Pienso en las principales hazañas geográficas de los españoles y compruebo que, al menos las más famosas, las llevaron a cabo inmigrantes.
Cristóbal Colón, un hombre de origen desconocido —pero que a nosotros nos llegó desde el Reino de Portugal— fue el impulsor del Descubrimiento de América y otro portugués, Magallanes, fue también el impulsor de la primera circunnavegación del mundo en cuya realización perdería la vida.
Si de victorias militares se trata no cabe duda de que, entre las más conocidas, se encuentran la de Lepanto («la más alta ocasión que vieron los siglos», en palabras de Cervantes) o las gloriosas campañas de los Tercios de Flandes inmortalizadas por Velázquez en el cuadro de «Las lanzas».
Pues bien, Don Juan de Austria, el jefe supremo de la Armada en Lepanto, era un extranjero nacido en Ratisbona hijo bastardo (se decía entonces) de otros dos extranjeros: Carlos de Habsburgo y Bárbara Blomberg.
En los tercios, sin duda, uno de sus mandos más conocidos es el Capitán General de Flandes durante la «Guerra de los ochenta años» Don Ambrosio de Spínola (Ambrogio Spinola Doria. Génova 1569) un italiano vero que fue inmortalizado por Velázquez con ocasión de «La Rendición de Breda».
Pero no sólo el bien, sino también el mal, nos ha llegado de manos de extranjeros como por ejemplo Felipe de Borbón (Versalles 1700) y Carlos de Habsburgo (Karl Von Habsburg. Viena 1685) que destrozaron la nación en una guerra civil que duró catorce años y en la que ambos se movían por el «patriótico» interés de sentarse en el trono de España. Los efectos de aquella guerra aún los sentimos hoy todos los españoles.
Y, seguramente, uno de los extranjeros que mejor captó el espíritu de los españoles —sobre todo de los políticos españoles— fue el Rey italiano Amadeo de Saboya, el único rey elegido por la representación popular de los españoles y el único rey que tuvo el valor y el buen juicio de declararse incompetente para resolver unos males de España que él mismo describió certeramente en su discurso de despedida:
«Si fuesen extranjeros los enemigos (…), entonces, al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra, agravan o perpetran los males de la Nación, son españoles…»
Amadeo I. Discurso de despedida.
El año que viene se conmemorará el 150 aniversario de la dimisión de este buen monarca, de la proclamación de la I República Española y de la Revolución Cantonal (Republicana y Federal) que arrasó mi ciudad.
Veremos cuál de estas tres efemérides conmemoran esos «españoles» de que hablaba Amadeo de Saboya.
Un episodio, el de la revolución cantonal de su ciudad, que siempre me interesó muchísimo y respecto al cual le ruego nos ilustre con alguno de sus escritos.
Gracias Don José.
El año que viene se cumple el 150 aniversario de una sublevación que, al final, fue una inmensa tragedia para mi ciudad, con muchos miles de muertos entre ellos población civil.
Claro que escribiré algo.
Gracias Don José.
Un abrazo 🤜🤛