¿Está lo engendrado contenido en el engendrante y por tanto es siempre una degeneración de él?
La pregunta es tan antigua como el Concilio de Nicea (325) y tan moderna como John Von Neumann (1903-1957), padre de los ordenadores actuales, principal matemático en el «proyecto Manhattan» y teórico de las primeras máquinas autorreplicantes.
La paradoja de que no es posible observar lo observado sin modificarlo —paradoja del observador— puede ser ilustrada con la vieja historia del pintor loco que quiso dibujar toda su aldea hasta en el más mínimo detalle pero que, al concluir, se dio cuenta de que, para ser totalmente exacto, debió pintarse a sí mismo en su terraza pintando el cuadro. Una vez lo hizo se percató de que el cuadro no era exacto pues, si él se había pintado a sí mismo pintando el cuadro, debería pintarse a sí mismo, pintándose a sí mismo, pintando el cuadro. El pintor loco de nuestro cuento se enfrentó así a una regresión infinita que, de no estar loco ya antes de empezar el cuento, lo hubiese vuelto loco para el final.
Von Neumann resuelve todas estas paradojas con tan genial sencillez que uno no sabe que habría pasado en Nicea si Von Neumann llega a aparecer por allí; pero voy a dejar el trabajo de Von Neumann para otros post, este lo escribo porque me he preguntado cómo habrían interpretado los pintores —si es que lo habían hecho— esta historia del pintor que se pinta a sí mismo.
Naturalmente, he recurrido a Google y he buscado imágenes sobre pintores que se pintan a sí mismos y me he encontrado con este prodigioso cuadro del pintor gandiense Alex Alemany. En la pintura se ve a un pintor que pinta la pintura de un pintor que pinta al pintor que la pinta.
Este pintor pintado al tiempo que pinta a quien le pinta; esta imagen del creador creado por su creación, me ha parecido muy sugerente y metáfora de muchas cosas. Es verdad que, como en nuestra historia, para ser perfecto precisaría que se pintase al pintor que pinta la pintura del pintor que es pintado por el pintor que hay en la pintura que pinta… pero tampoco es cosa de ponerse exquisito, para resolver problemas de ese calibre necesitamos la ayuda de un genio. John Von Neumann, sin ir más lejos.
Desde Nicea, ciertamente, se sigue enunciando el imposible y falaz «engendrado, no creado, de la misma naturaleza…etc». Nicea surgió sobre todo para refutar la gran obviedad arriana, es decir, que lo creado no puede ser lo mismo que el creador…Dos siglos y pico más tarde, el Islam, esa bien concebida herejía del cristianismo, retoma el asunto con mucho más vigor y poder que Arrio. Isa no puede ser lo mismo que Allah. Y en esas estamos. Asunto peliagudo, por tanto.Y no carente de interés.