Juzgados de Orihuela: A vueltas con el interiorismo judicial valenciano

Ya he tenido ocasión de escribir con anterioridad sobre el peculiar diseño de los juzgados de la Comunidad Valenciana y sus ominosos dispositivos de «cuello de botella». Sus diseños rayan lo surrealista en el caso de la Ciudad de la Justicia de Valencia, post cuya lectura les recomiendo pues en él se encuentran todas las claves de este movimiento artístico que los expertos han dado en llamar: «El nuevo interiorismo judicial valenciano». En el caso del juzgado del que les hablaré hoy estos principios se mantienen a un nivel digno de mención. Les cuento.

Hoy me ha tocado trabajar en Orihuela y he podido comprobar que las cosas aquí no son mucho mejores que en Valencia o Benidorm, juzgados sobre los que ya he escrito; los diseñadores valencianos han vuelto a demostrar en este moderno edificio su afición al mostrador como «interfaz» entre la administración de justicia y los administrados y a la creación de ingeniosos dispositivos de «cuello de botella». Sin duda una solución tan «moderna» como las tabernas de Pompeya o las ventanillas del siglo XIX.

Lo que ocurre es que, decididos sin duda a mejorar tan atemporales soluciones, los diseñadores valencianos han incorporado a las mismas una serie de refinamientos encaminados a lograr la consecución de una serie de importantes objetivos, a saber:

-Que no pueda atenderse a más de una persona al mismo tiempo.
-Que no pueda atender más de un funcionario al mismo tiempo.
-Que la atención se produzca en las peores condiciones posibles y, si es posible
-Que los administrados hayan de esperar a ser atendidos en las condiciones más penosas de estrés e incertidumbre.

Veámoslo.

A fin de lograr que no pueda atenderse a más de una persona al mismo tiempo y a fin de impedir que pueda trabajar más de un funcionario en su atención los Juzgados Valencianos han sido dotados de un micromostrador que, la propia inercia del ecosistema judicial, ha convertido en nanomostrador que ejerce las deseables funciones de cuello de botella:

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Como pueden ver en la imagen, en un día de guardia -por importante que sea el número de detenidos- no hay a disposición del ciudadano o del profesional más que el mostrador que se observa. La inteligente disposición de unas elegantes columnas de expedientes a la izquierda reduce aún más el espacio disponible mientras que el cartelito de la derecha coadyuva eficazmente a que los administrados sepan con toda claridad la función última del dispositivo: «Defunciones». Todo un presagio acorde con ese humor negro tan del gusto de la administración de justicia valenciana.

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Tras él, un único funcionario atiende a cuantos ciudadanos demanden sus servicios, ya sean diez o diez decenas, formando unas interesantes y estéticas colas donde lo mismo está un abogado que va a defender un hurto que un señor que atraído por el cartel de «defunciones» va allí a defuncionarse en decúbito prono. De la interacción entre administrados y abogados nacen interesantes relaciones humanas que han de agradecerse en exclusiva a los diseñadores.

Gracias a estas angosturas el profesional y el ciudadano son incapaces de saber cuándo serán llamados y, dado que están citados todos a las diez de la mañana, pasan en amable hermandad toda la jornada acordándose de los ancestros de los geniales diseñadores, lo que es fuente de mucha solidaridad.

Es verdad que, cerca del mostrador, hay una habitación pomposamente rotulada «Sala de Consulta Profesionales», pero esto no es más que un hábil truco psicológico de los diseñadores: La puerta siempre está cerrada y hay quien sostiene que, en realidad, la tal sala no ha existido nunca y que la puerta es tan sólo un trampantojo destinado a provocar la ira en los administrados, emoción esta que parece producir un regocijo notable a las cabezas pensantes que diseñaron este original sistema.

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Investigando el tema he llegado a saber que hay personas que afirmaban que sí habían estado en esa sala pero que, dado que su uso podría producir algo de comodidad en los administrados, los diseñadores optaron por usarla como almacén y llenarla de expedientes.

Dispuesto a resolver el misterio me he introducido en los recovecos del edificio y ahora puedo afirmar que sí, que la sala de «Consultas Profesionales» existe y que la puerta no es un trampantojo si bien, para impedir su uso y el consiguiente desdoro, han sido apilados contra ella ingentes cantidades de expedientes de forma que la misma no pueda ser abierta y de este modo desvelado su secreto.

Prodigioso.

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Todo esto se complementa con una serie de inteligentes prácticas del tipo:

-No dar copia del atestado al letrado: «Es que solo tenemos copia para el fiscal».
-No informar siquiera de forma aproximada del momento en que se producirán las actuaciones judiciales: «Usted espere y ya le llamaremos».

En el momento de escribir estas lineas son las 12:45, me citaron a las 10:00 y las únicas palabras que he escuchado han sido las ya transcritas: «Solo tenemos copia para el fiscal» y «usted espere», si bien esta última ya me la han repetido tres veces cosa que, sin duda, debo agradecer.

Y aquí estoy, disfrutando del diseño de estos artistas, esperando y escribiendo; pues ese es uno de los benéficos efectos del interiorismo judicial valenciano: Que fomenta los hábitos literarios.

En Orihuela a las 12:45 del 11 de noviembre de 2013.

La Quer de las 27 letras

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Hoy me ha tocado desplazarme hasta Callosa de Segura, en la Vega Baja, a causa de un episodio más de esa interminable historia que hermana a los calés y a los Guardias Civiles y que García Lorca cantó de forma insuperable.

Al llegar me ha llamado la atención descubrir que el cuartel de Callosa responde al viejo patrón arquitectónico de las casas-cuartel: Medio edificio oficial, medio fortín o blocao.

Muchas de las viejas casas-cuartel estaban construidas en lugares absolutamente despoblados donde eran objetivo fácil para bandoleros o contrabandistas y por eso, esas viejas casas cuartel, contaban con garitas aspilleradas en los cantones que permitían a los guardias hacer un eficaz fuego de flanqueo si alguien las atacaba. No dejaban ángulos muertos bajo las garitas y todo el perímetro de la casas podía ser batido y defendido usando de dos o, a lo sumo, cuatro guardias. Mi padre nació en uno de esos cuarteles (el de Cabo Tiñoso) y pasó su infancia en otro de ellos (el de Boletes) y aún recuerdo a mi abuelo contando viejas historias de carabineros y guardias civiles sobre los hombres de Juan March, un contrabandista que no dudaba en usar del soborno o la violencia para conseguir sus fines. Más adelante los azares de la política hicieron de él diputado y más adelante aún uno de los hombres fuertes del régimen de Franco; de hecho fue él quien pago el alquiler del «Dragon Rapide», el avión que llevó a Franco de Canarias a Melilla dando comienzo a la guerra civil; como digo, viejas historias de guardias.

Hoy me ha llamado la atención que este edificio siga ostentando con toda dignidad el viejo nombre que estos puestos tenían:

«Casa cuartel de la Guardia Civil»

aunque, es justo decirlo, los calés no las llamaban así; porque en caló a esos edificios se les llamaba

«La quer de las veintisiete letras».

«Quer», como sin duda sabrán, significa «casa» en caló (de ahí la palabra «kely» que algunos «modernos» suelen usar para referirse a su casa) y el analfabetismo hacía el resto. Estos edificios eran las casas («quer») que tenían veintisiete letras en la puerta.

Como digo viejas historias y hoy, mientras hago tiempo esperando a que tomen declaración a mi cliente, me entretengo recordándolas.

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Video de mi intervención en el ICAM: No a las tasas.

Un amigo me ha facilitado el corte correspondiente a mi intervención en la mesa redonda sobre tasas judiciales que organizó el Colegio de Abogados de Madrid el pasado 31 de octubre. Desconozco si le interesará a alguien pero, para quien le interese, aquí está:

Padres de la patria

Hay imágenes que definen a la perfección el estado moral de un país. Este video de los diputados huyendo de su trabajo en el Congreso de una forma que ni el mismo Tejero hubiese soñado con lograr es un buen ejemplo.
Con uno de cada cuatro españoles parados quienes debieran trabajar por ellos huyen despavoridos ante la posibilidad de aguantar ni unos segundos más en su lugar de trabajo. No harán horas, ni minutos, ni segundos extras, su horror al trabajo es manifiesto y sólo muestran habilidades estimables a la hora de formular excusas cuando se les piden soluciones, a la hora de fabricar coartadas cuando se descubren sus enjuagues, o a la hora de justificar ingresos que han salido del sudor de la frente ajena o del trabajo de los demás.
Porque a la hora de hacer un solo esfuerzo extra pasa lo que ven en las imágenes del video.
Quizá la revolución política en España no venga de una manifestación o una barricada, quizá baste con pagarles a estos “soldados de la patria” lo que su trabajo vale o exigirles que trabajen lo que vale el dinero que se llevan de los bolsillos y el trabajo de todos. Hoy me he quedado estupefacto viendo este video. Creo que ilustra muy bien las razones de la postración de España. Véanlo.

#ICAMTasasNO

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Hay días que uno se siente bien y hay gente que a uno le hace sentir bien. Hoy ha sido un día de esos.
Sonia Gumpert, la decana del Colegio de Abogados de Madrid, me ha invitado a participar en una jornada sobre tasas judiciales en compañía de otros activistas anti-tasas en redes sociales. Carlos Carnicer, el presidente del Consejo General de la Abogacía, también ha asistido.
El salón de actos del Colegio de Abogados de Madrid estaba abarrotado e incluso bastantes personas se han quedado sin poder entrar.
Ver a tantos magníficos abogados escuchando y sintiendo que debían hacer algo contra esta tropelía es algo que reconforta. Yo poco les podía enseñar o decir pero notaba cariño y eso es mucho.
Y luego están Sonia y Carmen Pérez Andújar, dos abogadas que me hacen sentir cómodo y a gusto.
Sí, hay días que uno se siente bien y hay gente que a uno le hace sentir bien.

Podéis ver las jornadas íntegras aquí http://www.endirecto.ws/icam/ (podéis hacer avanzar el indicador de tiempo para ahorrar esperas innecesarias hasta aproximadamente el minuto 30)