumpliendo con las necesarias medidas de seguridad y estando fabricada con materiales que se encuentran en cualquier oficina, vertedero o muladar, la «Estantería NOJ suspendida» puede dar lugar a la aparición de una nueva forma de funcionariado-chabolístico quer permita a la Administración a base de cartones, maderas y quizá (sólo quizá) uralitas asbestósicas, construir doficinas y organismos administrativos a bajo coste. Las revolucionarias consecuencias que esto puede tener a largo plazo son objeto de estudio aún por los mas acreditados politólogos.
El «Nuevo Interiorismo Judicial Valenciano» es además creador de un nuevo concepto en el interiorismo y en el diseño de mobiliario; este concepto, desconocido hasta ahora, es el del «anti-mueble». Como explica la moderna física a cada partícula de materia le corresponde su inevitable partícula de anti-materia. Cercana como está la «Ciudad de la Justicia» a la «Ciudad de las Artes y las Ciencias» no es de extrañar que exista entre ambas una interacción que ha dado lugar a la quizá más futurista creación de la escuela del «Nuevo Interiorismo Judicial Valenciano»: El «Anti-Tablón de Anuncios».
Detectada por los funcionarios-diseñadores del «Nuevo Interiorismo Judicial Valenciano» la ausencia de tablones de anuncios en el edificio de la Ciudad de la Justicia, resolvieron dicha carencia de la forma más ingeniosa y revolucionaria que imaginarse puede: diseñaron «Anti-Tablones de Anuncios». Observen el prodigioso resultado:
Como ven, aparentemente, los anuncios no están colgados en tablón alguno sino sobre la propia pared… ¡¡error!! Ese es precisamente el efecto visual que genera el «Anti-Tablón», la sugerencia aparente de inexistencia de tablón. La finura de las líneas y la levedad de su diseño nos llevan necesariamente a afirmar que con el Anti-Tablón las bellas artes han entrado por fín en el Siglo XXI.
Para finalizar debemos decir que la gama de muebles creados por los funcionarios-diseñadores adscritos al «Nuevo Interiorismo Judicial Valenciano» es inmensa aunque, muy a nuestro pesar, deberemos abandonar por ahora esta interesante faceta para centrarnos en otros aspectos arquitectónico-procedimentales de la «Ciudad de la Justicia de Valencia».
3. El «Nuevo Interiorismo Judicial» y los flujos de trabajo: El llamado «cuello de botella».
El «Nuevo Interiorismo Judicial Valenciano», a pesar de las vertientes creativas vistas hasta ahora, no olvida que en la Administración de Justicia no sólo existen funcionarios, sino que en ella también están presentes los ciudadanos con su inevitable acompañamiento de abogados y procuradores. Para solventar los problemas que la presencia de ciudadanos, procuradores y abogados generan en la Administración de Justicia, el «Nuevo Interiorismo Judicial Valenciano» ha ideado un ingenioso mecanismo que, quizá acertadamente, algunos han denominado «cuello de botella».
El mecanismo del «cuello de botella» responde a tres características esenciales:
- La relación del funcionario con el ciudadano, su abogado o su procurador, debe ser restringida al mínimo; trantando por todos los medios que el contacto o no se produzca o, si se produce, que se lleve a efecto en las peores condiciones para el administrado.
- El mecanismo de «cuello de botella» debe ser implementado con el mínimo coste posible y, a ser posible, usando los materiales propios del estilo de la «Nueva Oficina Judicial Valenciana».
- El mecanismo de «cuello de botella» debe, igualmente, prestarse en condiciones que induzcan al ciudadano al desasosiego a la confusión o a ambas cosas a la vez.
- El mecanismo de «cuello de botella» debe, finalmente, disponer de una funcionalidad rápida y sencilla de usar que permita al funcionario convertir el mecanismo de «cuello de botella» en otro denominado «Tapón Administrativo Generalizado».
Veamos con cuánto ingenio ha sido implementado este «mecanismo de cuello de botella» en la Ciudad de la Justicia de Valencia, si bien, necesariamente, hemos de advertir que la paternidad del mecanismo no corresponde en exclusiva a los funcionarios-diseñadores del NIJ-V, sino que en este caso han contado con la indispensable colaboración de las cabezas pensantes (arquitectos, ingenieros, políticos, altos funcionarios) que diseñaron el interior de la Ciudad de la Justicia de Valencia.
Antes de seguir adelante permítanme que les enseñe tan ingenioso dispositivo:
Básicamente el mecanismo del «cuello de botella», como ven en la foto, consta de una tapadera de cartón que, a modo de expositor o display, exhibe adherido a ella una compleja combinación de números de procedimientos y números de teléfonos. Frente al expositor se ubica un teléfono y, para ilustrales sobre el uso del sistema, permítenme que les exponga un caso práctico.
Supongamos que un ciudadano se acerca a la «Ciudad de la Justicia de Valencia» para interesarse por el estado de su procedimiento. Para ello se desplazará hasta el ominoso edificio, localizará con no pocas dificultades dónde está el Juzgado al que ha de ir y, cuando llegue a él, (planta 5ª zona roja, por ejemplo) se encontrará con que le resulta imposible hablar con ningún funcionario, ya que los funcionarios se encuentran recluídos en unas habitaciones absolutamente incomunicadas con la zona por donde deambulan los ciudadanos.
Este logro de que los ciudadanos y los funcionarios vivan en ecosistemas estancos hay que atribuírselo, sin ningún género de dudas, a quienes diseñaron el edificio.
La estanqueidad entre las zonas de funcionarios y la zona de ciudadanos sólo está puesta en peligro por la existencia de un pequeño mostrador sobre el que se ubica el dispositivo de «cuello de botella» antes descrito. Véase la zona del mostrador a que nos referimos:
Llegados a esta situación veamos cómo opera el «mecanismo de cuello de botella» y las inmensas posibilidades que ofrece.
Situado el ciudadano frente al mostrador lo primero que observará es que no hay nadie tras él por lo que, en la generalidad de los casos, antes de llevar a cabo ninguna acción concreta esperará unos cuantos minutos a ver si aparece alguien.
Una vez convencido el ciudadano de que allí no va a aparecer nadie y dependiendo de múltiples factores optará por dar unas voces, golpear el mostrador, silbar introduciéndose dos dedos en la comisura de los labios o, en casos tan escasos como llamativos, dar dos sonoras palmadas tratando de atraer la atención de algún funcionario.
Todas estas acciones son inútiles, nadie aparece. El inocente ciudadano ignora que el funcionario de la NIJ-V está perfectamente preparado para no darse por aludido por sonidos provenientes del ecosistema contiguo. El ciudadano, más o menos a estas alturas del proceso, repara en el expositor que hay sobre el mostrador y comienza a leerlo por si en él se contuviera alguna información relevante y es aquí donde, verdaderamente, el «mecanismo de cuello de botella» despliega todas las funcionalidades que le han dado fama mundial.
Porque el expositor (hecho con material reciclado, naturalmente) le indica al ciudadano que, dependiendo del número en que acabe el expediente por el que va a preguntar, debe marcar un número de teléfono que, a su vez, le pondrá en contacto con el funcionario que se ocupa del mismo. ¡¡Admirable!!
Aquí el fujo del trabajo diverge, pues puede ocurrir que el ciudadano no sepa cual es el número de su expediente (ya sea porque aún no tiene al no estar incoado o por otras causas) o puede ocurrir que sí lo sepa.
En caso de que lo sepa sólo tendrá que marcar el número correspondiente a su expediente en el teléfono que hay al lado del expositor y entonces…. entonces… bueno, ejem, entonces vuelve a diverger el flujo porque puede ocurrir que el funcionario que tramita su asunto no esté (porque está desayunando o porque está de baja) o que sí esté.
En este último caso, sólo cuando se han producido las anteriores condiciones (he encontrado el juzgado, espero, llamo, localizo el mecanismo, averiguo mi número de expediente, averiguo el número que le corresponde, lo marco, está el funcionario, le da la gana salir) aparecerá una persona que me preguntará qué es lo que quiero.
En cualquiera de los demás casos (no encuentro el juzgado, no localizo el mecanismo de «cuello de botella», no sé mi número de procedimiento, no está mi funcionario, no quiere atenderme) la única solución es recurrir a la famosa receta, reina de la gastronomía cartagenera: ajo y agua.
Obsérvese que el «mecanismo de cuello de botella» aunque aparentemente simple, ofrece unas prestaciones impresionantes, así, por ejemplo, resumidamente:
- Aunque los funcionarios del juzgado en cuestión sean muchos (por ejemplo 12), sólo atenderán las consultas de una en una, pues sólo hay un teléfono, por lo que se la posibilidad de que se acumule un número notable de personas esperando a ser atendidas es muy alta. Estas masas humanas esperando a ser atendidas son muy del gusto de las cabezas pensantes que diseñaron el edficio.
- La imposibilidad de hablar con nadie si no conoces tu número de procedimiento elimina un buen número de consultas correspondientes a procedimientos no registrados o no incoados, estimulando de este modo el retraso.
- La simpleza del mecanismo permite pasar de forma rápida del estado de «cuello de botella» al estado de «tapón judicial generalizado».
Durante mi presencia en la Ciudad de la Justicia de Valencia observé con regocijo cómo, de vez en cuando, algunos funcionarios retiraban el teléfono del mostrador, de forma que los sorprendidos ciudadanos no podían llamar a nadie y se limitaban a leer el expositor. Esta situación provocaba estados alterados de conciencia en los ciudadanos (unos leían el expositor de forma reiterada y miraban a su alrededor buscando el instrumento, otros deambulaban como sonámbulos por los pasillos buscando alguna otra conexión con el ecosistema funcionarial, muchos resolvían complicados asuntos genealógicos mediante soluciones escatológicas consistentes en acordarse de los muertos más frescos de alguien… en fin, todo lo que se puede desear para la administración de Justicia. La Arcadia Feliz: La Ciudad de la Justicia de Valencia.
4. El Humor Negro.
El «Nuevo Interiorismo Judicial Valenciano» no sería nada sin ciertas dosis de humor negro con que condimentar sus creaciones. A tal efecto la Administración ha hecho un importante esfuerzo económico en dotar al edificio de unas esculturas a tono con el «complejo» y que ilustran sobre el zeitgeist de la construcción. Veamos la primera de ellas, situada a la entrada del edficio en el llamado «hall»
Esta cabeza de ciudadano rebosante de objetos incomprensibles que se le escapan del interior de la misma es una acertadísima representación del estado mental en que queda el honesto ciudadano valenciano a su salida de la Ciudad de la Justicia. Indudablemente, viendo la estatua, ya podemos concluir que nada de lo hasta aquí contado es casual: La escultura señala a todas luces que fue un designio doloso.
Igualmente, ya a nuestra salida, podremos comprobar la verdadera visión y significado de una escultura que, a la entrada al edificio, parecían unas naranjas o frutas de color sorprendentemente blanco. No, error. El verdadero sentido de esa escultura sólo se comprende a la salida del edificio donde, desde la perspectiva adecuada, el monumento representa con toda claridad aquello que hay que tener para atreverse a entrar en este sito. He intitulado esta escultura genial: «Lo que hay que tener», creo que es el nombre apropiado.
Y no digo más. Seguiremos otro día con otras «Ciudades de la Justicia». Vale.
Buenísimo, brillante, casi me rompo de las carcajadas.
Gracias por esta pagina.
Carlos
Me he reído mucho con su descripción. A ese modelo se tenderá, inevitablemente, por toda España. Yo recomendaría poner a la puerta de todo edificio judicial «Abandonad toda esperanza, vosotros que aquí entráis». Sería más realista. Otro día podría decir que los jueces no tienen nada que ver con todo esto, que (des)organiza, planifica (mal) y decide (peor) el Poder Ejecutivo.
Muy ingenioso, aunque peligrosamente real.
Me encantó el artículo. Es como estar dentro de la cabeza de Kafka, como si algún arquitecto con mala leche hubiese leído El Castillo y le hubiese apetecido representar sus oficinas.
Casi me muero de la risa, pero la realidad supera la ficción. En la Audiencia Provincial de Navarra, inaugurado el edificio hace unos años, resultó que había menos sitio que en el antiguo. No cabían todos los juzgados. Tuvieron que dejar varios de ellos «fuera» (en otros edificios/oficinas) Recientemente lo han remodelado haciéndole un levante y añadiendo dos plantas más…
Muy bueno. El «cuello de botella» me ha dejado estupefacto. Y nadie se atreve a saltar el mostrador e ir buscando funcionarios?. Me deja ciertamente preocupado, pues el mes que viene tengo que acudir por alli. Por lo visto tendré que ir con tiempo, uno dos o tres dias antes 🙂
Trabajo allí, estoy de acuerdo con lo de la distribución del espacio. Es un diseño del espacio aparente y poco práctico. El archivo judicial está en los sótanos y en Ribarroja y se atiende al público en los mostradores. Yo y mis compañeros lo hacemos, estamos al servicio del publico. Y yo siempre trato a la gente como quisiera me trataran a mi. Lo del cuello de botella es una inventada.
Las esculturas va a gusto del público. Valdés en el Hall es una buena obra escultórica, el resto….
Lo del cuello de botella lo viví personalmente y en directo. No me enfadó porque estaba pasándolo bien con lo que estaba haciendo. El artículo tiene ya ocho años y es posible que, en ese plazo, algunas cosas hayan cambiado. Ojalá ya no haya muebles de cartón con cintas de carrocero.