Sólo cambian diosas, templos y ritos, el alma humana persevera. Per severa. Per se vera.

En el pequeño espacio que se ve en la fotografía los cartageneros han dado culto a tres diosas desde hace más de dos mil años. A ustedes puede parecerles algo de poca importancia, a mí me impresiona y me sume en cavilaciones.

En primer término pueden ver el templo de Isis, una deidad egipcia cuyo culto fue mayoritario en el siglo I de nuestra era. Diosa madre, grande en magia, estrella de los mares y protectora de los marineros no cuesta imaginar cómo su culto llegó hasta aquí desde el oriente en los barcos que llegaban desde allá.

A la izquierda, tras una especie de escalinata, se ve la única columna que queda del templo de Atargatis, otra diosa relacionada con el agua, de hecho Atargatis fue una diosa sirena, mitad mujer mitad pez. Fue otra diosa que llegó en barco.

A la derecha se ve la cúpula de la iglesia de la Virgen de la Caridad, la actual patrona de la ciudad, otra figura sacral que también llegó en barco.

Muchas oraciones de muchas personas de muchas fes y credos distintos aún vibran en este pequeño espacio de mi ciudad. ¿Hay algo especial en él que atrae a las diosas?

Esta es una de las muchas partes de que está hecha mi ciudad.

Cáritas

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Hay tuits que emocionan. Hoy Cáritas ha tuiteado el que ven en la foto usando el hashtag #T que los abogados de «La Brigada» usamos para marcar nuestros mensajes… y me he alegrado en extremo. No puede dejar de alegrarme que una organización que lleva el nombre en latín de la caridad se acuerde de la justicia.

Ocurre que las palabras, a lo largo del tiempo, se cargan de significados del mismo modo que los cascos de los buques se cargan de pequeños animalitos que se van incrustando en ellos mientras navegan. Todas estas adherencias hacen que, al final, no entendamos de las palabras más que los significados más recientes y que no veamos del casco de los barcos más que la capa superficial de algas y animalitos que se han adherido a ellos. Esto pasa con caridad y Cáritas.

Porque Cáritas (caridad) no ha significado siempre lo que ahora entendemos que significa, sino que ha sido una palabra que ha atravesado los milenios conservando en su núcleo algunos de los mejores aspectos del alma humana y compartiendo su ADN con una extensa familia.

La «caridad» toma su ADN primigenio de la raíz protoindoeuropea *ka- (desear) de la que se fue generando una abundante descendencia que dio lugar, por ejemplo, al verbo caló «camelar» (querer, amar) o a la palabra latina «carus» o a la italiana «carezza» o a la castellana «caricia». En esta familia del querer, del deseo (sí, kamasutra también es hija de *ka-), del amor, del cariño y las caricias creció caridad, nuestra protagonista.

Pero caridad también se emparenta con palabras menos gratas como la latina «careo» (carecer) y así, entre cariño y carencias, se hizo mayor nuestra caridad.

Recuerdo ahora aquellas viejas explicaciones que, de niño, me daban en clases de religión (los curas consideraban la caridad poco menos que un patrimonio exclusivo de su religión) y en las que me enseñaban que, si bien el amor nace del corazón, la caridad es producto de la razón y que, por eso mismo, no puede exigirse el amor pero la caridad sí.

Por eso no me parece mal que Cáritas recuerde hoy que hay que exigir justicia para quienes carecen de medios; porque esa «caridad» que piden no es un acto de benevolencia o magnanimidad, es una pura exigencia de la razón; no es algo que ha de darse graciosamente, es algo que se está obligado a entregar a una población que carece cada vez más de medios y a la que están cobrando cada vez más por una justicia que es inaceptablemente cara (por escasa que no por querida), una justicia con la que se hace un infame comercio a través de las tasas.

Por eso hay tuits que emocionan, porque te traen a la cabeza y al corazón cosas como la caridad, las caricias, lo querido y lo caro, caritas y careo, historias sorprendentes como la de «la caridad romana» y hasta raíces protoindoeuropeas como *ka-; sonidos y significados humanos que se esconden incluso tras el nombre popular de la patrona de mi ciudad («La Caridad») o -quién sabe- si hasta en el de la ciudad misma.

Gracias Cáritas.