Visto cómo van las cosas con la investidura de un nuevo presidente y en previsión de que la situación se eternice, he acudido en busca de consejo al acervo del derecho canónico, pues la iglesia romana lleva eligiendo papa un par de milenios y he pensado que algo deben entender de estas cosas. Rápidamente he dado con la constitución “Ubi periculum” que yo creo que sienta como anillo al dedo a la situación presente.
Para el caso de que el cónclave se prolongase mucho por falta de acuerdo (como pasó en el de 1268–71) la santa iglesia de Roma adoptó estas, sin duda, sabias previsiones:
Los electores serán apartados de la totalidad del mundo; su alimentación se llevará a cabo a través de una pequeña abertura por donde se les dará la comida, y ésta se racionará el tercer día (con una sola comida) y al octavo día con sólo pan y agua mezclada con un poco de vino (yo les quitaría el vino). Los cardenales tampoco recibirían de la Cámara Apostólica todos los pagos que conllevara su cargo hasta que el cónclave se diera por terminado (este punto me parece muy sabio).
Creo yo que con esto salíamos del problema en tres días.