Leo con consternación que los daños económicos producidos por el terremoto de Lorca ascenderán a una cifra que, según la ministra Elena Salgado, se situará en torno a los 70 millones de euros; una cifra enorme para las posibilidades de esta ciudad de 95.000 habitantes. El daño en vidas humanas -once muertes- es irreparable.
A pesar de que el origen del daño es un fenómeno natural inevitable, ya se han alzado voces que se preguntan cómo es posible que un temblor de magnitud media cause un daño de tan enormes proporciones. Se señala a constructores sin escrúpulos que no respetaron las normas constructivas, se sugiere falta de vigilancia por parte de las administraciones implicadas, se insinúan deficiencias técnicas en las normas que regulan la construcción en zonas de alto riesgo sísmico. En fin, se busca que no vuelva a ocurrir.
Y sin embargo, cuando de la crisis económica se trata, uno echa de menos una actitud similar porque, si el terremoto de Lorca ha causado unos daños en la ciudad que ascienden a los 70 millones de euros, el terremoto financiero en Portugal ha causado unos daños que, en forma de rescate, superan los 70.000 millones de euros. Es decir, los manejos de los responsables del sistema financiero internacional han tenido en el pais vecino un efecto similar al que habrían tenido 1.000 terremotos como el de Lorca. Mil ciudades de 95.000 habitantes habrían tenido que sufrir en Portugal un terremoto como el de Lorca para causar los daños que los señores del dinero han causado. La magnitud del daño que han causado es tal que faltan incluso ciudades para tanto terremoto financiero. En Portugal no hay mil ciudades con la población de Lorca.
Prefiero no pensar en España.
Lorca ha llorado la irreparable perdida de sus 11 vecinos muertos, pero saldrá adelante porque capacidad de sufrimiento, trabajo, ingenio y orgullo sobran en Lorca. Estoy seguro que buscarán responsables, si los hay, y les darán lo que les corresponda.
No pasará lo mismo en Portugal. A quienes causaron los mil terremotos de Portugal ni se les busca ni se les va a encontrar. No recibirán lo suyo, se quedarán con lo que se llevaron y no devolverán un euro. Los portugueses pagarán la cuenta y dentro de unos años, probablemente no muchos, volveremos a vivir esta historia nuevamente.
Prefiero no pensar en España.
En Grecia, cuenta hoy Ignacio Camacho en un artículo, el problema ha sido la creación de un estado de bienestar ficticio, a base de emitir deuda y ocultarla mediante ingeniería financiera. El otro día en Cuenca asistió un diputado nos comentaba que desde enero no se contabilizaba ni una factura en Castilla La Mancha, un «ingenioso» sistema para evitar mostrar el crecimiento imparable de la deuda.
Tal vez la culpa no sea exclusiva de políticos y financieros, tal vez seamos todos un poco responsables en la medida en que hemos querido vivir muy por encima de nuestras posibilidades, y se lo hemos exigido a nuestros políticos, y se lo hemos pedido al sistema financiero… ¡no íbamos a ser los únicos tontos que no teníamos lo que tenían los demás, también a crédito! ¡Es que el Banco me lo ponía muy fácil, y con la ampliación del préstamo hipotecario me daba hasta para comprarme un barco, y ahora me pide que devuelva el dinero!
Sin restar ni un ápice de responsabilidad a quienes desde la política o las finanzas nos han mantenido en la ilusión de vivir en el país de jauja, todos somos adultos, y tal vez, solo tal vez, debamos reconocer que algo de responsabilidad hemos tenido todos.
Sin ninguna duda Nacho así es. Hemos pedido prestado dinero al futuro para irnos de fiesta y ahora el futuro llega para ajustarnos las cuentas. Pero si todos, en mayor o menor medida, hemos sido responsables, todos, en proporción a nuestra culpa, debemos pagar la factura de la fiesta y es ahí donde parece que unos están pagando más que otros o donde algunos no asumen sus culpas o, si las asumen, no las pagan. Como los datos no fluyen y las contabilidades son a veces un puro ejercicio de creatividad el que más y el que menos escurre el bulto y se hace el sueco, el suizo, el islandés o el estadounidense según convenga.
Particularmente sangrante es lo de la «contabilidad creativa» (arte cultivado uniformemente en administraciones, entidades financieras y empresas): En el siglo XXI es intolerable que los datos públicos no fluyan con transparencia. A día de hoy es perfectamente posible que los ciudadanos conozcan en tiempo real dónde van a parar los dineritos que las administraciones les sacan del bolsillo. La política de #opendata o #datosabiertos es un derecho fundamental de esos que los Geeks llaman de «cuarta generación» y lo consideran una cuestión tan natural como la publicidad de las sentencias o la publicación de las leyes. Los datos que se pagan y adquieren con dinero de todos son de todos y debe hacerse lo preciso para que todos los conozcamos y no sólo unos pocos. Dicho a lo bestia: Si un concejal tira de la Visa del Ayuntamiento para pagar una fiestecilla yo quiero saber a quien estoy invitando a copas y este ejemplo es quizá el menos válido de todos los que se podrían poner. En fin…
Y los bancos y el sistema financiero merecen capítulo aparte… o una biblioteca entera. Pero eso para otro día.
Buenas tardes,
Me gustaria unirme al debate aportando un punto de vista un poco distinto al vuestro pero partiendo del problema real que se genera en 2008 y que mencionais referente a que a partir de ese momento nos damos cuenta que viviamos del credito. Yo considero que el problema del credito es la carrera hacia delante cuando no se han gestionado bien los recursos… (y aqui entrarian tanto obras innecesarias que partiendo de un presupuesto de concurso acaban con incrementos de coste del, pongamos 150%, acuerdos de permuta beneficiosos para las arcas publicas(?), cargos de libre designacion, comisiones varias, etc etc)
Todos tenemos responsabilidad… pero yo diria que unos mas que otros.
Considero que es necesario un replanteamiento global del sistema al estilo Rebeldes sin causa 2.0 (me explico) Ahora que gracias a Rubalcaba se estudia como propuesta un MIR para maestros yo propondria un MIR para politicos, es mas… que fueran necesarios cuatro años de carrera para sacar el titulo de politico sin el cual fuera imposible ejercer cargo publico; podrian existir diferentes especialidades, (politico especialista en urbanismo, politico especialista en sanidad, etc etc) que despues de terminar su carrera deberian opositar a plaza y despues de un año de duras practicas confirmar si se vale o no… yo creo que asi se ahorraria una pasta en cargos de confianza y/o libre designacion ya que no se tendrian que contratar a expertos en la materia para asesorar a los politicos… Que os parece?