Es tiempo #T

Hace seis años y seis meses que fue nombrado ministro de justicia un hombre de infausta memoria y hoy investigado judicialmente por su relación con la llamada «Operación Lezo». De inmediato comenzó una labor de demolición de la justicia en España: profundizando en el control de la justicia por parte del ejecutivo, impidiendo el acceso a la justicia por la inicua ley de tasas que él impuso, tratando de alejar la justicia de los ciudadanos concentrándola en las capitales de provincia exclusivamente, dejando morir de inanición a la justicia existente por su endémica falta de recursos y jugando a eliminar la justicia gratuita dejando un solo colegio de abogados por comunidad autónoma.

Fue en esa situación cuando emergió en redes sociales un movimiento que permitió que los juristas de España cerraran filas en torno a un reducido grupo de ideas que fueron la base del manifiesto #T.

Muchos políticos que entonces formaban parte de una oposición anulada por la hegemónica mayoría absoluta del Partido Popular se adhirieron a ese manifiesto e hicieron suyas sus aspiraciones; era evidente que #T representaba la rebeldía frente a la inicua situación y a esa rebelión se apuntaron los políticos de la oposición. Hacerse una fotografía con la camiseta de #T llegó a ser casi una moda.

Hace ahora tres años y ocho meses llegó al gobierno otro ministro también de infausto recuerdo: Rafael Catalá Polo. Precedido por su fama de ser un hombre de esos que son incapaces de decir una mala palabra ni de hacer una buena acción no se le conoce éxito alguno como ministro de justicia. Pudiendo eliminar las tasas judiciales prefirió esperar a que la presión social y las sentencias del Tribunal Constitucional eliminasen —aunque no totalmente— unas leyes que su propio gobierno había aprobado e incumplido. Preso de un frenesí legislativo insólito acumuló la más nutrida colección de leyes insensatas de las últimas décadas; enredado en sus propias promesas electorales se comprometió a establecer una oficina judicial sin papeles, un papel cero, que ha llevado al mayor consumo de la historia en papel por nuestros juzgados y al caos judicial informático más importante en la historia judicial española.

Ambos personajes son ya historia, de la mala, pero afortunadamente historia.

Sin embargo, la presencia y el infame trabajo de estos prescindibles personajes, han hecho que, a día de hoy, ninguno, absolutamente ninguno, de los objetivos que, a modo de programa, estableció el Manifiesto #T se haya podido cumplir. Sí, se han reducido sensiblemente las tasas judiciales, pero ni tenemos una justicia con el grado de independencia que todos deseamos, ni con los medios materiales y humanos que debiera tener ni con la necesaria cercanía al ciudadano, extremo este en que, la creación de los inicuos juzgados hipotecarios, nos ha hecho retroceder gravemente.

Vienen nuevos gobernantes, pero si los nuevos gobernantes no traen ideas nuevas nada se habrá ganado ni nada podrá ganarse. Es tiempo de recordar a quienes en la oposición lucían camisetas de #T, el contenido de nuestro manifiesto; no es tiempo de repetir errores, es tiempo de ideas, es tiempo de #T.

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