El Capitán Araña

En Cartagena, cuando yo era niño, el paradigma del sujeto despreciable era el llamado «Capitán Araña». Se decía que el «capitán araña» embarcaba a la tripulación para luego quedarse él en tierra. El «capitán araña» era, pues, ese sujeto miserable que ordenaba a las tropas marchar al ataque para quedarse él en el refugio, que pedía a otros que ayudasen o hiciesen obras de caridad mientras él no daba nada o llamaba a población a la honradez mientras él se lucraba con sus obvenciones.

Los niños de mi generación teníamos muy claro cuál era el paradigma de un héroe y cual el paradigma de un villano y, dicho esto, debo decirles que estos días no puedo soportar la visión de esta foto.

Quizá no leí los libros adecuados de niño, quizá no vi las películas correctas, quizá los héroes de mis tebeos jamás existieron en la vida real. A lo mejor todo aquello no era más que un engaño.

Los héroes de mis libros y tebeos eran tipos previsibles: Si la tropa pasaba hambre ellos pasaban hambre con la tropa; si el barco había de combatir ellos se plantaban en el puente en uniforme de gala y no colocaban a sus hombres en más peligro de aquel en que ellos mismos se colocaban; si, en fin, el barco se iba a pique, ellos eran los últimos en abandonarlo y eso siempre y cuando no les diese la petera de hundirse ellos con él.

Lo que nunca vi ni leí es que esos hombres comiesen caviar mientras la tropa ayunaba, mandasen sus hombres a la muerte mientras ellos huían o agarrasen el primer bote salvavidas cuando el barco amenazaba con irse a pique. Esas acciones no eran propias de estos hombres, esas acciones las llevaban a cabo los villanos, los malvados, los infames y repugnantes sujetos que ilustraban todo aquello que los niños debíamos odiar.

Esta noche, mientras trataba de dormir, he vuelto a ver esta foto en redes sociales y me me he vuelto a acordar de esto que escribí hace un tiempo, pues, mientras el toque de queda restringía los derechos de la población «ellos» (que a lo que se ve no son humanos y escapan a las normas y recomendaciones que ellos mismos hacen) se reunían a cara destapada para celebrar un sarao mientras encerraban a la población.

Sí, muy probablemente me educaron mal.

O a lo mejor no y los miserables son ellos. Y sí, en la fiesta estaba el ministro de justicia.

Capitanes Araña.

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