Cambalache

Los partidos se dan más plazo para pastelear el control del Consejo General del Poder Judicial, un aquelarre en el que no sólo participan el PP y el PSOE sino también Podemos. Las asociaciones judiciales que salieron a la calle no hace mucho, ahora juegan dóciles al juego del cambio de cromos mientras la mayoría de los jueces asisten atónitos al cambalache.

Esta es la justicia que tenemos y esta es la forma en la que se juega con la independencia judicial, un juego denunciado por el Consejo de Europa a través del Grupo de Estados contra la Corrupción.

Partidos que se dicen «españoles» destruyen la credibilidad de la justicia española en europa por su afán de controlarla; partidos que se dicen «renovadores» lo único que hacen es renovar la vieja tradición de controlar a quienes luego habrán de juzgar sus acciones; partidos que se dicen patriotas no dudan en apuñalar la justicia española aunque ello suponga desangrar a esa pattia que dicen defender tan sólo en su propio interés. Esa es su patria.

En España, por decisión de unos políticos miserables y sin la más mínima grandeza moral, la justicia está desacreditada en sus más altos órganos. Y lo vamos a pagar muy caro, todos, y para saberlo no es necesario siquiera mirar a Cataluña o a su oficina bancaria.

¡Qué buen pueblo es este para unos gobernantes siquiera medio decentes!

Una historia recurrente

Cuando el comodoro George Dewey supo que la escuadra española no se encontraba en Bahía Subic testigos presenciales dicen que le vieron exclamar: «Ya les tengo».

La guerra de las Filipinas (1898) era una guerra casi perdida para los Estados Unidos en opinión de japoneses y británicos: la escuadra norteamericana esperaba el inicio de la guerra en Hong-Kong pero su base más cercana en la costa oeste estaba a más de 6.000 millas de distancia. Carbonear, reponer municiones, reparar, era misión casi imposible para los norteamericanos.

La escuadra española no era vieja ni mala y contaba (o debería haber contado) con el apoyo inestimable de la artillería de costa pero no fue así.

El lugar idóneo para la defensa española era Bahía Subic, magníficos cañones Krupp (lo mejorcito en la materia) estaban listos para ser montados allí y Dewey sabía que contra eso poco había que hacer. Pero ahí entró en juego la mezquindad española.

Un debate ridículo entre la armada y el ejército de tierra impidió que los cañones Krupp estuviesen montados a tiempo en Bahía Subic, de forma que Montojo, el almirante español, hubo de dirigirse a la Bahía de Manila a la espera de que las baterías de costa de la ciudad le amparasen frente a la armada yanqui. Nuevamente la mezquindad española vino en su auxilio.

Porque los mandamases de Manila no iban a permitir que, como consecuencia de un combate naval, proyectiles norteamericanos pudiesen caer sobre la bella Manila y sobre sus propiedades, de forma que a Montojo no le quedó otro remedio que llevar la escuadra al arsenal de Cavite (el peor sitio posible) y esperar allí la batalla en las peores condiciones posibles.

Tras la derrota naval, aunque los norteamericanos carecían de fuerzas de desembarco, la simple amenaza de bombardear Manila determinó a los mandos Españoles a rendir las Filipinas. ¿Comprenden por qué los defensores de «El Baler» (Los Últimos de Filipinas) no se creían que España se hubiese rendido?

Al final los patriotas, los que de verdad dieron todo lo que tenían por España, fueron los marineros de los barcos de Montojo (él, oportunamente, abandonó el buque insignia) que murieron al pie del cañón.

La historia se repite cíclicamente en España: patriotas que sólo defienden su escaño y sus haberes, su ascenso y sus condecoraciones, sus presidencias y sus obvenciones. Gente que, en realidad no tiene el menor pudor en dejar los cañones en el suelo o el CGPJ en manos del Congreso aunque ello pueda costarle a España una derrota vergonzante. Esos son los que se envuelven en la bandera y se llaman a sí mismos patriotas. Los héroes de Cavite ya les dejo a ustedes averiguar quiénes son en esta historia.

No se preocupen si no han entendido algo sobre la relación de todo esto con la Justicia, espero que mi amiga Verónica del Carpio se lo cuente próximamente.

Tiñalpas

Los bancos llaman en busca de ayuda a todos los poderes del estado desde que se conoció la sentencia de la Sala 3ª declarando que el obligado al pago del impuesto era el banco.

Afirman que devolver lo abusivamente cobrado en los últimos quince años causaría graves daños al sistema financiero (traducido: les costaría una pasta a ellos) y que muchas entidades habrían de cerrar.

Lloro de pena.

Verdaderamente apena que cualquiera de estas entidades haya de ser absorbida por algún otro pez más grande porque no puede devolver lo afanado. Que ellas hayan dejado a familias en la calle y a personas sin más futuro que trabajar para ellos hasta la muerte nunca les ha motivado para levantar ni un sólo teléfono.

Ahora llaman a los ministros para contarles lo fatal que lo pasaría «la economía» si ellos se ven obligados a devolver lo esquilmado. A lo que se ve «la economía» de todos es solo la suya y, la de los ciudadanos que la han visto antes depredada precisamente por quienes se quejan, no son más que las granjerías de unos tiñalpas.

Los tiñalpas no debiéramos dejar que ahora el gobierno vuelva a despacharse con decretitos ralentizadores, ni debiéramos tolerar esas voces que inmediatamente pedirán «mediaciones» y «arbitrajes» so capa de un buenrollismo tonto de baba.

Los bancos han convertido durante años a la administración de justicia en su oficina de cobro, de ejecución, de subasta, de desahucios… todos los españoles hemos pagado la cuerda con que los bancos nos han ahorcado llamándola administración de justicia. Ahora, los bancos, no quieren permitir que su «oficina de recobros» haga honor a su nombre de Administración de Justicia y les diga lo que han de hacer y por eso piden ayuda al gobierno.

En los próximos días vamos a saber quién es quién en este país y de qué lado está cada uno. Van a ser semanas interesantes. O irritantes.

SOS Justicia

Desde Europa el informe Greco sobre la corrupción ha reiterado que el poder judicial español no ofrece las necesarias garantías de independencia.

Mientras los jueces de infantería defienden en general a los administrados, sus resoluciones son revocadas en nuestros más altos tribunales. Las cuestiones prejudiciales son la vía a través de la cual nuestros jueces y tribunales se saltan al Tribunal Supremo, acuden a instancias europeas y tuercen una voluntad que, sistemáticamente, ha sido menos pro-consumidor que la de los tribunales europeos.

En España la justicia viene de Europa y esa percepción es una realidad cada vez más generalizada. Pareciera que no se puede esperar nada bueno de los más altos tribunales españoles.

Mientras, los bancos siguen financiando a los partidos políticos de los que forman parte los políticos que, en esta legislatura y en las anteriores, se reparten los cargos del Consejo General del Poder Judicial que, a su vez, nombrará a los más altos cargos del Tribunal Supremo o a los presidentes de los Tribunales Superiores de Justicia, por ejemplo. Estos son quienes habrán de juzgarles a ellos —aforados— y ellos no van a dejar que les juzgue un vulgar juez de lo Penal como a cualquier tiñalpa ibérico. A toda esta cancamusa le llaman nuestros muy honorables políticos «democratizar» la justicia. Pápate esa.

Mientras desoyen a Europa y se reparten el pastel, quienes se quedan con la mejor parte gritan que tenemos un independentísimo poder judicial y a quien lo discuta le tildarán de antipatriota o antidemócrata (lo que primero se les ocurra).

No les crean: ellos son los antipatriotas, ellos son los antidemócratas, ellos son los que deliberadamente nos han dejado sin justicia, ellos son los que prefieren poner a España en riesgo de estallar en mil pedazos o morir de inanición antes que dejar de repartirse pasteles; ellos son los que de forma activa carcomen nuestra justicia y ellos son quienes pueden acabar demoliendo el mejor proyecto de vida en común que ha tenido este país en los últimos 500 años.

Nada les importa ni nada les preocupa salvo su propio interés.

Esto ya no da más de sí y o les arrojamos por la borda o nos iremos a pique con ellos y que se salve el que pueda.

El queso de Doña Aurita

Ahora que he desterrado de mi dieta azúcares y harinas mis desayunos son mucho más variados. Hoy me he gobernado para desayunar unas nueces de Nerpio —que no hay más que decir para quien entienda de nueces— y un estupendo queso de Arzúa y, claro, me he tenido que acordar de Doña Aurita. Les cuento.

A mediados de la década pasada quedé fascinado por el Camino de Santiago, en cada período vacacional de que disponía me calzaba las botas y me iba a andar por Navarra, el Bierzo o cualquiera de los países por los que pasa el Camino y en una de aquellas caminatas hacia Santiago acerté a parar en un albergue muy concreto.

Cuando llegué tres peregrinos se estaban apretando un plato de un «chourizo» al que yo le vi altos valores gastronómicos (o era eso, o era el hambre) así que me pedí una ración para mí. La hospitalera me lo sirvió con su poca de vino para pasarlo y yo —por no hacer el feo— me lo comí sin dejar del «chourizo» ni el cordelito de atarlo. Luego, por aquello de cuidar las digestiones, me pedí una ración de un «queixo» que, en cuanto probé, diputé por el mejor del mundo.

Con palabras claras y significantes le dije a la hospitalera que el queso que me había puesto estaba cojonudo y ella me explicó que ese queso lo hacía su madre, Doña Aurita, y que eran muchos los que opinaban que era un queso estupendo. Me fui de allí con provisión de queso y en años sucesivos cada vez que pasaba por ese lugar paraba y buscaba a la hospitalera para que me sirviese del queso que hacía su madre.

Sin embargo aquel año venteé que algo no iba bien. Cuando estaba a cosa de cinco kilómetros del albergue me paré a hablar con una paisana y —claro— le mencioné a Doña Aurita. La paisana me miró triste y me dijo que este año no comería queso de ella porque «Doña Aurita morreu o inverno pasado».

Seguí adelante, llegué al albergue, saludé a la hospitalera, le dije que ya sabía lo de su madre y ella, dolida todavía a pesar de los meses pasados rompió a llorar y cuando me despidió me pidió que pidiese al santo por su madre, le dije que así lo haría y, cuando me iba, la hospitalera me metió en la mochila un queso y me dijo: «llevéselo es de los últimos que hizo». Se me puso un nudo en la garganta pero no podía decir que no y el queso acabó viajando conmigo a Santiago… y luego a Cartagena porque no encontraba ocasión ni ánimos apropiados para comérmelo, de forma que lo tuve en mi compañía mucho tiempo.

Por eso, siempre que como queso de Arzúa, me acuerdo de Doña Aurita. Dicen que los seres humanos no somos sino memoria. Si eso es así Doña Aurita revive en mí cada vez que como queso gallego, lo que, bien mirado, no es una mala forma de volver a la vida.

Bueno, basta de escribir y voy a zamparme el queso y las nueces.

Feliz 12 de octubre

No fue una cuestión de «raza» ni de banderas ni de patrias.

Disponíamos de la mejor tecnología para navegar (la carabela); nuestros conocimientos científicos sobre la geografía terrestre eran los más avanzados del momento; recibimos de los árabes todos los libros de los cosmógrafos antiguos y las mejores tecnologías matemáticas y de navegación; les cogimos prestado a los portugueses un marino formado en sus barcos…

No se hacen grandes cosas por ser español o trabajar bajo bandera española; se hacen grandes cosas porque antes se ha trabajado y se dispone de la tecnología, los conocimientos y las personas apropiadas y eso valía para el siglo XV y para el XXI. Quienes pretenden ser buenos por sólo compartir o tremolar una bandera son unos estafadores.

Quienes trabajan por la libertad, la ciencia, la justicia, la salud, la educación, el conocimiento… esos son los patriotas de verdad y en su esfuerzo y trabajo se encuentra la forma correcta de hacer ondear la bandera.

Feliz día de la Hispanidad a todos.

#Feliz12deOctubre

Sólo han pasado tres años

Parece que fue hace eones pero sólo han pasado 3 años. España era un país con tasas en Justicia y un grupo de juristas unidos en torno a #T decidieron que no iban a quedarse quietos. Por iniciativa de ellos se presentó una Proposición No de Ley en el Parlamento de Andalucía exigiendo la derogación de las tasas y allá fuimos todos con el corazón apretado por la incertidumbre del resultado.

Todo fue genial, todos los grupos votaron a favor de nuestra proposición menos el PP que no llegó a votar en contra sino que simplemente se abstuvo.

Este fue el principio de una larga sucesión de Proposiciones No de Ley en Andalucía, Canarias, Euskadi, Cantabria, Castilla La Mancha, Región de Murcia… una sucesión que culminó con la discusión en el Congreso ya con efectos de Ley.

En Andalucía comenzó una bonita odisea que demuestra lo que unas cuantas personas decididas pueden llegar a hacer cuando se lo proponen.