Yo tenía hace años un amigo que murió: Eladio Lidón. Cuando yo era un crío (hijo de guardia civil) él era comunista y jugaba en mi equipo de ajedrez, tendría 30 años más que yo.
En los primeros años 70 imprimir octavillas pidiendo democracia era delito, pero él y gente como él creían que repartiendo cien o ciento cincuenta octavillas podrían cambiar la situación política. Las imprimían con unos rudimentarios artilugios compuestos básicamente por dos tablas a los que llamaban «impresoras vietnamitas»; la mera tenencia de una de esas «vietnamitas» ya te conducía prisión. Eladio, finalmente, pasó dos años en la cárcel.
Ahora que podemos hacer llegar nuestros mensajes a todos los confines del mundo pienso en Eladio y en hombres como él… ¿Qué no habrían dado por tener una cuenta de tuíter? Y siento que no tengo derecho a quejarme.
Por eso no hace mucho colgué en mi blog la historia de Herminio da Palma Inacio… Porque me acordaba de Eladio, de sus octavillas, de lo buen hombre que era y de lo bien que jugaba la variante del Dragón de la defensa Siciliana… Y de lo que habría dado por tener una cuenta de tuíter.
Reblogueó esto en Meneandoneuronas – Brainstorm.