Hace unos días hablaba con unos amigos de las grandes ventajas que ofrecía internet para el activismo social y político de los ciudadanos y les recordaba aquellos no tan lejanos años 70 en que, privados de la libertad de expresión y de imprenta, los activistas españoles imprimían octavillas usando imprentas artesanales llamadas «vietnamitas». Aquellos hombres se jugaban la libertad tan solo por imprimir y repartir unos puñados de octavillas que ellos, soñaban, cambiarían el curso de las cosas.
Y hablando de aquellos hombres me vino a la memoria la figura de Herminio da Palma Inacio, un resistente contra la dictadura portuguesa de Salazar que acabó convirtiéndose en el primer pirata aéreo de la historia al secuestrar un avión Super-Constellation que hacía la ruta Casablanca-Lisboa.
Fue el 11 de noviembre de 1961, Palma Inacio logró tomar el control del aparato y lanzar desde él octavillas sobre la Lisboa de Salazar pidiendo elecciones libres; luego hizo volver el avión a Marruecos, pidió perdón por su acción a los pasajeros, regaló una flor a las damas que viajaban en el avión y a continuación se esfumó.
Hoy que podemos hacer llegar nuestros mensajes virtualmente a todo el mundo me acuerdo de aquellos hombres, de los impresores de «vietnamita» y de Palma Inacio quienes arriesgaban su libertad y su vida por hacer algo que hoy es trivial para nosotros.
Y pienso que algo debemos estar haciendo muy mal.
Reblogueó esto en Meneandoneuronas – Brainstorm.