Medimos la capacidad de almacenamiento de información en cualquier soporte con toda naturalidad y así, decimos: ese disco tiene 18 Terabytes o ese USB puede almacenar 500 Gigabytes… Esta forma de expresarnos es para nosotros, desde hace unos 20 años, perfectamente natural y, sin embargo, hasta donde yo sé, nadie clasifica a las personas por su capacidad de almacenamiento de información. De hecho creo que no está calculado con precisión cual es la capacidad de almacenamiento de información de un ser humano, pero, para los fines que a mí me interesan da igual que dicha capacidad esté o no medida.
Por lo que a mí respecta la naturaleza es igualitaria y dota a todos los seres humanos de una igual o muy parecida capacidad de almacenamiento de información, así que llamaremos «personbyte» a la capacidad de información que una persona estándar puede almacenar.
De este modo un ser humano supondrá «1 personbyte» de capacidad de almacenamiento y dos seres humanos «2 personbytes»… y así sucesivamente.
Y ahora vamos al turrón o meollo de lo que me ocupa. Cada ser humano nacido en libertad necesita de ese personbyte para sobrevivir (la naturaleza no desperdicia recursos) de forma que, en estado de naturaleza, el hombre aprende a andar, cazar, recolectar, distinguir los frutos comestibles de los que no lo son, los animales que puede comer de los animales por los que puede ser comido, etc.
Al lado de nuestros antepasados nosotros somos unos perfectos zoquetes: ni sabemos encender fuego, ni sabemos encontrar agua, jamás hemos ayudado a parir a una mujer, somos incapaces de distinguir las setas comestibles de las venenosas, no sabemos seguir un rastro, no sabemos tender una trampa a un conejo… Somos unos perfectos inútiles, unos absolutos ignorantes, si nosotros estuviésemos en el lugar de nuestros antepasados la raza se habría extinguido y, sin embargo, algo bueno habremos hecho para llegar hasta aquí. Vamos a tratar de averiguarlo.
Los seres humanos que viven en estado de naturaleza tienen como primera necesidad sobrevivir y sus conocimientos se encaminan a ello. Todos tienen la misma capacidad de almacenamiento de información que nosotros («1personbyte»), pero lo que ocurre es que la información almacenada en todos ellos es siempre la misma: cómo sobrevivir. Todos los «personbytes» replican la misma información o casi.
Es sólo cuando la cooperación, entendida como una estrategia evolutivamente estable, comienza operar cuando esa capacidad del grupo para almacenar información aumenta.
Los viejos de la tribu ya no pueden cazar pero el resto de la tribu los mantiene y la información almacenada en ellos ya no es estrictamente la necesaria para sobrevivir. Conservan memoria de hechos que la generación actual no tiene, comienzan a olvidar sucesos recientes pero recuerdan perfectamente viejas historias… Y ya no todos los seres humanos del grupo almacenan información por valor de un «personbyte». Ahora la suma de uno más uno ya no es igual a uno, ahora la existencia de conocimientos distintos hace que la suma arroje un resultado superior a uno.
Otro tanto ocurre con el chamán o brujo de la tribu, excluido de las tareas diarias comienza a adquirir conocimientos distintos de los meramente necesarios para subsistir y de esta forma la calidad de la información almacenada por el grupo aumenta.
Este proceso se dispara con la llegada de la agricultura: el excedente permite que algunos miembros del grupo ya no trabajen en la pura subsistencia y dediquen su capacidad de almacenamiento de información, su «personbyte», al almacenamiento de conocimientos distintos (alfarería, carpintería…).
Piense usted cuantos «personbytes» de información fueron necesarios para construir las pirámides de Egipto: personas que dedicaron su entera capacidad de información a la arquitectura, a la matemática, a la cantería, a la carpintería, a la construcción de los barcos que transportaban la piedra, al gobierno de esos barcos… Y así hasta un altísimo número de «personbytes».
El progreso exige muchos personbytes. Usted, si quiere construir coches, va a necesitar de muchísimas personas porque los conocimientos necesarios para construir un coche no caben en 1, ni en 2 ni en 1000 personbytes. Desde que se mina el metal hasta que el coche sale de la cadena de montaje hacen falta miles y miles de personbytes de conocimientos. Y si esto es así en los coches, piensen en ese submarino que estamos construyendo en Cartagena: ¿cuántos personbytes hacen falta?
Las dimensiones de las empresas vienen determimadas por el conocimiento preciso para llevar adelante su objeto; las capacidades de los países vienen determinadas por la cantidad de personbytes de que disponen y son capaces de poner en marcha.
No importa tener 1.000.000.000 de personas con un «personbyte» de capacidad cada una; si no somos capaces de ocupar esos personbytes con información distinta y complementaria el grado de conocimiento de esa sociedad será 1. Pero si logramos poner a trabajar todos los personbytes de una sociedad llenándolos de la información precisa, es cierto que como individuos seremos seres incapaces de sobrevivir, pero como sociedad, como equipo, seremos imparables.
Un análisis informacional de las sociedades y una programación informacional de su futuro son claves para el éxito de las mismas aunque no sé si quienes nos gobiernan entienden bien el concepto.
Y ahora, mientras escribo esto, pienso en mis amigos profesores y entiendo sus frecuentes ataques de desesperación.