Una de las nuestras

Ana tiene cáncer. Cada uno de nosotros enfrenta este tipo de enfermedades de una forma diferente; Ana ha elegido enfrentarla positivamente y sin ocultar su enfermedad, de paso ha tratado de que su colegio entienda que los abogados que ejercemos libremente la profesión en despachos tradicionales —un 85% de la profesión— necesitamos ayuda en este tipo de situaciones.

Ana ha sido parte de #R casi desde el primer día, así pues no puedo —no quiero— ser imparcial, porque Ana es una de las nuestras. Sí: una de las nuestras.

Ana le ha pedido a su colegio que la exima del pago de cuotas durante la enfermedad y su colegio le ha dicho que no (sin una modificación de estatutos no podría decirle que sí). Pero ese «no» que ha recibido Ana no es el único que, desgraciadamente, escucha Ana ni los abogados enfermos. Cuando llevas treinta y tantos años en esto has visto a muchos compañeros, con la muerte pintada en la cara, arrastrarse hasta su despacho para cumplimentar plazos porque las leyes (sin una modificación como en el caso del colegio) no permiten a los abogados ni siquiera agonizar sin la angustia de los plazos. Has visto a demasiadas madres abogadas tratando de cumplimentar plazos poco antes y poco después de dar a luz porque las enfermedades o las maternidades de abogados y abogadas no existen para el legislador; te suspenderán las vistas —como mucho— pero no detendrán los plazos y así, mientras agonizas o das a luz, gastarás tu tiempo tratando de buscar un compañero al que explicarle el caso y pedirle por favor que te sustituya. La vida de un abogado, la vida de una abogada, no puede depender de ayudas de beneficencia que hay que pedir al colegio —y que son desgradecer— o de la tolerancia de un juez bieninencionado, un abogado solo debe tener derecho a enfermar y morir sin tener que pedir favores.

Ana es madre y abogada, sabe lo que es resistir y se va a curar por completo. Ana, además, va a seguir ejerciendo su profesión.

Ana, ahora, incluso enferma, trata de echar una mano a la causa y trata de poner de manifiesto la miserable situación en que leyes inicuas colocan a los abogados. Ana te aseguro que no hace falta, ahora tu primer trabajo es curarte: rompe filas y a cuidarte porque en unos meses te queremos con nosotros, contando en nuestro primer congreso todo esto, para que lo sepa la sociedad, para vergüenza de todos aquellos que no hacen nada por cambiarlo.

Compi, me has mandado un mensaje, me has escrito

y siento rabia e impotencia porque no hemos sido capaces en este año de cambiar la situación en que los abogados como tú afrontáis el drama de la enfermedad, pero te prometo que tú vas a ver que esto lo vamos a cambiar y que se lo vas a contar al mundo, a tus compañeros y a tu colegio y que tu esfuerzo habrá servido para todos.

Y ahora descansa y cúrate, ese es el mejor servicio que puedes prestarnos.

Te queremos, Ana.

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