Resulta difícil saber qué es un ser vivo y, por lo mismo, resulta difícil también saber qué es un ser humano.
Si aceptásemos que los seres vivos son poco más que un fugaz triunfo del orden sobre la entropia, un corto pero intenso momento donde la homeostasis vence al desorden, nuestra visión de los seres vivos y del ser humano se convertiría en la percepción de una especie de vórtice donde la materia se va incorporando y se va expulsando hasta crear una fascinante apariencia de individualidad. Algo así como las olas, perfectamente identificables como individualidad pero jamás compuestas de la misma agua.
Quizá esa naturaleza de onda sea nuestra auténtica realidad y esa percepción produce efectos perturbadores sobre la imagen que tenemos de nuestra propia individualidad hasta covertirla en poco menos que una ficción, quizá necesaria pero ficción.
Una concepción informacional de los seres vivos y de las personas parece novedosa pero, bien mirado, probablemente budistas, hinduistas o jainitas estarían muy de acuerdo con ella.
No sé.
Interesantes reflexiones. La gente desde siempre trata de resolver estas cuestiones, de situarse, de entender su situación en el universo, su posición frente a la eternidad. Hay muchas obras de arte (literatura, cuadros originales
, teatro…) que reflejan las pruebas de dar con respuesta a estas preguntas. Aunque creo que todavía nadie ha conseguido una explicación única.