Suelo decir a menudo que la crisis que nos aflige no se debe a un déficit financiero sino a un déficit de decencia. Nunca nadie me ha pedido que me explique -lo que me lleva a suponer que todos entienden lo que quiero decir- pero quizá no venga mal ampliar el concepto.
Ningún derecho ni ley sirve de nada si no existe un sistema judicial que permita defenderlo, por eso, antes que ninguna otra cosa, nuestra Constitución comienza diciendo aquello de
La Nación española, deseando establecer la justicia…
y coloca la Justicia en primer lugar porque, sin ella, proclamar derechos y libertades no sirve de nada.
Y sin embargo la clave esencial de la convivencia, la Justicia, agoniza en nuestro país víctima de todo tipo de estocadas y bajonazos y ya solo espera que alguien la apuntille para acabar definitivamente la farsa que estamos viviendo.
¿Alguien duda de que la crisis financiera se habría evitado si hubiésemos dispuesto de una justicia que hubiese controlado los desmanes de las entidades financieras?
¿Alguien duda de que la burbuja inmobiliaria y el caos urbanístico con la corrupción a él asociado se hubiesen impedido si hubiésemos dispuesto de una Justicia digna de ese nombre?
¿Alguien acaso duda de que toda la corrupción política no existiría si hubiésemos contado con una justicia independiente y eficaz?
No, creo que nadie lo duda, ni siquiera lo duda la mismísima Unión Europea que mira a nuestro estado con seria preocupación.
No es que tengamos una crisis financiera, inmobiliaria o política; lo que no tenemos es Justicia y, donde no hay justicia, la desvergüenza, la indecencia y la corrupción campan a sus anchas.
Sólo tenemos un trampantojo judicial que persigue ciudadanos individuales que cometen pequeños delitos pero que es absolutamente inútil para oponerse al crimen institucional organizado. Este crimen, el que destruye empleo, vidas e ilusiones de todos, no tiene más enemigo que la justicia y hoy por hoy esta última parece estar a punto de exhalar su último aliento.
No, la crisis no es financiera, el déficit no es de dinero, nuestro principal déficit es de vergüenza, decencia y Justicia y -si queremos sobrevivir como estado en el futuro- no nos quedará más remedio que darnos cuenta de esto y actuar en consecuencia, no con lamentos y protestas, sino con acciones concretas.
#Vamos Mueve #T
Cuanta razón en tus palabras amigo Pepe,cuantos Elpidios José Silva hacen falta en esta España,y cuantos .. ojones nos faltan para dejar de ladrar con nuestras bocas, carentes de incisivos y molares,y pasar a la acción, devorando al sistema que hoy nos domina para que dejen de mirarnos de reojo esta pandilla de trampantojos como vos decis.
Estoy con el comentario anterior, necesitamos más jueces que puedan, de alguna manera, cambiar la justicia de este país. Muchas veces, los ciudadanos de a pie no son conscientes de cómo funciona realmente el sistema y la justicia que se torna en injusticia de golpe. Es realmente un déficit más que económico, como bien dices, de pura vergüenza especulativa. Y lo cierto es que aunque las cosas están cambiando poco a poco, todo seguirá moviéndose por intereses y el señor don Dinero que marca la situación y marcha del país.