La mayoría de las civilizaciones de la tierra han tratado de explicar cómo comenzó este mundo que habitamos y, para ello y a falta de conocimientos científicos, han dado en usar de intuiciones, a veces geniales, que han plasmado en mitos.
De los inventores de la historia —los sumerios— nos llega a través de los acadios y los babilonios una de las primeras historias que nos explican cómo el mundo y el hombre fueron creados. A esa historia la conocemos con el nombre de sus primeras palabras «Enuma elish» («Cuando en lo alto». 𒂊𒉡𒈠𒂊𒇺) y nos cuenta cómo el mundo fue creado «Cuando en lo alto el cielo no existía ni abajo existía la tierra firme».
La vieja historia sumeria, en síntesis, nos cuenta uno de los mitos más ampliamente repetidos en todas las civilizaciones del mundo: la lucha entre el caos y el orden; el caos, en el caso del Enuma Elish, representado por la monstruosa diosa Tianmat y el orden por el luminoso dios Marduk. Tras la victoria de Marduk sobre Tianmat, del orden sobre el caos, comienza la labor creadora, ordenadora, de aquel hasta lograr el cosmos y armonía natural que admiran al ser humano.
No muy distinta es la historia que se relata en la creación contenida en nuestro Antiguo Testamento, pues, en el primero de sus libros —conocido como «Génesis» por la mayoría pero que, como en el caso del Enuma Elish, es conocido por su primera palabra por los judíos «Bereshit» («En el principio…»)— también un dios ordenador informa el caos primigenio hasta producir el cosmos armónico que conocemos.
Esta misma lucha caos-orden se produce también en las mitologías mesoamericanas y al lector curioso le sorprenderá comprobar cómo leyendas e imágenes se repiten, por ejemplo:
En el mito de la creación azteca los dioses Tezcatlipoca y Quetzalcóatl logran acabar con el monstruo del caos cuyas lágrimas se convierten en los ríos, justo igual que en el caso de Tianmat, cuyos ojos son las fuentes de los ríos Tigris y Eúfrates para los mesopotámicos. Igualmente sorprendente es el relato contenido en uno de los mitos incas sobre la creación donde el dios Viracocha, tras un primer intento de crear al hombre, al ver que la obra le ha quedado mal, ordena un diluvio para acabar con ellos.
Sí han leído el Antiguo Testamento o tienen nociones de historia sagrada estoy seguro que todos estos relatos que les cuento les suenan.
No digo que todos los mitos de creación de todas las civilizaciones sea iguales, sólo señalo que este de la lucha orden-caos es uno de los más frecuentes (Mesopotamia, Egipto, Mesoamérica…) y resulta, en mi criterio, una ilustración brillante, la expresión poética de una intuición verdaderamente notable sobre la forma en que el mundo funciona y sobre el mecanismo esencial de la «creación».
Porque, si lo analizamos bien, la forma en la que el mundo funciona es esta que nos cuentan los viejos textos, la de una eterna lucha entre una fuerza caótica y un impulso informador que dote de orden al caos. Seguramente este proceso de creación, de cómo puede emerger el orden del caos, es necesario que yo se lo explique aquí pues, de no hacerlo, pueden ustedes pensar que todo esto que les cuento no es más que otro mito como el Enuma Elish o el Bereshit y no la forma en que la naturaleza se comporta.
Para explicar todo este asunto de forma que se entienda bien recurriré a la estructura Sumeria del mito y, si su paciencia lo sufre, les presentaré a la diosa del caos (Tianmat) a la que llamaremos «entropía», al dios informador (Marduk) al que llamaremos energía y el resultado final de esta tensión, la materia informada, será el cosmos y la vida que conocemos.
Veamos cómo Marduk (la energía) pelea con Tianmat (la entropía) y produce orden donde antes sólo había caos.
Quizá para entender esto lo mejor es que empiecen por llenar su lavabo de agua y coloquen firmemente el tapón en su fondo, con esto habremos creado en su cuarto de baño ese océano primigenio de donde brotaron el mundo y la vida. Y ahora prepárense, van a ser espectadores del maravilloso proceso de la creación, ese proceso mediante el cual el caos se informa, se ordena, hasta dar lugar a fenómenos tan complejos y maravilloso como la vida. Vamos allá.
Una vez tenemos lleno nuestro lavabo de agua en nuestro miniocéano primigenio reina el caos, el sistema está en ese aburrido estado de máxima entropía del que parece imposible salir y malamente nadie nos sacará de aquí salvo que se nos aparezca algún dios Marduk que ordene un poco este aburrido charco de agua.
Nosotros invocaremos a Marduk (la energía) quitando el tapón del lavabo y dejaremos que la energía (Marduk) en forma de ley de la gravedad actúe sobre nuestro miniocéano primigenio a ver qué pasa.
Y ahora atentos porque la lucha entre Marduk (la energía) y Tianmat (el caos,la entropía) comienza a desarrollarse ante nuestros ojos, el sistema, la materia,entra en desequilibrio, se mueve y,de pronto, como por milagro, el orden aparece en el sistema. Donde antes las moléculas de agua flotaban a su libre albedrío, ahora, por efecto del desequilibrio introducido por Marduk y su generoso derroche de energía, las moléculas de agua se ordenan y forman espirales, esas espirales que usted conoce bien desde niño pero que, hasta ahora, no sabía que eran un ejemplo a escala de cómo Marduk gracias la energía puede ordenar un sistema que, de otro modo, tiende a la entropía, a Tianmat.
Marduk (la energía) ordena el mundo de muchas formas, no sólo en su lavabo. Si usted coloca su pequeño océano primigenio en una olla y la coloca sobre una fuente de energía (Marduk, el fuego) verá como ese miniocéano de agua que hay en la olla se ordena en forma de corrientes de convección (el agua borbollonea) reduciendo de este modo su entropía, ordenándolo, informándolo.
Este proceso de aparición de estructuras coherentes, autoorganizadas en sistemas alejados del equilibrio se trata de un concepto del científico ruso nacionalizado belga Ilya Prigogine, el cual recibió en 1977 el Premio Nobel de Química «por su gran contribución a la acertada extensión de la teoría termodinámica a sistemas alejados del equilibrio, que sólo pueden existir en conjunción con su entorno».
No les pido que entiendan en profundidad esas estructuras coherentes, autoorganizadas en sistemas alejados del equilibrio (estructuras disipativas) sólo les pido que entiendan ese proceso por el cual la información puede ordenar la materia a costa de un generoso derroche de energía, ganando de este modo la batalla, aunque sea local y temporalmente, a la entropía.
La imagen de un dios amasando barro, harina de maíz o cualquier otra sustancia para crear al hombre es una imagen muy ilustrativa de lo que acabo de contarles, la energía, aplicada a la materia, la informa y da lugar a una realidad nueva que es creada. Sí lo piensa bien quizá ni el Enuma Elish, ni el Génesis, ni el mito de Tezcatlipoca y Quetzalcóatl estaban tan lejos de la verdad y representaban bastante bien ese proceso por el cual se puede informar el caos a través de la aportación de energía.
Si quiere saber cómo empezó la vida en la Tierra puede usted pensar en las diversas fuentes de energía (sol, volcanes, vientos, impactos de meteoritos) que introdujeron en nuestro planeta los desequilibrios necesarios para informar nuevas realidades, aunque solo fuese burbujas en el agua que operasen como protocélulas o cualquiera otra forma que usted imagine.
Sí lo piensa tan solo hay tres realidades en nuestro universo: materia, energía e información y, de las tres, es esta última la que hace interesante al universo.
Esta imagen de Dios como una impresora 3D estoy seguro que le hará mirar de otra forma a quienes sustentamos criterios un tanto piratas/informacionales de la realidad.