Traduttore traditore: ¿Qué enseñaba Jesús?

Los textos sagrados me resultan irresistiblemente atractivos, sean de la religión que sean; la capacidad que tienen las historias en ellos escritas para condicionar o programar las vidas de las personas me resulta fascinante, muy «informacional» si ustedes me permiten la expresión.

De entre todos los textos sagrados hay que reconocer que la Torá ocupa un lugar preeminente y, antes de seguir adelante, permítanme dejar bien aclarado que la Torá es el nombre que dan los judíos a los cinco primeros libros del Antiguo Testamento cristiano; es decir, el llamado Pentatéuco, compuesto de los siguientes libros en su denominación cristiana: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Déjenme aclarar también —y prometo no molestarles más con estas «peliquitencias»— que la Torá no es lo mismo que el Talmud (obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y leyendas) ni que la Tanaj, que es la versión hebrea de la Biblia completa.

La Torá, decía, ocupa un lugar preeminente entre los libros sagrados pues es sagrada no sólo para los judíos, sino también para cristianos y musulmanes; un fenómeno ciertamente curioso. El número de fieles con los que cuentan estas religiones fundadas en la Torá más que cuadruplican a las dos creencias más numerosas después de ellas: el de las personas sin religión (1.100 millones) y el hinduísmo (1.050 millones); hecho este verdaderamente llamativo.

Las religiones «Abrahámicas» (que así se llaman las religiones fundadas en la Torá), sin embargo, divergen a partir de un personaje muy concreto: Jesucristo. Un profeta reverenciado por unos, un simple hombre honesto para otros y el Hijo de Dios y Dios mismo para los otros. La unidad de las religiones Abrahámicas se quiebra con Jesucristo y, la verdad, no sería malo saber qué es lo que este hombre enseñaba que le separó (o a lo mejor no) de los judíos. Sus enseñanzas se recogen, para quienes creen que él es el Hijo de Dios y Dios mismo, en cuatro libros principales llamados los evangelios, textos que, obviamente no estaban escritos en lenguas actuales sino en idiomas de los cuales se les hubo de traducir,ya fuera para traducirlos ya fuera para escribirlos pues es lo cierto que las historias de que nos hablan sucedieron principalmente en arameo y en hebreo, dos lenguas semíticas muy emparentadas con el idioma fenicio que hablaban los cartagineses que dieron nombre a mi ciudad.

Las traducciones que se hicieron de los evangelios de estos idiomas al griego y al latín no siempre fueron buenas sino que, al parecer, fueron bastante toscas y a menudo realizadas por personas que no conocían la realidad religiosa judía, de forma que les resultaba imposible captar en todo su sentido episodios donde fariseos o saduceos dejaban sentir su presencia, de forma que traducir esos pasajes dándoles su sentido exacto les resultaba imposible; tanto que, a veces, el sentido final del texto evangélico parece claramente contrario al sentido original del pasaje.

Esta Navidad ha caído en mis manos (me lo he regalado) un texto del judío caraíta Nehemiah Gordon. El libro se titula «El Yeshúa judío frente al Yeshúa griego» y confronta las muy distintas imágenes de Jesús (Yeshúa) que nos da un mismo evangelio y específicamente sobre un texto concreto: Mateo 23:1-3.

Tradicionalmente se ha considerado que el Evangelio de Mateo se escribió en griego; sin embargo, la existencia de una versión en hebreo del mismo conservada gracias a un judío sefardí español de la época de la persecución, ha permitido a Nehemiah Gordon confrontar ambas versiones y explicarlas con pleno conocimiento de las creencias rabínicas ortodoxas (descendientes directas de las escuelas fariseas) para llegar a conclusiones verdaderamente sorprendentes.

No les voy a hacer un «spoiler» ni les voy a contar cuál es el mensaje de Yeshúa en cada una de estas versiones del mismo evangelio, sólo diré que, pequeños matices literarios y de contexto, dotan al texto de un significado distinto del de la versión oficial y ciertamente más coherente con la historial general que relatan los evangelios.

Ya, ya sé que me dirán que esto de las malas traducciones de la Biblia o de los Evangelios es cosa conocida y que incluso dogmas de fe como la virginidad de María pudiera estar fundada sobre uno de ellos, lo sé; sin embargo este libro de Nehemiah Gordon rezuma conocimiento del contexto, algo que echo en falta en muchos de los otros libros que he leído sobre las traducciones de las escrituras y esto lo ha hecho para mí especialmente atractivo y provechoso.

Otro día hablaremos de las religiones como estrategia biológica para fomentar la cooperación, hoy, simplemente, me queda el buen sabor de boca que dejan los buenos libros.

0 respuestas a «Traduttore traditore: ¿Qué enseñaba Jesús?»

  1. Mi querido letrado, como bibliófilo es interesante leer antiguos documentos donde se ha perdido la cadena de custodia miles de veces. Le propongo algo más actualizado y léase los caballos de Troya de Benítez. Incluso si tiene prisa vaya a su último libro titulado GOG. Le aseguro que se le terminará la perspectiva de tener una jubilación remunerada, y la vida será a partir del 2027 un auténtico dolor de muelas eternizado. Saludos

      1. Gracias por aceptar mi ironía. Apetece trasnochar con las palabras con gente que no ve en toda su vista periférica un insulto o una ofensa. No podemos ser criticos sin asumir alguna vez la suerte del capote. Merece mi respeto, mi atención, y mi perseverancia. Que terrible destino se hubiese configurado si en lugar de ser erudito de las normas, hubiera sido dentista ex profeso! Saludos

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