Ocurrió hace doscientos años. Un país atrasado, con un ejército derrotado, con su rey secuestrado, decidió que ninguna nación extranjera le impondría sus leyes, al menos sin su consentimiento.
Incapaces de oponer a la fuerza militar ocupante ninguna fuerza militar organizada, los habitantes de este país inventaron una forma de resistencia a la que llamaron «guerrilla» y el resultado fue espectacular: En sus combates contra los británicos, los napoleónicos – de acuerdo a los datos del historiador militar B.H. Liddle Hart- solo perdieron unos 45.000 hombres en cinco años, incluidos los prisioneros, pero el número de bajas francesas se calcula, de acuerdo a las versiones más rebajadas, en alrededor de 200.000, lo que permite deducir que en gran parte corrieron a cargo de la resistencia interior, ya que fue el ejército regular español el que llevó la peor parte en la mayoría de los enfrentamientos. Una estimación que corrobora el general francés Auguste Julián Bigarré, ayudante de campo de José I, al confesar que “durante la guerra de España las partidas han afectado a las tropas francesas mucho más que los ejércitos regulares; se ha admitido que las mismas asesinaban no menos de 100 hombres por día. Eso quiere decir que, en el espacio de cinco años, han matado a 180.000 franceses …”
El propio Napoleón, finalmente, hubo de reconocer la importancia que esta forma de lucha fue la que decidió en su contra la que el llamó «la desdichada guerra de España».
Convendría releer las confesiones que Napoleón hace en la isla de Santa Elena a su confidente Les Cases: “los españoles desdeñaron el interés para no ocuparse más que de la injuria, …. todos corrieron a las armas. Los españoles en masa se condujeron como un hombre de honor». O repasar la correspondencia de los militares franceses cuando describían este nuevo tipo de lucha: “Ningún español – dice el oficial francés Rocca en sus Memorias- se avenía a admitir que España estuviese vencida, y ese sentimiento, que estaba en el alma de todos, era el que hacía invencible a la nación, a pesar de tantas pérdidas y de las frecuentes derrotas de sus ejércitos”.
Impresionante ¿Verdad?; sin embargo, por raro que parezca, encuentro notables similitudes entre esta forma de actuar de los guerrilleros españoles y algunos aspectos fundamentales de la economía digital.
El economista de Harvard Yochai Benkler, en su libro «The wealth of the networks» (cuya lectura recomiendo encarecidamente) compara la economía industrial propia de la economía del siglo XX con la economía de producción social que, sobre todo en el campo de la producción de información, ha emergido en el siglo XXI con la irrupción de las nuevas tecnologías. Esta segunda forma de economía tiene una serie de rasgos básicos que, resumidamente, podrían reducirse burdamente a dos: La difusión generalizada de herramientas y tecnologías específicas susceptibles de ser compartidas o ser destinadas a fines alternativos sin apenas costo añadido para sus propietarios, en primer lugar; y un tipo de motivación especial que lleva a los propietarios de estos medios a darles unos usos determinados de forma aparentemente altruista.
Pongamos un ejemplo. Quienes leen estas lineas disponen sin duda de computadores que exceden, en la generalidad de los casos, sus necesidades de computación, de forma que, por ejemplo, podríamos aprovechar sin costo alguno para nosotros esas capacidades de computación no utilizadas para otras tareas. Así, por ejemplo, lo hace SETI.
Los primeros proyectos SETI surgieron bajo el patrocinio de la NASA durante los años 1970 -sin duda muchos de ustedes habrán visto fotografías del enorme radiotelescopio de Arecibo en Puerto Rico- y su misión es tratar de detectar alguna señal de inteligencia extraterrestre. Las necesidades de computación de los proyectos SETI se solventan a través de una iniciativa llamada SETI@home
SETI@home es un proyecto de computación distribuida, y alcanzó gran transcendencia al diseñar y llevar a cabo un nuevo programa que se ejecuta en el ordenador del usuario, mediante el cual es posible participar en otros proyectos que requieren grandes cantidades de proceso. En su forma más sencilla consiste en un salvapantallas que, cuando el usuario no utiliza su ordenador, permite que la capacidad de computación del mismo sea usada para proyectos de SETI.
La importancia de esta forma distribuida de computación la comprenderán si les menciono algunos proyectos que comparten la infraestructura mencionada (se mencionan los que más tiempo llevan):
Einstein@Home:Busca púlsares (estrellas de neutrones) usando los detectores de onda gravitacionales LIGO y GEO 600. Están apoyados por la Sociedad americana de Física (APS).
Climate Prediction: Tiene por objetivo realizar simulaciones meteorológicas para conseguir realizar previsiones más acertadas.
Rosetta@home: Pretende desarrollar un método para la predicción y el diseño de proteínas y sus interacciones. Un proyecto que puede contribuir a la investigación y búsqueda de solución a muchas enfermedades humanas.
LHC@home: Es un proyecto para ayudar a los científicos del CERN en las simulaciones de partículas en el interior del LHC (Large Hadron Collider).
Los usuarios pueden libremente apuntarse a los proyectos que quieran.
Hay más de 5 millones de usuarios en más de 200 países que están participando en este programa, y han contribuido con 19.000 millones de horas computadora. A día de hoy, probablemente, esta capacidad combinada de computación hace de SETI@home el computador más potente del mundo.
Y si SETI@home ilustra la tremenda potencia que resulta de combinar los recursos de computación no utilizados por el ser humano, quizá el proyecto GNU/Linux sea el mejor exponente del tipo de motivación que lleva al ser humano a generar conocimiento e información de forma distribuida, si bien, este proyecto, para su correcta explicación precisaría no de un post sino de varios volúmenes.
En ambos casos, los participantes, dedican a esos proyectos una parte de su tiempo y no porque «tengan» que hacerrlo, sino porque «quieren» hacerlo pero, en esta ley de grandes números, su potencia creativa supera a la de cualquier industria hasta el punto de que usted, hoy, ya no podría vivir sin los productos de este proyecto realizado de forma altruista por miles de personas.
Y volvamos a la guerrilla.
El guerrillero compartía con los participantes en el proyecto GNU su independencia de ningún ejército formal pre-establecido. Dedicaba a la guerrilla, en la mayor parte de los casos, el tiempo que le sobraba de las labores diarias. Tras la acción o la emboscada de turno volvía a sus ocupaciones habituales. Esto no quiere decir que el guerrillero no estuviese organizado (particularmente en Cataluña donde somatenes y migueletes tenían particular implantación) sino que su organización era distinta de la del ejército regular. Cuáles eran los motivos que llevaban a estos guerrilleros a emboscarse y matar franceses la dejo a su buen juicio.
Como en el proyecto SETI, estos guerrilleros de entonces no precisaban ser equipados con otras herramientas que las que ellos mismos ya tenían en casa: Trabucos y facas, usados con decisión, eran unas muy eficaces herramientas en manos de los guerrilleros. La capacidad de infligir daños de estos «guerreros a tiempo parcial», siendo ellos muchos, era enorme y los datos franceses lo confirman. La guerrilla fue el primer caso de «guerra distribuida» o de una «economía social de guerra». La palabra «guerrilla», desde entonces, es la más internacional de las palabras en castellano y con ella se designa, incluso en inglés, esta singular forma de lucha que ejemplifica la eficacia que puede llegar a tener una tarea distribuida cuando la realizan personas suficientemente motivadas.
Ahora que Wikipedia ha jubilado al resto de las enciclopedias, cuando sus redactores guerrilleros han demostrado ser más fiables que la propia Enciclopedia Britannica, es el momento de pensar hasta dónde puede multiplicar el género humano sus potencialidades apoyándose en el mejor capital que posee: las propias personas.
No hay mayor riqueza en una nación que la de sus hombres, decían los antiguos y es verdad; a quienes gobiernan les corresponde crear las condiciones para que todo el talento y creatividad de las personas sea eficazmente aprovechado; tratar de contenerlo o confinarlo no sólo es perjudicial y contrario al interés de todos sino que, antes o después, el talento acabará echándose al monte.