Lo siento compañero, lo siento compañera, pero esta vez vas a tener que pelear. No es que quiera asustarte pero van a por ti: en la hoja de ruta de los bufetes negocio está quedarse con la cuota de mercado que ahora ocupa la abogacía que tú y yo conocemos y para ello no dudan en usar de todos los medios a su alcance incluyendo refinadas estrategias que pueden pasarte desapercibidas hasta que son realidades irreversibles.
Para que los menos puedan vencer a los más no existe más camino que, o mantenerlos dormidos, o engañarlos o ambas cosas a la vez. Juzga tú en qué estado se encuentra la abogacía que conoces y dime si de esta forma podremos resistir.
Para poder ordenar un plan de batalla es importante fijar lo que queremos y —si queremos que la gente participe— no queda otra que fomentar la participación. Y no porque quede bonito y democrático sino por convicción: cuando las personas saben lo que quieren, aunque sea de forma sencilla, cooperan para obtenerlo. Nada hay más poderoso que una idea.
Las herramientas para llevarlo a cabo (la táctica) las sabemos, hemos demostrado que somos capaces de llevarlas a cabo y aún podemos descubrir otras. Tenemos la acción en redes (parece poco pero genera importantes bolsas de opinión), tenemos los contactos políticos; si tenemos acuerdos asociativos podemos llegar a cualquier administración que deseemos y tenemos que objetivar la pelea de muchos:
—Tenemos que detener la precarización de la abogacía y su rápida degradación hacia servicios «low-cost», un designio de fondos de inversión, bancos y bufetes-negocio para hacerse con todo el mercado que ahora defiende una abogacía digna.
—Tenemos que convertir en paralización de los plazos procesales (no mera suspensión de juicios) las maternidades y las agonías. No queremos ver a más compañeros con cáncer y quimio yendo al juzgado poco antes de morir a sacar plazos pendientes.
—Tenemos que hacer odiosa la equiparación abogado-negocio. Un abogado nunca tiene como primer objetivo ganar dinero sino defender el derecho de su cliente, aunque luego, obviamente, tenga derecho a vivir dignamente o incluso muy bien si se lo gana. Por eso hay que acabar con esa idea de la CNMC y de los grandes despachos de que esto no es más que un problema económico de liberalización y bajar precios. Nadie permitiría que le operasen de apendicitis a 200€ y, sin embargo, parece muy normal que se anuncien divorcios a 200€. El estado tiene derecho a exigir diligencia y cualificación a los abogados pero no puede pretender que se defiendan divorcios o asesinatos a 200€ porque, simplemente, eso no es posible. Se ha de revisar la actitud de la CNMC hacia nosotros y eso empieza por recordar que esta profesión (como la de médico por ejemplo que sí fue exceptuada de la omnibus) no es primero que nada un negocio. Si no reivindicamos nosotros la ética nadie lo hará.
—Tenemos que convencer a los políticos y a la población de que es más barato acercar un juez y 10 funcionarios a un partido judicial de 20.000 personas que obligar a esas 20.000 personas a acercarse al juzgado. (Y es solo un ejemplo, no toméis el número literalmente). La eficacia y el buen servicio a la sociedad se logran con una planta en red distribuida y eso favorece a quienes se distribuyen así: las personas. Concentrar los juzgados en pocos sitios favorece a aquellos que viven en esas cpncentraciones: las personas jurídicas y los grandes despachos que tienen su sede en ellas. Un gran despacho no va a abrir sucursales en los 433 partidos judiciales de España. Si, por hacerles un favor, concentramos, en lugar de desplazarse sus abogados se desplazará la población y eso sólo será bueno para ellos. Hay que defender la España sin voz, la vacía, y al 85% de los abogados de España que son profesionales pequeños e independientes.
—La independencia del abogado ha de ser sagrada. La sentencia del Caso Aziz solo podía lograrla un abogado humilde como Dionisio: un gran despacho jamás perjudicaría a sus clientes los bancos. La igualdad ante la ley de los españoles pasa por la igualdad de armas de sus abogados y por la inexistencia de circunstancias que mermen la independencia.
—Todo lo dicho sirve para el turno de oficio. Es una tarea ética, sí, pero no se pueden defender asesinatos a 250€ y no se puede tolerar que en cada lugar de España un abogado parezca valer más que otro.
El poder no es monolítico: en cada una de estas acciones tenemos partidos y administraciones dispuestas a ayudarnos aunque cada vez sea uno distinto.
Has de tomar conciencia en cuanto a la defensa de la independencia de los abogados que ahora somos el 85% pero cada vez seremos menos y aumentará la precarización. Por eso tengo malas noticias para ti: o damos ahora la batalla o cada vez seremos menos y será más difícil.
En el turno de oficio siempre ayudan los partidos de la oposición; en un país sin mayoría podemos liarla parda, ya lo hemos hecho antes.
Sabemos cómo fundar un lobbys y aprovecharlos, vamos a por ello, disponemos de voluntarios en toda Europa.
Las ideas mueven a las personas y estas hacen las obras. La catedral de León no se habría levantado si antes no hubiesen existido unas cuantas personas convencidas de que el hijo de un carpintero era dios. Ese convencimiento les hizo cooperar y por eso existe la Pulchra Leonina.
Nosotros necesitamos que muchos letrados asuman una forma de ser abogado contra la que están luchando los lobbies de las empresas, de los grandes despachos, algunos órganos del estado y hasta el propio CGAE.
Si no defendemos esta forma de ejercer la profesión nuestros convencinos perderán toda esperanza de justicia y yo, al menos, una razón para vivir.
Por eso te traigo malas noticias: vas a tener que levantarte y pelear. Así pues, mantente alerta, pronto habrá llamada y tropa.
PD. Puedes no hacer nada o puedes hacer algo, pero, si decides hacer algo, te esperamos el 29 de noviembre en Córdoba.