Ubuntu

Somos porque son, soy porque sois, sin vosotros no soy nada y sin mí, aunque me odies, eres un poquito menos.

La ética «ubuntu» se popularizó con la llegada al poder de Nelson Mandela y con los discursos del pastor anglicano Desmond Tutu. Buena parte del éxito de la joven y nueva República Sudafricana se debe a esta particular concepción Bantú de la humanidad.

A veces pienso en nuestro ejercicio profesional en términos de esa palabra zulú, ubuntu: ¿qué razón de ser tendría nuestra profesión si no existiese una ciudadanía que ve amenazados sus derechos fundamentales? ¿Qué otro sentido podría tener nuestro ejercicio profesional sino ese?

Hay quien ve nuestra actividad como un negocio pero hay quien todavía cree que esta profesión es algo más que eso. Porque existen ciudadanos con recursos limitados y que han de enfrentarse solos a corporaciones o instituciones con contactos, influencias y capacidades económicas virtualmente ilimitadas, es por lo que existe una abogacía independiente. Somos porque son.

Si algún día ellos desaparecen no tendremos razón de existir (en un mundo sin derechos los abogados sobran) pero, si un día nosotros desaparecemos, ellos dejarán de ser ciudadanos y serán meros súbditos a merced de los poderosos.

Sí, somos porque son, pero ellos también son porque somos y, por eso, cuando defendemos nuestra particular visión de nuestra profesión también les estamos defendiendo a ellos.

Es por eso que una de las mejores formas de defenderles a ellos es defender a esta abogacía que tú yo queremos. No es egoísmo, capricho ni apetencia, es que defendernos es una de las formas más eficaces de defenderles.

Por eso espero verte en Córdoba o en cualquier otro lugar, porque tenemos un trabajo que hacer juntos y tenemos que hacerlo mucho tiempo.

Buenos días y ubuntu.


Puedes escuchar el audio de este artículo en mi podcast.

Las buenas noches de un mal día

Acaba un mal día para esta región, parece que la lluvia va remitiendo y ahora toca hacer inventario de daños y reparar lo reparable.

Triste, muy triste, ha sido comprobar que en la administración de justicia el desbarajuste ha sido total. Protocolos inútiles y autoridades incapaces de tomar decisiones racionales por encima de la letra escrita han provocado un caos difícil de describir y superar. Suerte que toda esa descoordinación no ha costado ninguna vida, pero hoy, es necesario decirlo, se han puesto en riesgo innecesariamente las vidas de muchas personas.

Esta faltando tiempo para que la Administración de Justicia se coordine con las administraciones civiles y reforme y armonice sus protocolos con los de ellas, el lamentable espectáculo de hoy no puede volver a producirse.

Espero que todo esto no vuelva a repetirse, aunque no les miento si les digo que creo que espero en vano; porque aquí, hasta que no ocurre una desgracia, nadie parece cuidarse de nada.

Feliz noche. Descansen.

Comunicado Tribunal Superior de Justicia.

Desde los servicios de comunicación del TSJ de Murcia me hacen llegar este texto con el ruego de su publicación y así lo haré sin comentarios míos de ninguna especie.


#TSJ AVISO (resumen situación actualizado 13.00 horas)
El temporal obliga a mantener cerradas, hasta nuevo aviso, las sedes judiciales de los bb de #Molina de Segura, #San Javier, #Mula y Ciudad de la Justicia, en el partido judicial de #Murcia.

El resto de sedes permanecen abiertas al público para tratar de atender, en lo posible, a los profesionales y usuarios que requieran algún servicio, desarrollándose las actuaciones señaladas en las que los intervinientes han asistido.

El TSJ activó ayer a primera hora la alerta en sus 11 partidos judiciales, con la prioridad de mantener operativos, en la medida de lo posible, todos los órganos judiciales, en su condición de servicio público esencial para la comunidad.

Desde entonces, se han venido adoptando medidas individualizadas, en atención a la evolución de los acontecimientos en cada partido judicial. Como se ha venido informando, en algunos casos, los jueces competentes han suspendido las actuaciones que tenían programadas y, en otros, los magistrados decanos han procedido al cierre de edificios judiciales, intentando siempre, salvaguardar los servicios de guardia y las actuaciones de carácter urgente.

Desde el TSJ, tratando de compatibilizar la prestación del servicio público con la seguridad de todos: usuarios, profesionales y funcionarios públicos, se insiste en todo momento en la necesidad de atender a las indicaciones de protección civil.

Estrategias

«Ningún plan, por bueno que sea, sobrevive al primer contacto con el enemigo». La frase se atribuye al mariscal de campo alemán Helmuth Von Moltke e ilustra a la perfección lo que ocurre con nuestros planes en cuanto son puestos en marcha y empiezan a obtener los primeros resultados. Si se esperaba un resultado de cien y se produce un resultado de mil ya puedes envolver tu plan y guardarlo pues tendrás que planificar de nuevo y volverá a pasarte lo mismo.

Entonces ¿es mejor no hacer planes y dejar que todo ocurra a la buena de dios?

No, lo que hace falta es, sobre todo, inteligencia.

Gran parte del éxito táctico alemán en las guerras mundiales se debió a no considerar a sus soldados máquinas de cumplir órdenes (aunque las películas nos los presenten así, disciplinados y cabezacuadradas) sino como unidades inteligentes. Desde la época de Ludendorff se fue imponiendo la idea de que un soldado, para poder actuar eficazmente, debía poder tomar decisiones por sí mismo pero, para que esas decisiones fuesen correctas, debía conocer con precisión qué es lo que se esperaba de él. Un soldado, según esta doctrina, debía conocer, al menos, las intenciones de sus jefes hasta dos grados por encima de él. Así podría tomar por sí mismo decisiones que contribuyesen al interés general aunque estuviese aislado y sin posibilidad de recibir órdenes.

Si hay un ejemplo universal de ejército desorganizado (en apariencia) pero eficaz fue la guerrilla española. Tan eficaz resultó esta forma de organización que, dos siglos después de su aparición, en casi cualquier lugar del mundo es posible encontrar grupos armados que se denominan «guerrillas», incluso en inglés esta palabra se pronuncia en castellano. Mientras que los vistosos cuadros de infantería napoleónica y las cargas de caballería resultan antediluvianos comparados con los invisibles y mimetizados cibersoldados actuales, la guerrilla es perfectamente reconocible en sus formas de actuación hace dos siglos y ahora. La estrategia de los ejércitos ha cambiado pero la de la guerrilla no, desde Juan Martín El Empecinado a la última guerrilla de sudamérica pasando por las guerrillas chinas de Mao Tse Tung, esta forma de hacer la guerra ha seguido plenamente vigente.

Desde un punto de vista mucho más pacífico el economista de Harvard Jochai Benkler en su libro «The wealth of networks» pone a la guerrilla como ejemplo de una forma de economía social. Los guerrilleros españoles no eran soldados a tiempo completo; es verdad, sí, que contaban todos con unas herramientas susceptibles de ser usadas para la guerra (la faca o el trabuco) pero lo decisivo era la voluntad de la población de usarlas en defensa de una causa. Durante la guerra contra los franceses todos los guerrilleros y guerrilleras (que las hubo) tenían un objetivo común (la vuelta del miserable de Fernando VII y la expulsión de los franceses) y, con ese objetivo en mente, sabían perfectamente lo que se esperaba de ellos: causar tantos daños al francés como fuese posible y, para esto, se organizaban localmente en función de sus posibilidades o incluso de sus necesidades laborales y de tiempo. La mayoría de los guerrilleros eran insurgentes de noche y honestos labradores de día. Eran soldados a tiempo parcial.

Para Jochai Benkler, en la sociedad de la información se da una situación parecida a la de aquellos guerrilleros: hoy ya no tenemos trabucos y facas de Albacete pero disponemos de ordenadores en todas las casas. Movidos por un ideal común muchos ciudadanos y ciudadanas son capaces de coordinar sus esfuerzos en función de sus disponibilidades de tiempo; son muchas las personas que, en la actualidad, dedican una parte de su tiempo a pelear por una causa y lo hacen igual que lo hacían los viejos guerrilleros: peleando de noche tras acostar a los niños y trabajando de día para sacar su familia adelante y poder dedicar unos minutos de su vida a pelear por esas causas en las que creen.

¿Qué estrategia se le puede señalar a esos guerrilleros digitales?

Simplemente ninguna. La única estrategia posible es confiar en ellos y saber que operarán con inteligencia. Que, como las bandadas de pájaros o los cardúmenes de peces, la existencia de un objetivo, de una causa querida por todos, les hará volar o nadar juntos como si fuesen dirigidos por alguien, aunque, en la realidad, nadie les señalará el camino sino que ellos mismos lo elegirán.

Para una acción filantrópica, política, humanitaria o profesional importante en la sociedad de la información el mayor capital es la inteligencia y la seguridad de que nadie te dirá lo que tienes que hacer. Si quieres pelear eficazmente por una causa no esperes que nadie te diga lo que has de hacer (no hay planes estratégicos generales que resistan al primer choque con el enemigo) lo que has de hacer es aquello que tu inteligencia te dicte que has de hacer y que puede resultar útil a la causa.

Quizá no te parezca mucho pero Napoleón aprendió que no se podía acabar con ellos y los Estados Unidos acabaron marchándose de Vietnam simplemente porque no pudieron derrotar a las Guerrillas del Viet-Cong. Mujeres, como esta que se arregla con coquetería el pañuelo (no va a ir una a matar rusos sin arreglar) en un bosque de Chechenia, defendieron a sus hijos a tiros mientras sus maridos buscaban cómo causar más daño al ejército ruso.

Tan antiguo como el sitio de Zaragoza y tan moderno como Internet.

Y ahora estoy yo pensando ¿por qué les habré contado yo a ustedes esto?

Aforo completo

Me da una pena inmensa pero la respuesta a la convocatoria ha sido tan masiva que, a pesar de que hemos ampliado el aforo de la sala varias veces, hemos vuelto a llenar sucesivamente todas las plazas. No nos queda más remedio que colgar hoy, espero que provisionalmente, el cartel de «Completo».

Mantendremos abiertas las inscripciones, pues estamos buscando una sala mucho mayor, y, en cuanto dispongamos de ella, admitiremos a todos los que se hayan inscrito en lista de espera a partir de hoy.

Cualquiera que esté inscrito, tanto en firme como en lista de espera, podrá presentar mociones.

Alegría por la enorme respuesta, pena porque mucha gente puede quedarse sin asistir. Os aseguro que trataremos por todos los medios de ampliar el aforo y así poder dar cabida a todos los que lo deseéis.

Inscribíos provisionalmente porque estoy seguro de que, con un poco de suerte, podremos conseguir unas instalaciones de mayor capacidad.

Tenemos un trabajo que hacer

Sin duda tú no eres responsable de que, cuando caes enferma o vas a dar a luz, los plazos procesales sigan corriendo; pero, cuando ves que los vencimientos llegan y tú sigues en la cama del hospital, sabes que sí, que es tu problema.

Tampoco eres responsable de que gobiernos miserables y empresas sin escrúpulos paguen el trabajo de los abogados a tres euros la hora, la consulta o el escrito; pero, aunque sabes que no es responsabilidad tuya, sabes que ese, si no lo es ya, será pronto también tu problema.

Ciertamente no eres responsable de que gobiernos negligentes o malintencionados traten de privatizar el turno de oficio en perjuicio de la ciudadanía; como tampoco es culpa tuya que las administraciones hayan degradado los servicios jurídicos y el ejercicio de la abogacía a un mero negocio sujeto en exclusiva a las reglas del libre mercado; ni, por supuesto, es responsabilidad tuya que las administraciones preparen concursos y ofertas diseñados en favor de una persona concreta y en perjuicio de las demás; y no es preciso aclarar que, el hecho de que se estén apoderando del mercado abyectos intermediarios que degradan la calidad de los servicios jurídicos de la ciudadanía, tampoco cae bajo el ámbito de tu responsabilidad; no, no eres responsable tampoco, claro que no, de la precarización de una profesión donde ya se han generado importantes bolsas de pobreza, ni de que los bancos y demás grupos de presión modifiquen la ley a su antojo de forma que se favorezca su posición procesal y se perjudique la de las personas a las que tú defiendes.

No, tú no eres responsable de todo esto, como no lo eres tampoco de que el turno de oficio se pague tarde y miserablemente.

Es verdad, no eres responsable de nada de eso, pero te engañas si crees que todos esos no son tus problemas.

Y te engañas también si crees que alguien los va a resolver por ti: si hemos llegado hasta aquí es porque nadie, durante muchos años, ha querido o podido atajarlos.

Por eso, llegados a este punto, sólo dispones de dos opciones: o tomar el futuro en tus manos o dejarlo en las manos en que ha venido estando hasta ahora y que nos han traído hasta aquí.

Por eso sabes que tenemos un trabajo que hacer juntos.

Porque sabes que somos abogados y abogadas y que, unos pocos miles de abogados y abogadas trabajando coordinados y con unos objetivos claros, son una fuerza imparable.

Y es por eso por lo que sabes que tenemos un trabajo que hacer juntos. Todos y todas.

Hazlo por ti, tú no eres una pieza intercambiable en el tablero de ajedrez de la administración de justicia, tu relación con tu cliente es personal y ese es tu único capital: esa relación que hace que esa persona te quiera a ti como abogado o abogada y no a otro distinto de ti es la que subyace bajo el derecho a la libre elección de letrado, es por la que has trabajado durante toda tu carrera tratando de ganarte una reputación y es la que te nutre. Que las leyes protejan a los letrados cuando enferman es una manera también de defender el derecho de la ciudadanía a la libre elección de letrado.

Si no lo quieres hacer por ti hazlo por tus hijos, porque tienen derecho a que su padre y su madre puedan cuidarlos al menos con las mismas garantías que cualquier otro ciudadano.

Y, si no lo quieres hacer por ti ni por tus hijos, hazlo por la sociedad, hazlo por todos, hazlo en defensa del derecho y la justicia de los menos favorecidos.

El 85% de la abogacía de este país la forman abogados y abogadas que ejercen solos o en pequeños despachos; esa abrumadora mayoría de la abogacía española no tiene vínculos con grandes empresas ni tiene otro interés que la defensa de los intereses de su cliente. Esa abogacía libre, real, verdadera e independiente es la garantía de los derechos de la población.

¿Alguien cree que un gran despacho habría peleado por la nulidad de las cláusulas abusivas como ha peleado la abogacía independiente? ¿Alguien cree que un gran despacho con grandes corporaciones como clientes va a defender los intereses de un ciudadano de a pie de la misma forma que uno o una de ese 85% de la abogacía independiente?

Pues bien, tienes que saber que esa abogacía independiente está amenazada, que quieren condenarla a ser no más que una abogacía low-cost que ofrezca servicios de baja calidad a la ciudadanía. Quieren una abogacía low-cost para una ciudadanía low-level.

Por eso, si aún no tienes razones para hacerlo, aquí tienes una más: tenemos un trabajo que hacer ya no por defender la abogacía que amamos sino porque es la única forma de defender a la ciudadanía de un futuro donde sean ciudadanos de segunda clase, con derechos de segunda clase y con abogados de segunda clase.

Sí, sabes que tenemos un trabajo que hacer juntos y por eso nos vamos a ver en Córdoba los días 29 y 30 de noviembre. Porque tú sabes que unos cuantos miles de abogados y abogadas unidos son una fuerza imparable, porque tú sabes que unos cuantos miles de abogados y abogadas con unos pocos objetivos claros no pueden ser detenidos y, sobre todo, porque sabes que nadie lo hará por ti y que nadie lo hará mejor que tú.

Vamos.