Charo

No se conoce que Charo fuera feminista. A lo que se ve, para Charo, la igualdad no se pedía, la igualdad se tomaba y si alguno o alguna se molestaba pues… qué se le iba a hacer.

Hija de familia bien, Charo había pasado parte de su juventud en Sidi Ifni, donde su padre era alto mando militar y, ya sobre la treintena, recaló en Cartagena.

El problema es que, en la Cartagena de los años 50 del siglo pasado, Charo hizo siempre lo que le dio la gana.

El problema es que Charo fumaba. El problema es que Charo bebía. El problema es que Charo se metía en las whiskerias ella sola y allí se pedía unos «on the rocks» que se tomaba muy a gusto porque, a ella, eso le gustaba y le sentaba bien.

Luego, temprano por la mañana, Charo se iba hasta el rompeolas de San Pedro y allí, en los bloques de la escollera del dique de Curra, hiciese frío o calor, se daba su baño mañanero para escándalo de la pacata y santurrona sociedad cartagenera.

Y claro, aquella sociedad farisea cartagenera, tan bien descrita por Gonzalo Torrente Ballester en su obrita «La novela de Pepe Ansúrez», se dedicó a murmurar porque esas cosas que hacía Charo no eran normales. Charo hacía lo que le daba la gana y eso no podía ser bueno.

La mala baba encontró en Charo una buena víctima y así, Charo, hija de buena familia, pasó a ser vinculada obstinadamente por estas lenguas beatas con el mundo de la prostitución. La Charito tenía que ser alcahueta o puta, por lo menos.

Pero Charo no era ni lo uno ni lo otro, era sólo una mujer que hacía lo que le daba la gana e iba por libre en lugar de cantar en el coro del sanedrín.

Recuerdo a las mujeres de entonces comentando en voz baja

—Si ella no se mete con nadie ¿Por qué se meten con ella?

Pero, por lo visto, todo aquello a Charo le dio igual y, hasta que murió a los 81 años, siguió haciendo lo que había hecho siempre: lo que le dio la gana.

Hacer lo que te da la gana sin meterte con nadie es una de las pocas formas dignas de vivir la vida y Charo se aplicó a ello.

No les voy a poner ninguna foto de Charo, rulan muchas por internet y en todas se la ve ya vieja en alguna whiskería o bañándose. No me apetece que la piensen así.

Porque hoy Charo, La Charito, es una sirena en un bloque del rompeolas de San Pedro y nada en el inconsciente colectivo de 225.000 cartageneros que, aunque no la hayan conocido viva, sí que han oído hablar de ella, porque en Cartagena, todos lo sabemos, ella es la más conocida.

Sólo espero que en los mares del cielo haya rompeolas.

El Ministerio de Justicia, una eficaz ayuda para agravar la crisis

No hacía falta ser un profeta para adivinarlo, bastaba con comparar la caída del PIB en 2020 y en 2009 y extrapolar los datos para saberlo. Lo habría visto un niño de seis años, pero el ministro tiene 60 y una larga trayectoria política y seguramente por eso no lo vio.

Los concursos de acreedores han subido ya un 50% en España sin que el ministerio haya adoptado ni previsto medida alguna de fuste para hacer frente a tal aumento. Y ese 50% de subida aún está ralentizado por las medidas que impiden que lleguen a los juzgados de lo mercantil todos los concursos que deberían llegar. El gobierno, en lugar de afrontar el problema, ha decidido crear la apariencia de que no pasa nada permitiendo que las empresas en situación de insolvencia no se vean obligadas a pedir el concurso hasta el 31 de diciembre.

Y a pesar de eso los cconcursos han subido —como habría previsto cualquiera— un 50% sin que la planta de los juzgados de lo mercantil haya sufrido ningún refuerzo adecuado a esta subida.

¿A qué se ha dedicado el ministerio de justicia?

A todo menos a hacer frente a los problemas auténticos de la justicia en España.

Dice que va a transformar los juzgados de instancia en tribunales de instancia, una medida largamente perseguida por todos los gobiernos (en esto PP y PSOE han demostrado una sintonía absoluta) para poder controlar mejor a los jueces aunque para ello hayan de hacer funcionar peor la justicia.

Me llevan los demonios.

Van a venir muchos más concursos en cuanto se abra la espita y llevamos año y medio sin que el ministerio de justicia haga nada. Vamos a enfrentar un problema sin precedentes, lo saben y no hacen nada. Yo ya no sé del lado de quien están estos sujetos, de lo que estoy seguro es de que no juegan en nuestro equipo.

Claro que, como en este país hace tiempo que ya nadie espera nada de la justicia, al ministro probablemente le bastará culpar a la crisis de todo y dejar que los actuales juzgados de lo mercantil se conviertan en tanatorios de empresas incapaces siquiera de enterrar los cadáveres que les llegan.

No entiendo esta actitud rayana en la desvergüenza. No entiendo que cuando los bárbaros están a las puertas de la ciudad los prebostillos se vayan de cena sin mascarilla y sigan buscando como repartirse influencias y cómo controlar jueces y judicaturas.

Esto es ya un desastre y pronto lo será total y este desastre tendrá nombre y responsables.

Ahora también México.

Ayer les conté la historia del movimiento Cypherpunk y por qué nació Bitcoin y el resto de las criptomonedas. Del año 2010 acá las criptomonedas han pasado de ser una diversión de frikis a tener una capitalización inimaginable.

Ahora, en apenas tres días, estamos asistiendo a un fenómeno inusitado: anteayer la República de El Salvador anunció y presentó la ley que ha de convertir en breve al Bitcoin en su moneda oficial. Ayer fue Paraguay quien anunció movimientos en idéntico sentido y hoy es en México —un auténtico gigante con una población tres veces superior a la de España (127 millones de habitantes)— donde se anuncian movimientos políticos por parte de grupos del legislativo para convertir también a Bitcoin en moneda de curso legal.

Los países iberoamericanos saben bien cuál es el valor del dinero de papel que emiten los bancos centrales y conocen muy bien también qué le pasa a ese dinero cuando los gobiernos —como ahora el de Joe Biden— deciden darle fuerte a la manivela de la multicopista.

Con una cifra fija de monedas y gobernado sólo por el código que lo regula y no por cualquier gobierno que eventualmente decida cambiar las reglas del juego, Bitcoin se presenta como una solución muy deseable para todos esos países que, como los iberoamericanos, se han visto inmersos en la aparentemente indestructible lógica del dólar y del dinero fiat.

Lo que está pasando estos tres días sería el sueño que, hace apenas 11 años, soñaron los soñadores de quienes les hablaba ayer.

Pero ¿será posible? ¿acabará otra vez el dinosaurio con los soñadores?

Muy probablemente sí. Ninguna revolución triunfó a la primera, aunque en este siglo XXI las cosas van muchísimo más rápido que en ningún otro siglo de la historia. USA, China, la UE, ciertamente no van a tolerar que paises de su ámbito económico puedan hacer tambalearse su sistema de dominio económico pero…

Pero a veces los sueños son posibles.

Para quien sienta curiosidad le dejo aquí la proposición de ley que se ha presentado en la República de El Salvador. Puede ser un hecho aislado o puede ser la primera de muchas.

Lo veremos.

El «millenial» autócrata

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, una especie de «autócrata millennial» que, a sus 39 años y tras ganar las elecciones ha llevado a cabo una serie de antidemocráticas y poco tranquilizadoras acciones, ha anunciado que hará de Bitcoin moneda de curso legal en su país.

La decisión no supone que la moneda nacional de El Salvador deje de ser oficial porque, lamentablemente, la única moneda que funciona en El Salvador es el Dólar Americano, tras que al «Colón» (antigua moneda nacional) se le agotase todo el crédito a base de darle demasiado a la imprenta. Tras convertir al Bitcoin en moneda oficial El Salvador tendrá dos monedas: el Dólar y el Bitcoin.

¿Qué hay detrás de esta decisión?

Por un lado está la realidad de que la principal fuente de ingresos de El Salvador son los Dólares que los emigrantes salvadoreños remiten al Salvador. Estos envíos pagan comisiones que, con el Bitcoin, se eliminarán.

Por otro lado está la realidad de que más de dos terceras partes de la población de El Salvador no está «bancarizada»; es decir, no tiene cuentas corrientes en el sistema bancario y no puede abrirlas. Disponer de billeteras en Bitcoin, en cierto modo, puede paliar este problema.

Son fines correctos y acertados pero no los únicos.

Nayib Bukele, tras obtener la presidencia del país, ha llevado a cabo una serie de poco edificantes acciones con un inequívoco aroma autocrático (algo que está poco en sintonía con el mundo cipherpunk del bitcoin) por lo que, organizaciones defensoras de derechos humanos ven en esta medida un eficaz detergente que limpie su imagen.

Y tras la decisión de Bukele están sus asesores técnicos, en este caso la plataforma de pagos «Strike» que, sin duda, no debe de haber prestado su asesoramiento gratis para elaborar una legislación cuyos sesgos aún están por ver.

Es por eso que un anuncio aparentemente «histórico» no ha sido celebrado por las criptomonedas con un alza generalizada, sino, más bien al contrario con cautela.

Pero no nos engañemos, las condiciones económicas de El Salvador son comunes a muchas partes de la América Latina. México, Cuba o Venezuela, como El Salvador, reciben importantísimos ingresos de sus emigrantes en los Estados Unidos y la necesidad de usar criptomonedas se siente como imperativa, habiendo crecido de forma impresionante el número de usuarios. Países como los antes citados y otros como Turquía o Nigeria que ven depfeciadas constantemente sus monedas se vuelven hacia las criptos como medio de conjurar la amenaza. Y, en fin, en el incosciente colectivo, la confianza de las nuevas generaciones las criptos se encuentran ya a la altura de la inversión inmobiliaria (dos de cada cinco «millenials» australianos piensan así) por lo que el terreno parece abonado para que grandes masas de población apoyen iniciativas políticas en este sentido.

Pero las criptomonedas y los estados autoritarios no encajan, son agua y aceite, y me preocupa que una herramienta liberadora y democratizadora como las criptomonedas acabe siendo usada como un Caballo de Troya para colocarle a la población terribles herramientas de control como el Yuan Chino.

Todo este mundo de la criptoeconomía no es sólo un mundo de dinero e interés, es también un mundo donde nos jugamos la salud democrática de los estados.

Es una cuestión de democracia o autocracia.

Y yo estoy por la primera.

Los dueños del ágora

Son los nuevos dueños del discurso, si antes periódicos, radio y televisión partían la pana, ahora Google, Facebook y Twitter son los que deciden qué mensajes y a qué personas puede escuchar usted.

Donald Trump, presidente de los Estados Unidos con 80 millones de seguidores en Twitter, fue expulsado de la red y silenciado. Este mes Trump ha tratado de seguir hablando a través de su blog pero, sin la ayuda algorítmica de Twitter y Facebook, sus cifras de audiencia apenas si han superado los cien mil lectores, una cifra ridícula.

Resulta llamativo que una empresa privada, por su sola voluntad, pueda expulsar y condenar a la irrelevancia al presidente del país más poderoso del mundo.

En China las cosas funcionan de otra manera. Ninguna empresa privada podrá expulsar ni silenciar a Xi Jinping porque es él quién decide quien está o no está en las redes sociales.

Esta semana, dentro de la natural y esperable política China contra las criptomonedas, varios «influencers» chinos han sido silenciados en la principal red social del país asiático, Weibo. El régimen chino (como Twitter, como Facebook) no desea que determinados mensajes sean escuchados por la población y para evitarlo simplemente expulsa a los oradores de la plaza.

Son los nuevos dueños del Ágora, los inquisidores del santo oficio de los discursos, los señores de las palabras.

La libertad de expresión, como seguramente siempre ha ocurrido, está en manos de los estados y las grandes empresas, algo que parece extraño a un mundo que abraza cada vez más una visión distribuida del mismo.

Hay que entender las ideologías que pugnan en este momento por diseñar nuestro futuro y hay que tomar partido si no queremos que nuestros hijos vivan la vida que otros han diseñado para ellos.

La nueva frontera es electrónica y es allí donde ahora está la batalla. Si te gustan las emociones corre hacia el lugar donde suenan los tiros.