Yo seré el que estaré

Hay un viejo proverbio centroeuropeo que afirma que si el inglés es la lengua del comercio y el francés la del amor, el castellano —o el portugués— son la lengua de Dios. La primera vez que lo oí pensé que tenía sentido; sólo el castellano y el portugués distinguen los verbos ser y estar de forma que, cuando Dios habló a Moisés desde la zarza ardiente y dijo eso de «Yo soy el que es», no podríamos traducirlo con exactitud a ninguna lengua que no fuese el castellano o el portugués… «Yo soy el que está», «Yo soy el que es», «Yo estoy el que soy…». No, esa frase ha de decirse y entenderse en español o no decirse ni entenderse.

Mi sorpresa fue mayúscula al descubrir, al cabo de los años, que en hebreo —idioma en que supuestamente hablaron Dios y Moisés— no se distinguen tampoco el verbo ser y estar pero, lo que es máss sorprendente, el verbo ser NUNCA se conjuga en presente en hebreo de forma que no existe la expresión «Yo soy».

Lo que Dios dijo desde la zarza y figur escrito en el original hebreo del Antiguo Testamento es más bien «Yo seré el que estaré».

Y es ahí cuando me acuerdo las delirantes explicaciones filosóficas que nos daba nuestro cura en clase de religión tratando de explicar esa frase.

Igual si hubiese estudiado hebreo hubiera podido ahorrarse todo aquel trabajo.

Quién sabe.

A veces pienso que, quizá, toda nuestra comprensión de la realidad esté viciada por un simple problema de traducción y que sea eso lo que nos impide entenderla. Quizá.

Ser joven es un trabajo de años

Ser joven es un trabajo que lleva tiempo; a veces años, muchos años.

La vida es tramposa y, no bien nacemos, ya empieza a conspirar para que vayamos envejeciendo. Cuando eres niño todo es nuevo, todo te asombra y cada día es una nueva aventura pero, para cuando aprendes a hablar, muchas cosas ya te son conocidas y, cuando llegan a la adolescencia, muchos jóvenes sedicentes no son más que unos viejos prematuros que creen estar de vuelta de todo sin haber ido a ningún sitio. Para cuando les llega el tiempo de casarse muchas personas ya no son sino cadáveres andantes.

La buena noticia es que, si dedicas el tiempo suficiente, te darás cuenta de que ignoras muchísimas más cosas de las que ignorabas cuando eras un niño; que el conocimiento que has ido adquiriendo es trivial, que lo interesante empieza ahora y que las mejores sorpresas que guarda la vida para ti empiezan a presentársete, si las buscas, justo ahora.

Hacen falta años de trabajo para ser joven y aún así no es tarea fácil.

Es por eso que, cuando oigo a algún líder político o a algún influencer hablar de «los jóvenes» o «la juventud», sé positivamente que no saben de lo qué hablan.

Igual es que no tienen los años ni el carácter necesarios.