La representación política en crisis

Elecciones en 1933
Elecciones en 1933

La representación política está en crisis, al menos esa forma de representación política que hemos conocido hasta el advenimiento de la revolución tecnológica que vivimos desde finales del siglo XX.

Hasta ahora nuestras constituciones han venido configurando la representación política como un acto mediante el cual un representante (sea este gobernante o legislador) actúa en nombre de un representado (elector en el caso de las democracias) para la satisfacción de sus intereses. Según este sistema el representado no puede controlar ni exigir que el gobernante cumpla con sus responsabilidades sino, exclusivamente, por medio de mecanismos electorales institucionalizados con los que podrá castigar a su representante o partido político en las siguientes elecciones. Este sistema de representación es el que ha dado lugar a las críticas del tipo «la democracia no puede ser votar una vez cada cuatro años» y a exigencias populares del tipo «democracia real ya». A lo que se ve, esta forma de representación política que supuso en el momento de su inicial aplicación un avance de dimensiones históricas y sobre la que se construyeron los sistemas políticos democráticos que hoy conocemos, parece en lo presente insuficiente a los ciudadanos; y puede que sea verdad que es insuficiente.

Muchas cosas han cambiado desde que la revolución tecnológica que se inició a finales del siglo pasado alcanza a capas cada vez más amplias de la población: si la presencia del elector era con anterioridad difícil o imposible, gracias a esas tecnologías de la información de que ahora disponemos esa presencia aparece no cómo posible sino cómo extremadamente sencilla. A los electores ya no les basta con votar cada cuatro años sino que quieren ser escuchados, ya no quieren representación, quieren presencia y cualquier acción que limite, olvide o restrinja esa presencia produce frustración y es juzgada negativamente.

Al asentamiento en España de tal forma de pensar han contribuido de forma más que principal nuestros actuales representantes: en un país carcomido por la corrupción política el discurso y la actuación de estos «representantes» más que referirse a los electores se movía en la pura y simple autorreferencialidad. De ahí a estigmatizarlos como «casta» sólo había un paso, aunque, dada la forma en que esta forma de representación se desarrolla, la autorreferencialidad es casi inevitable. Sea como fuere la demanda de más presencia de los ciudadanos en los asuntos políticos y las sospechas hacia el sistema de representación y a los propios representantes que de ella han surgido se palpa en la calle. En una época donde el botón «me gusta» ocupa gran parte de la vida social de las personas aparece como cada vez más difícil de justificar su exclusión cuatrienal de los asuntos públicos y comienzan a aparecer demandas de participación que hace apenas 15 años eran impensables. Surgen así preguntas como las que el filósofo Byung-Chul Han formula: «¿Para qué son necesarios hoy los partidos si cada uno es él mismo un partido, si las ideologías que en tiempo constituían un horizonte político se descomponen en innumerables opiniones y opciones particulares? ¿A quién representan los representantes políticos si cada uno ya se representa a sí mismo?»

Este proceso de debilitamiento del sistema de representación política que hasta ahora sostiene nuestros sistemas políticos democráticos no es más que una consecuencia natural de la difusión de las tecnologías de la información que hacen posible una presencia inmediata y directa en asuntos en los que hasta ahora era imposible. Si la representación política supone la enajenación por parte de los electores de su poder político durante cuatro años en favor de sus representantes, no es de extrañar que los electores sean cada vez más cicateros a la hora de enajenar ese poder político: la forma en que el mismo se ha empleado por sus representantes no parece aconsejarles otra cosa.

Los riesgos de que la crisis de la representación política se agrave están ahí y haríamos mal en desconocerlos pues este sistema de representación política es aún irremplazable y no existe alternativa a él. Es por eso por lo que nuestros representantes debieran actuar audazmente y en una forma tan antigua como lo hicieron los padres de la Constitución de los Estados Unidos.

En el momento de aprobarse la constitución de los Estados Unidos (1787) apenas un 60% de la población de ese país sabía leer y, sin embargo, apenas dos años después (1789), se aprobaba la primera enmienda a dicha constitución que, entre otras cosas, proclamaba:

«El Congreso no hará ley alguna (…) que coarte la libertad de expresión o de la prensa…»

Con un 60% de población analfabeta cuesta trabajo pensar que el derecho a la libertad de prensa fuese una aspiración fuertemente demandada por los estadounidenses; mucho más aún cuesta pensar que esa demanda se elevase a la categoría de derecho fundamental constitucionalmente protegido. Y, sin embargo, la consagración de ese derecho colocó a los USA a la cabeza del mundo, permitió la democracia tal y como hoy la conocemos y sirvió de ejemplo al resto de los países que en siglos sucesivos la fueron estableciendo también; y esto lo hicieron con un 60% de población analfabeta y cuando, del 40% restante, apenas una ínfima proporción leía la prensa. Los USA se adelantaron a su tiempo, fueron creativos y entendieron que esa nueva tecnología tenía enormes implicaciones políticas. La historia premió su audaz creatividad; en España la libertad de prensa no llegó de verdad sino en 1978; es decir 189 años después que en los USA, y este retraso en este y otros campos aún lo estamos pagando y lo pagaremos en el futuro.

Hoy que en España tenemos un sistema político en descomposición, ahora que se reclaman modificaciones de la Constitución y los estatutos de autonomía uno echa de menos esta creatividad y audacia de que hicieron gala los constituyentes norteamericanos hace 215 años. Nos empeñamos en mantener debates de hace 150 años: Discutimos cansinamente el “ser de España”, la “independencia” de viejos reinos de hace 500 años, el papel de los jefes de estado… Pero no hacemos el más mínimo esfuerzo para ser audaces y creativos y somos incapaces de detectar que hoy la tecnología tiene implicaciones mucho más importantes y acuciantes que en 1789.

Si en 1789 apenas una ínfima parte de la población leía la prensa y consideraron fundamental el derecho a la libertad de la misma ¿qué diremos en 2013 de la enorme trascendencia que tienen las tecnologías de la información?

Hoy esas tecnologías permiten opinar a casi cualquier ciudadano sobre las cuestiones que le incumben; hoy esas tecnologías permiten a casi cualquier ciudadano participar en la elaboración de las normas que le afectan; hoy esas tecnologías permiten que los representantes políticos contacten de forma inmediata y habitual con sus representados, y permiten la transparencia, y permiten que los datos públicos sean verdaderamente públicos, y permiten, en suma, aprovechar intensivamente la mayor riqueza que tiene un país, es decir, su capital humano, los hombres y mujeres que lo integran.

Hoy tenemos cosas que los constituyentes de 1789 ni se atreverían a soñar pero nos faltan justo esas calidades humanas que ellos sí tenían: Creatividad y audacia.

¿No puede España por una vez en la historia ir por delante del resto? ¿Es que siempre habremos de llegar 189 años tarde?

Lo que nos enseñó Cicerón

Objetivos de un discurso: docere, delectare, movere...
Objetivos de un discurso según Cicerón.

Veo publicitarse a menudo cursos sobre cómo «hablar en público» —incluso específicamente dirigidos a abogados para mejorar sus técnicas de informe oral en sala— y debo decir que, cuando leo sus contenidos, me decepcionan profundamente y me invade la sensación de que casi todos estudian lo accesorio y olvidan lo principal.

La retórica es una disciplina transversal a distintos campos de conocimiento (ciencia de la literatura, ciencia política, publicidad, periodismo, ciencias de la educación, ciencias sociales, derecho, etc.) que se ocupa de estudiar y de sistematizar procedimientos y técnicas de utilización del lenguaje puestos al servicio de una finalidad persuasiva o estética, añadida —naturalmente— a su finalidad comunicativa y, esta ciencia, es algo mucho más serio que una serie de consejos pueriles más propios de la literatura de autoayuda que de la literatura científica que es lo que suelo ver en los programas de estos cursos que les he mencionado.

Hoy, mientras leía un artículo sobre cómo Aristóteles podía ayudar a las «Startups» a generar contenidos de calidad, me he acordado de mi disgusto con estos sedicentes «cursos de oratoria» y me he preguntado si podría resumir en una o varias infografías algunas de aquellas enseñanzas de la antigüedad clásica que, dos mil años después, siguen siendo el «state of the art» de la ciencia retórica y, cómo no, he recordado a Cicerón y su obra «Orator«, pues en dicha obra el maestro nos resume cuáles han de ser los objetivos de todo orador forense. Los tres objetivos del orador, según Cicerón, son «docere, delectare, et movere». Es decir, el orador forense debe perseguir tres metas: probar su tesis a la audiencia (el juez o el jurado), deleitarla y moverla emocionalmente a llevar a cabo una acción (en nuestro caso a que dicten una sentencia favorable).

No me extenderé mucho, los argumentos del objetivo ciceroniano del «docere» podemos encontrarlos en la esfera del «Logos» de que nos hablaba Aristóteles en su «Retórica» y que, en el caso de los abogados, son nuestras primeras herramientas: la ley, la jurisprudencia, la doctrina, pero también las evidencias, las analogías, etc y por eso los he colocado contiguos en la infografía. Los argumentos que corresponden al «delectare» y al «movere» los he colocado respectivamente vecinos a los campos del «ethos» y del «pathos»; no es correcto, lo sé, pero, comoquiera que de estos tres campos ha de nutrirse nuestro trabajo en sala, ahí los dejo para que vayan sonando.

Determinar cómo y con qué herramientas hemos de conseguir esos tres objetivos que Cicerón nos señala es un trabajo que excede con mucho a los límites de un post pero, al menos, conociendo los objetivos seremos capaces de darle un sentido a nuestro trabajo pues si no conocemos nuestro destino ningún camino es bueno.

En todo caso: gracias Cicerón.

Playa de Portmán, años ’60 (urbanización)

Portmán años 60 barracas Ahora que la costa está llena de urbanizaciones esta imagen parece salida de un mundo irreal. Dos zagales juegan en el agua con una caja de madera y un cordel y, detrás, luce en todo su esplendor la «urbanización» de la playa de Portmán: un conjunto de barracas que eran desmontadas cuando acaba el verano devolviendo a la playa su aspecto originario. Ahora que el hormigón ha invadido nuestras costas y que los zagales tienen teléfono móvil, recuerdo aquellos años, cuando a los adultos para veranear les bastaba una barraca y los niños éramos felices con una caja de madera y un cordel.

Europa y la independencia judicial

Retos de la Justicia en España

Recientemente he recibido uno de esos regalos que a uno le alegran la vida: el libro «Retos de la Justicia en España» escrito por Doña María Marcos González, Profesora Titular de Derecho Procesal de la Alcalá de Henares y que es producto de una investigación por ella realizada en Nueva Zelanda entre los años 2012 y 2013.

De entrada me resultó atractivo encontrar un libro de derecho comparado gestado en el país que está en las antípodas -geográficas- de España pues, pareciéndome que nuestro sistema judicial se encuentra en tal mal estado, me acerqué al libro con la esperanza de que nuestras antípodas geográficas lo fueran también jurídicas y pudiera encontrar en ellas fuente de inspiración para una reforma que coloque a nuestra administración de justicia justo en las antípodas de donde está; es decir, en las antípodas de la inanición, la obsolescencia y la falta de independencia. Por eso, en lugar de leer el libro por su orden natural (de cabo a rabo), lo empecé por los capítulos que en él se dedican a la independencia judicial; el resultado ha sido sorprendente, ilustrativo y me ha permitido aprender muchas cosas, esto último algo nada sorprendente pues, ignorando yo tantas cosas, soy campo abonado.

De entrada el libro observa el sistema judicial español dentro del proceso de construcción de un auténtico espacio judicial europeo en el que colaboran el Consejo de Europa y la Unión Europea. Tal enfoque es ya de por sí interesante pues, habiendo España sufrido durante esta crisis las estrecheces que le han impuesto abstrusos órganos económicos europeos con el argumento gubernamental de «lo dice Europa», siente uno la tentación de saber qué es lo que «nos dice Europa» en relación con nuestra hética administración de justicia y, como es la independencia judicial lo que últimamente me preocupa, allá me dirigí para ver qué nos recomendaba Europa en ese aspecto. El resultado es el que ahora les cuento.

Lo primero que descubrí fue la existencia dentro del Consejo de Europa de un órgano para mí desconocido el Consejo Consultivo de Jueces Europeos (CCJE) así como documentos de tanta enjundia como La Carta Europea sobre el Estatuto del Juez o la Recomendación CM/Rec(2010)12 del Comité de Ministros a los estados miembros sobre los jueces: independencia, eficiencia y responsabilidades y, por lo que respecta a la independencia, ambos documentos son extremadamente claros. La carta opta porque el gobierno de los jueces lo ejerza un organismo independiente del poder legislativo y del ejecutivo y que debiera estar compuesto, al menos al cincuenta por ciento, por jueces elegidos entre sus pares. Tal opción se ve desarrollada en la Recomendación que establece:

Capítulo IV – Los Consejos del Poder Judicial

26. Los Consejos del Poder Judicial son organismos independientes, establecidas por la ley o la Constitución, que tratan de salvaguardar la independencia del poder judicial y de los jueces individuales y por lo tanto para promover el funcionamiento eficiente del sistema judicial.

27. No menos de la mitad de los miembros de estos consejos deben ser jueces elegidos por sus pares de todos los niveles del poder judicial y con respeto a la pluralidad dentro de la judicatura.

28. Los Consejos del Poder Judicial deberán demostrar el más alto grado de transparencia hacia los jueces y la sociedad mediante el desarrollo de procedimientos preestablecidos y decisiones razonadas.

29. En el ejercicio de sus funciones, los consejos de la judicatura no deben interferir en la independencia de los jueces individuales.

Las razones que toma en cuenta el Consejo de Europa en su Carta para optar por esta composición se contienen en la Exposición de Motivos (Explanatory Memorándum) a la Carta Europea sobre el Estatuto de los Jueces, que, sintéticamente, es la que sigue. (La traducción es mía, así que te recomiendo acudir al original)

La Carta prevé la intervención de un organismo independiente del [poder] ejecutivo y el legislativo, donde se tomen las decisiones sobre la selección, contratación o nombramiento de los jueces, el desarrollo de sus carreras o la terminación de sus funciones (…)

Se planteó la cuestión de cual habría de ser la composición de ese órgano independiente. La Carta en este punto establece que al menos la mitad de los miembros del cuerpo deben ser jueces elegidos por sus pares, lo que significa que no quiere que los jueces estén en minoría en el organismo independiente ni les obliga a estar en mayoría. A la vista de la variedad de concepciones filosóficas y debates en los Estados de Europa, la referencia a un mínimo de 50% jueces surgió como capaz de asegurar un nivel bastante alto de respeto a cualquiera de las otras consideraciones de principios que dominan los distintos sistemas nacionales.

La Carta establece que los jueces que integran el organismo independiente deben ser elegidos por sus pares, con el argumento de que el requisito de la independencia de este organismo se opone a la elección o designación de sus miembros por una autoridad política que pertenece al poder ejecutivo o el legislativo.

Habría un riesgo de sesgo partidista en la designación y el papel de los jueces en virtud de un procedimiento de este tipo. Se espera que los jueces que se hayan de sentar en el organismo independiente se abstengan de buscar el favor de los partidos políticos o los organismos que hayan de nombrarles o elegirles.

Por último, sin insistir en cualquier sistema de votación en particular, la Carta indica que el método de elección de los jueces a este órgano debe garantizar la representación más amplia de los jueces.

Bien, pues si eso es lo que «dice Europa» ¿qué tenemos en España?. Ustedes lo saben igual que yo: un sistema donde, muy contrariamente a lo deseado por la Carta, los miembros del poder judicial son perfectamente reconocibles por su adscripción política piadosamente llamada «conservadora» o «progresista» para no decir directamente por qué partido de la Cámara han sido promocionados. Y ¿por qué no tenemos el sistema que nuestra Constitución diseña y establece la Carta Europea? Ustedes también lo saben, basta con recordar una de las primeras acciones del ministro Gallardón (de infausta memoria por muchos motivos).

Cada uno puede tener su opinión sobre el asunto -faltaría más- pero esto es lo que «dice Europa» en materia de independencia judicial, una opinión esta de «Europa» a la cual el Gobierno de España, tan atento a obedecer cuando de recortar económicamente se trata, no parece tener el más mínimo rubor en desobedecer aunque para ello haya de incumplir todas sus promesas electorales. Ni Gallardón lo hizo ni Catalá tampoco, y no piensan hacerlo aunque así lo escribió blanco sobre negro su partido en su programa electoral.

De momento me basta recordar que el informe GRECO (otro de esos documentos a través de los cuales «habla Europa») señala la falta de independencia judicial en España como una de las principales causas de la corrupción política que padecemos; supongo que aunque sólo sea por eso deberíamos sentarnos en serio a hablar de la forma de tener un poder judicial más independiente y menos controlado políticamente.

Y por hoy está bien, De Nueva Zelanda ya hablamos otro día.

 

 

Libertad de panorama

Las personas del siglo XXI no entenderíamos nuestras vidas sin fotografías. Conocemos cómo era nuestro rostro de niños, por ejemplo, gracias a las fotografías familiares que conservamos; fotografías en las que también aparecen los rostros que nuestros padres y familiares tenían en su juventud y nos sorprendemos a menudo observando cómo han cambiado no sólo esos rostros, sino nuestra ciudad o el propio entorno donde aquellas viejas fotografías familiares fueron tomadas. Gracias a las fotografías conocemos la mayor parte del mundo y gracias a la fotografía, aunque nunca hayamos viajado Atenas o a París, sabemos con exactitud cómo son el Partenón, la Victoria de Samotracia o la Torre de Eiffel.

Estas posibilidades eran absolutamente impensables para los hombres hasta muy avanzado el siglo XIX cuando, en 1888, la compañía de George Eastman (Kodak) inventó las «películas» enrollables, esos «carretes de fotos» que muy previsiblemente las nuevas generaciones ya nunca más usarán.

Hasta 1888 la posibilidad de hacer «cuadros automáticos» era virtualmente imposible para la amplísima mayoría de la población. El material fotosensible se fijaba en soportes rígidos (generalmente cristales) que, en muchos casos, se habían de mantener húmedos y cuyo «revelado» sólo era posible realizar usando complejos procedimientos químicos que estaban fuera del alcance del ciudadano común.

Pero, con la genial invención de George Eastman, el mundo cambió. Al fijar el material fotosensible sobre una película enrollable (film) pudo sacar al mercado su cámara Kodak a precios sin competencia. La cámara, una vez agotado el carrete, se enviaba a los laboratorios de Kodak donde se procedía al revelado del negativo y al positivado de las copias. Gracias a Eastman, para tomar una fotografía, no hacían falta más habilidades que las de ser capaz de apuntar con la cámara y presionar un botón: desde 1888 todos los hombres podían ser fotógrafos. A partir de 1888 también y gracias a Eastman conocemos la historia de la humanidad como nunca antes habíamos podido conocerla: sabemos cómo vivía o vestía la gente común; sabemos cómo han evolucionado nuestros pueblos y ciudades desde entonces y, en fin, sabemos cómo fue la vida de nuestros padres y abuelos a través de las viejas fotografías del álbum familiar que ahora tratamos de digitalizar para salvarlas de las garras del progreso.

Llamamos «prehistoria» al período de la historia anterior a la invención de la escritura y estoy seguro que, el salto que la invención de la fotografía de masas supuso para la humanidad, se verá por las generaciones venideras como un salto de dimensiones comparables. Gracias a George Eastman conocemos no solo nuestro planeta sino hasta la superficie de nuestro satélite pues Kodak fue la película que equipó las máquinas Hasselblad con que los astronautas del programa Apolo se pasearon por la Luna fotografiando su estancia allí. Por lo que a mí respecta una «Kodak Instamátic» como la que ven al principio de este post fue mi primera cámara de fotos y con ella documenté gran parte de mis primeros 30 años de vida.

Pero ¿debemos a George Eastman en exclusiva este colosal salto cultural en la historia de la humanidad?

Pues, en parte sí… y en parte no, porque todo este salto cultural no habría sido posible sin la intervención de juristas con visión de futuro y llenos de sentido común, ya que entonces (como ahora), la avidez de dinero de algunos estuvo a punto de acabar con una tecnología que ahora sabemos que ha supuesto uno de los mayores saltos culturales en la historia de la humanidad.

Al tiempo que la fotografía se volvía accesible para las personas comunes otras comenzaron a plantearse si para tomar fotografías de edificios o paisajes debía previamente obtenerse la autorización de sus propietarios. Tales cuestiones llegaron a los tribunales y estos concluyeron que no, que dicha autorización no era precisa. Gracias a aquellas tempranas resoluciones la fotografía popular fue un hecho y ahora podemos conocer con precisión no conocida hasta aquel momento cómo fue nuestro pasado.

La historia de la fotografía (y de la humanidad) pudo ser muy otra de haber optado entonces los jueces por una solución en sentido contrario; y, sin embargo, lo que no ocurrió en los albores del siglo XX es posible que pueda ocurrir ahora, porque en la Unión Europea parece ser que los propietarios de los edificios vuelven a la carga en su afán de obtener beneficios a los que, desde el principio de la historia de la fotografía, nunca tuvieron derecho.

La guerra ha estallado ahora en torno a lo que se llama «Libertad de Panorama». La libertad de panorama es una disposición en las leyes de propiedad intelectual de diversos Estados que permite tomar fotos o crear otras imágenes (por ejemplo, pinturas) de edificios y esculturas que están permanentemente ubicadas en sitios públicos sin infringir la ley de derecho de autor de esas obras y publicación de las imágenes. La libertad de panorama limita el derecho de los propietarios de las obras a ejercer acciones legales contra el fotógrafo o cualquier persona que distribuya la imagen resultante. Es una excepción a la regla general que el propietario tiene el derecho exclusivo para autorizar la creación y distribución de trabajos derivados.

Pues bien, ahora, la Unión Europea pretende limitar esa «Libertad de Panorama» que hasta ahora permite que en España pueda usted tomar una fotografía de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia y hacer con ella lo que le plazca.

Ha sido Wikipedia quien ha dado la voz de alarma. Decenas de miles de fotografías tomadas por voluntarios y que ahora ilustran los artículos de esta enciclopedia podrían devenir ilegales si se aprueba esta iniciativa de la Unión Europea. La aprobación de esta normativa sacaría del dominio público, es decir, del patrimonio de todos, una ingente cantidad de imágenes y, sobre todo, se emprendería un camino de regresión cuyo final es digno de las más tétricas distopías.

Wikipedia ha pedido ayuda, si les parece que deben ayudarle (y ayudarse ustedes mismos) aquí les dejo un enlace para que le expliquen esta historia a sus eurodiputados. Ustedes deciden qué futuro quieren.

Pactos pero con Justicia: aún estamos a tiempo

¿Es posible perseguir con éxito la corrupción con una Justicia que carezca de medios suficientes para ello, tanto personales como materiales? ¿Considerando que sin investigación seria no hay pruebas y sin pruebas no hay condena? ¿Considerando también que la demora en una investigación tendrá, en breve, si se aprueba lo que está en trámite en las Cortes, la posible consecuencia de que haya que archivar una instrucción o cerrar la investigación en falso en el punto en el que se encuentre? Como la respuesta solo puede ser una, que es no, vamos a analizar en qué medida se está teniendo este dato en cuenta en la situación política actual, o se está olvidando. Porque, si hay medios de la Justicia que resultan ser competencia estatal –el Estado decide hasta el número de jueces, de fiscales o de secretarios judiciales y la propia creación de nuevos juzgados- otros son competencia autonómica, cuando las competencias han sido transferidas.

Transcribimos lo que al respecto dice la web del Ministerio de Justicia:

Cada Comunidad Autónoma transferida debe dotar a juzgados y tribunales del personal, instalaciones y medios informáticos necesarios para el adecuado desarrollo de las funciones que ostentan, de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.

Las Comunidades Autónomas con competencias transferidas en Justicia son Andalucía, Aragón, Principado de Asturias, Islas Canarias, Cantabria, Cataluña, Galicia, La Rioja, Comunidad de Madrid, Navarra, País Vasco y Comunidad Valenciana.

De todas esas Comunidades con competencias transferidas, varias han celebrado elecciones autonómicas recientemente.

Vamos a centrarnos en la de Madrid, por varios motivos:

  • La situación de la Justicia de la Comunidad de Madrid es tan lamentable que la desidia y el abandono han sido denunciados públicamente, sin éxito, por todos los jueces decanos y están en los abogados de oficio en lucha desde hace mucho, por la situación indigna que se padece, y se difunden informaciones de juzgados sin folios, con ratas, con instalaciones en situación lamentable, sin funcionarios suficientes porque no se cubren bajas;
  • En Madrid existen gravísimos casos de corrupción del actual partido en el poder en la Comunidad Autónoma y en el Gobierno central –casos Gürtel y Púnica- con ramificaciones en otras Comunidades y que han dado lugar a que en estos momentos haya un exconsejero de Justicia –sí, de Justicia- en prisión preventiva y otro de Justicia –sí, también de Justicia, el que había hasta ahora-, que como imputado está recién dimitido/destituido;
  • Y en la Comunidad de Madrid se ha suscrito ya un acuerdo entre partidos para mantener en el poder al partido que actualmente lo ostenta, en el que se indica expresamente, que se pretende luchar contra la corrupción.

No hay tantas comunidades en la que concurran esas circunstancias.

El pacto para la Comunidad de Madrid ha sido suscrito, según el propio blog de la Sra. Cifuentes, que pasará a ser nueva presidenta de la Comunidad por el Partido Popular con el apoyo del otro firmante el pacto, el partido Ciudadanos, en los términos que figuran en su blog, enlace aquí.

Son doce los puntos que contiene el convenio.

Y ninguno de ellos se refiere a los medios materiales y personales de la Justicia.

Sentimos no poder estar de acuerdo con el planteamiento de esos dos partidos ni nos es posible considerar que debamos felicitar a ninguno.

Parece que ambos partidos han olvidado en sus tareas de pacto lo básico: que la forma más importante de combatir la corrupción es la Justicia; que por muchas leyes que pacten o dicten, si no hay quien las ejecute, son puro papel mojado; que si no contamos con una Administración de Justicia digna de tal nombre la corrupción campará a sus anchas y que, en fin, cualquier medida que ahora se tome, aunque sea eficaz a corto plazo, carecerá de ningún efecto en el largo.

Sólo hay una forma de defender a la ciudadanía de la corrupción y al propio tiempo preservar sus derechos fundamentales: contar con una Administración de Justicia eficaz que, de forma casi inmediata, resuelva los procesos por corrupción de que son acusados nuestros políticos, condenando con toda rapidez a los corruptos y apartándolos de la política y absolviendo de forma igualmente veloz a aquellos que han sido injustamente acusados. Solo así se preservan los derechos de todos. Pero para ello es imprescindible saber que la Justicia es la antítesis de la corrupción, que la corrupción sólo infecta entornos donde la Justicia es deficiente o simplemente no existe.

Y por eso debemos llamar la atención de estas mismas formaciones y de las demás que ahora están pactando sobre este punto en el resto de España: si, en las comunidades autónomas donde la Justicia está transferida, esta no ocupa un papel central en los próximos pactos y programas de gobierno nada se habrá resuelto, se habrá fallado a la población y se seguirá en peligro la convivencia no solo de esa comunidad autónoma sino del estado en su conjunto.

Esta advertencia es de particular importancia para las nuevas formaciones (Ciudadanos y Podemos) pues las voces que señalan un posible olvido o desconocimiento de estos partidos en materia de Justicia ya se alzan desde el campo de los jueces y no precisamente desde las asociaciones más conservadoras.

Aún quedan pactos por cerrar en muchas comunidades autónomas, hay tiempo y ocasión de enmendar errores, pero si, desde ya mismo, no se demuestra por estos partidos que tienen sensibilidad y conocimiento para ocuparse de los problemas de la Justicia van a encontrarse con serios problemas, y no serán sólo jueces a quienes tengan enfrente.

Co-post difundido simultáneamente en los blogs de José Muelas Cerezuela y Verónica del Carpio Fiestas.

Merci Madame

Selfie con Soraya Amrani MekkiLa mujer que está conmigo en este selfie se llama Soraya Amrani Mekki dato este que, probablemente, no les diga nada; pero, antes de abandonar la lectura, déjenme que les cuente. Soraya Amrani Mekki es francesa e hija de padres absolutamente analfabetos (su padre, de origen argelino, se ganaba la vida como trabajador en las canteras). Soraya nació y creció en el conflictivo barrio parisino de Montfermeil, famoso no sólo por ser el emplazamiento de la posada de los Thénardiers en “Los Miserables”, sino por sus violentos conflictos sociales. He tenido la ocasión de compartir algunos ratos con ella estos dos últimos días y créanme si les digo que es una mujer admirable. Porque, joven como se la ve en la imagen que es, Soraya es Doctora en Derecho, es una de las mayores especialistas en Derecho Procesal Civil e imparte clases en la Universidad Paris-Ouest-Nanterre. A sus pocos años tiene un currículum prodigioso y una producción científica “tan masiva como las obras completas de Zola” (según cita del diario francés “Le Télégramme»). Entre muchas otras organizaciones es miembro de la «Commission nationale consultative des droits de l’homme” (CNCDH) pero, por lo que me interesa citarla en este post es porque es, además, miembro del “Conseil Supérieur de la Magistrature” (CSM) de Francia (el equivalente de nuestro Consejo General del Poder Judicial) a propuesta del Presidente de la República Francesa. Anteayer tuve el honor y el privilegio de compartir con ella no menos de cuatro horas de charla sobre los principales problemas que tienen los tribunales y la justicia en Francia y en España y no pude dejar de pensar en que me gustaría que los miembros de nuestro Consejo General del Poder Judicial escuchasen a los abogados de la misma forma en que me he sentido escuchado por ella. Gracias Soraya. Merci Madame.

Catalá en el CGAE

Esta mañana el ministro de justicia ha ido al Consejo General de la Abogacía Española (CGAE) y lo ha hecho como siempre: sin anunciar su llegada. Esta costumbre de que el ministro venga al CGAE sin que lo sepan mas que unos pocos consejeros, que guardan celosamente para sí la información, resulta extremadamente conveniente para el propio ministro, pues ninguno de los consejeros puede preparar de antemano las preguntas que le hará y eso tan solo en el caso de que se admitan preguntas.

Hoy, tras su inesperada llegada, se nos ha comunicado (también inesperadamente) que admitía preguntas, de forma que, por si me dejaban, he preparado diez preguntas escritas de las cuales tan sólo he podido formular tres (algo es algo). Lo de escribirlas ha sido porque, previamente, uno de los consejeros que estaban en el secreto de la visita me ha informado que el ministro no admitiría preguntas y que si lo hacía sería por escrito; cosa que finalmente no ha sido verdad.

Llegado el momento de formular mis preguntas lo he hecho y, como las llevaba escritas, no tengo ningún problema en transcribirlas literalmente junto con lasrespuestas que ha dado el ministro; la primera ha sido:

Hasta ahora se está incumpliendo por el gobierno la ley de tasas en cuanto al destino que ha de darse a lo recaudado por ellas. Ahora que ustedes han decidido mantener vigente dicha ley para todas las personas jurídicas ¿Se dará al dinero que se recaude en el futuro el destino previsto legalmente o se seguirá incumpliendo la ley en especial su artículo 11?

Por otra parte ¿Se transferirá a las comunidades autónomas pertinentes la parte correspondiente del dinero ya recaudado o del que se recaude a fin de que se puedan atender las necesidades del turno de oficio?”

La segunda pregunta ha sido relativa a la independencia judicial:

Ministro, la Unión Europea en su informe GRECO señala como una de las más importantes causas de la corrupción la falta de independencia judicial en España. 

¿Modificará el ministro la LOPJ a fin de dar cumplimiento al programa electoral del PP en cuanto a la elección de los miembros del CGPJ o mantendrá la redacción actual -contraria al propio programa electoral del PP- hecha por su antecesor? ¿Si no piensa dar cumplimiento al programa del PP en ese punto cómo piensa cumplir las exigencias europeas de aumentar la independencia judicial en España?»

Y la tercera pregunta tenía que ver con la falta de medios que padecen nuestros tribunales de justicia:

Ha manifestado usted recientemente en Sevilla que «se le caía la cara de vergüenza» al ver señalamientos para 2019 o cargas de trabajo del 600% en algunos juzgados y redponsabilizó de ello a las propias comunidades autónomas cuando es el gobierno central el único que puede nombrar nuevos jueces ¿ha pensado crear más plazas de jueces y más juzgados para evitar tales caídas?»

Y me he sentado a escuchar sus respuestas con la convicción de que ni se me dejaría repreguntar a mí ni él se saldría del guión esperable en sus respuestas. Pero me he equivocado.

Me he equivocado porque el ministro, de forma sorprendente ha iniciado su intervención haciendo un encendido elogio de la actividad «de denuncia y oposición» que está llevando a cabo la Brigada Tuitera; ha afirmado que es una nueva forma de actuación y que gracias a nuestra actividad llegaban hasta el ministerio realidades que de otra manera pasarían desapercibidas.

Tratar bien de palabra a quien se ha de tratar mal de obra es una estrategia tan vieja como «El Quijote», libro donde Cervantes la consignó, pero debo confesar que en este país de malos modales estas cosas se agradecen.

Por lo demás lo dicho, se ha atenido al guión en sus respuestas:

Por lo que respecta a tasas ni va a derogar las tasas para las PyMES ni va a destinar el dinero a justicia ni va a transferir nada a las comunidades autónomas. El dinero seguirá yendo a la caja común y el artículo 11 de la ley y todo el preámbulo de la misma no parece que le importen lo más mínimo.

Por lo que respecta a independencia judicial admite que la forma de elegir a los miembros del CGPJ no es la mejor pero no la va a cambiar, le parece que en España (a pesar del informe GRECO) hay suficiente independencia judicial.

Y por lo que respecta a la falta de medios y a la sobrecarga de trabajo el ministro opina que no está bien medida y que hay que buscar mejores formas de medirla y que debe hacerse de acuerdo entre el gobierno y las CCAA.

Es decir, nada de nada de nada. Esto es lo que hay: no va a hacer nada más de lo ya hecho y ya podemos afilar los sables si queremos algo más.

Y es lo que vamos a hacer señor ministro porque, con toda la cortesía del mundo hemos de decirle que usted necesita votos y nosotros justicia y, si usted no nos da justicia, habrá de olvidarse de los votos.

Por lo demás, créame, encantado de conocerle.

Anuncios plasmados en notitas

«¿Y qué dijo Rajoy de las tasas en el debate sobre el estado de la nación de ayer? ¿Que las quita?…» 

Esa es la pregunta que más me han hecho esta mañana los compañeros con quienes me he encontrado en los juzgados y al escucharla uno alcanza a comprender cuán sencillo es manipular a un país y engañar a sus gentes.

Porque ayer Rajoy sobre las tasas sólo dijo una cosa «Que las revisará»; no dijo si al alza o a la baja, no dijo si para las personas físicas o jurídicas, no dijo ni siquiera si las tasas eran «judiciales» porque incluso omitió pronunciar esa palabra… Ayer, lo que dijo Rajoy es «que las revisará», y nada más.

Luego (o para ser más exactos antes) alguien redactó un papelito con unas notas que entregó a la prensa en el que se decía que el gobierno revisaría las tasas y que las personas físicas quedarían exentas. Pero, cuando uno (no sabemos quién) escribe que «las personas físicas quedarán exentas» lo que está escribiendo al mismo tiempo es que «pagarán todas las personas jurídicas»; sólo que eso lo trata de ocultar porque, antes de la infame ley de tasas, las PyMES (el 99,88% de las empresas) no las pagaban.

Así las cosas Rajoy de tasas no dijo nada, al menos nada inteligible, y alguien (el redactor del papelito) dijo que «todas las personas jurídicas y PyMES seguirían pagando tasas» aunque lo dijo en el neolenguaje del Gobierno, que, para explicar que uno de cada cinco españoles vive bajo los umbrales de la pobreza, lo que hace es afirmar que «cuatro de cada cinco españoles no pasan hambre».

Este gobierno impuso unas tasas que sabe que son injustas e inconstitucionales, escribió que las destinaría a Justicia Gratuita (artículo 11 de la Ley) y mintió e incumplió su propia ley con todo descaro; y, ahora, pretende vender como un éxito que esa misma ley inicua que él aprobó solo va a seguir siendo inicua para todas las personas jurídicas de España; pretende seguir cobrando las tasas (sin que por supuesto haya hecho el menor amago de cumplir la ley y destinarlas a justicia gratuita) y pretende, además, que se le aplauda. Y lo triste es que aún hay algún bobo (gracias a Dios pocos) que le aplaude la gracia.

Acostumbrados al plasma ahora el gobierno nos ha descubierto una nueva suerte: la suerte del papelito. El presidente dice una cosa en la tribuna y un papelito dice otra en los medios. Dada la credibilidad del presidente la prensa ha creído -naturalmente- al papelito y tengo para mí que, quienes diseñaron ese sainete, sabían con toda certeza que así sería. 

Por eso nadie medianamente avisado ha aplaudido el anuncio «plasmado» en el papelito. Porque sabemos que para el gobierno importa poco incluso lo escrito en el artículo 11 de la ley; cuanto menos lo plasmado en un papelito huérfano.

Ahora vendrá lo de siempre, anunciarán cien veces lo que harán sólo una vez (o ninguna); seguirán cobrando tasas mientras en hábil cancamusa sostendrán que tratan de no hacerlo y, finalmente, veremos irse a este ministro, como al anterior, a su casa y con oprobio, aunque, quizá, condecorándose a sí mismo. No será con el premio #T 2015, creo que estoy en condiciones de asegurarlo.

Los revolucionarios de la información

arpanet-5Cuando en 1968 se estrenó «2001 Una odisea en el espacio» de Stanley Kubrick no recuerdo que nadie se extrañase de sus predicciones, al menos por lo que se refiere a mis amigos de entonces, todos ellos compañeros de colegio, aunque es verdad que tardamos un poco más en verla. Estábamos inmersos en plena carrera espacial (la navidad de ese año nuestra visión del mundo cambiaría con las fotos de la Tierra que tomó desde la Luna la misión Apolo 8) y no nos parecía que fuese en absoluto imposible que en el año 2001 se realizasen los viajes espaciales que se narraban en la película.

Tampoco se nos antojaba del todo disparatado que en algún momento del futuro los ordenadores (cerebros electrónicos les llamábamos entonces mis amigos y yo) se rebelasen contra sus creadores y que, al igual que HAL, pudiesen poner en peligro no ya a unos astronautas sino a toda la humanidad, pues no hay que olvidar que vivíamos entonces en plena guerra fría e incidentes como la crisis de los misiles de Cuba estaban muy recientes.

Sin embargo, en medio de todas esas predicciones futuristas que se veían en la película, la verdadera revolución tecnológica se les pasó por alto, pues nadie predijo ni sugirió el nacimiento de internet y de la sociedad de la información. Y lo cuerioso es que, en 1968, gran parte de lo que sería internet ya estaba diseñado: La primera descripción documentada acerca de las interacciones sociales que podrían ser propiciadas a través del networking (trabajo en red) está contenida en una serie de memorandos escritos por J.C.R. Licklider, del Massachusetts Institute of Technology, en agosto de 1962, en los cuales Licklider discute sobre su concepto de Galactic Network (Red Galáctica); en 1967 ya se había celebrado la primera conferencia sobre ARPANET; el 20 de octubre de 1969 se estableció la primera red de computadoras entre los nodos situados en el laboratorio de Kleinrock en la UCLA y el laboratorio de Douglas Engelbart en SRI; para entonces al protocolo TCP/IP apenas si le faltaban cuatro años para nacer. Ahora parece increíble pero entonces, toda esa tremenda revolución que marcaría nuestras vidas 30 años después y daría lugar a un cambio social de consecuencias imprevisibles, nos pasaba completamente desapercibida. Y sin embargo, mientras nosotros veíamos a Kubrick, alguien estaba soñando ese cambio y lo llevaba soñando desde hacía muchos años.

A menudo mis compañeros me preguntan quiénes son, a mi juicio, los verdaderos revolucionarios de la sociedad de la información, los padres fundadores de esta nueva sociedad en que ya vivimos y que trata de abrirse paso a través de una maraña de leyes y políticos ignaros; y hoy me he decidido a responder usando una de las herramientas más maravillosas que haya podido soñar el ser humano: la Wikipedia.

En el texto que les acompaño tienen las biografías en castellano de las personas que considero decisivas para entender la sociedad de la información; no están sus libros y escritos (maldito copyright) y sé que es difícil entender a Norbert Wiener sin leer «The human use of human beings» o a Vannevar Bush sin siquiera conocer su artículo «As we should think», pero creo que componen una lista bastante completa (discutida y discutible) de los «padres fundadores» de esta nueva sociedad que ellos soñaron mientras nosotros viajábamos a los confines de la galaxia de la mano de Kubrick. Disfrútenla.