Tomaculum, lucanica y longanonis.

Los romanos llamaron a los embutidos «tomaculum» (tomaculum est tripa carnibus farta) o en otros casos, como el que nos ocupa, «lucanica», un embutido que se suponía originario de la región de Lucania y del que se ocuparon sabios personajes como Apicio o Cicerón. El hecho de que esta «Lucanica» se hiciese usando el intestino grueso del cerdo («longanonis» en latín) dió como resultado la ibérica longaniza que es lo que voy a cenar hoy.

España es un país que consume longaniza ya sea esta de pequeño, mediano o grueso calibre (salchichón, por mal nombre): desde Vich, pasando por Solsona (deliciosas sus llonganisses) hasta el rincón más extremo de la Extremadura, España es una unidad de destino en lo longanizal. Olvídense de Francia —cuyos embutidos son lamentables para el paladar que ha probado los de España—, abjuren de Italia, sus pompas y ostentaciones, destierren el salami de sus despensas y aténganse a la longaniza, salchicha o salchichón españoles. No encontrarán nada parecido.

El viernes pasado estuve en Lorca y no podía dejar pasar la oportunidad de aprovechar el buen hacer de los hombres y mujeres de aquel país, de modo que entré en una carnicería que conozco y en la que hasta el papel de envolver es artístico y me compré la longaniza, la imperial y el salchichón cocido que les muestro. El hombre que atendía la percha llamó a este último producto «catalana» y un mar de recuerdos de bocadillos infantiles y meriendas chusco en ristre se me vinieron a la cabeza; sí, yo pedía a mi madre bocadillos «de catalana» ¿cuándo olvidamos ese nombre los que vivimos fuera de Lorca?

Hoy me he determinado a cenarme parte de lo que agencié el viernes y, como siempre, los aromas antiguos me hacen evocar todas las cosas y dan un sabor especial a los platos.

Sólo una cosa me molesta ¿Por qué pondrían los romanos el nombrecito de «tomaculum» a un objeto en forma de salchicha?

Mejor no lo pienso. ¡A cenar!

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