Fue más o menos en el siglo XVIII cuando los hombres se dieron cuenta del gran parecido que guardaban entre sí muchas palabras usadas en los más diversos idiomas desde las costas de Irlanda hasta el subcontinente indio. Tal coincidencia les llevó a sospechar que todos los idiomas que presentaban esas semejanzas debían provenir de un único idioma que la humanidad habría hablado en algún momento del pasado remoto.
Con ese convencimiento un buen número de personas se dedicó a investigar la historia de las palabras que presentaban semejanzas en los diferentes idiomas y, gracias a ello, se pudo establecer que todos los idiomas del mundo provenían de unas pocas proto-lenguas que fueron clasificadas y nombradas. Gracias a ese estudio se pudo determinar de qué forma habían evolucionando las palabras en cada una de las lenguas derivadas de la proto-lengua madre y, lo que es más asombroso, al fijarse los métodos de evolución de las palabras, pudo andarse el camino inverso y reconstruir la protolengua perdida de forma que algunos de estos sabios se sintieron tentados a escribir textos en la protolengua así reconstruída.
August Schleicher en 1868 fue el primer académico que compuso un texto en protoindoeuropeo; el texto, una fábula, se titula Avis akvāsas ka (‘la oveja y los caballos’).
Pero no fue Schleicher el único que se sintió tentado para escribir textos en el antiguo idioma protoindoeropeo, otros científicos encararon el mismo reto y, por lo que a mí respecta, particularmente interesante me resulta el intento de traducir a protoindoeuropeo el relato «El rey y el dios» (en idioma protoindoeuropeo: rēḱs deiwos-kʷe).
El relato está basado en un episodio del rey Hariśchandra quien, en el marco de la mitología hinduísta, es el vigésimo octavo rey de la dinastía solar durante el «treta iugá» (la ‘tercera era’, hace 800.000 años). Este episodio está recogido en el Aitareia Brāhmaṇa (un texto religioso) y, sobre una versión del mismo, S. K. Sen les pidió a varios indoeuropeístas (Y. E. Arbeitman, Eric P. Hamp, Manfred Mayrhofer, Jaan Puhvel y W. Winter) que reconstruyeran el «padre» protoindoeuropeo del texto.
La versión sánscrita del episodio, traducida al castellano, más o menos dice lo que sigue:
«Entonces le dijo a él: Recurre a Váruna, el rey, y dile: «Que yo pueda tener un hijo, con él yo te haré sacrificio». «Que así sea» (replicó él). Él fue con Váruna, el rey (diciendo): «Que yo pueda tener un hijo, con él yo te haré sacrificio». «Que así sea» (replicó él). A él le nació un hijo, de nombre Rójita.»
¿Les suena conocido? No sé si a ustedes les suena el episodio de un padre que no puede tener hijos y que, para remediarlo, se lo ruega a una importante persona a quien, más tarde, ofrecerá el sacrificio de ese mismo hijo que tanto deseaba. Puede ser que no estén de acuerdo conmigo pero a mí la escena me recuerda -y mucho- el caso de Abraham y de su hijo Isaac. Recordemos que Abraham no conseguía tener hijos con su mujer a pesar de habérselo implorado a Yahvé reiteradamente y a pesar de que Yahvé le había prometido, también repetidas veces, una descendencia numerosa como las estrellas del cielo y las arenas de la playa. Cuando finalmente la ya vieja mujer de Abraham le da a este un hijo, Yahvé le pide a Abraham que se lo sacrifique a Él mismo, cosa que el obediente Abraham acepta produciéndose posteriormente la escena que ya conocen todos ustedes y que ha dado lugar a muchas y contrapuestas interpretaciones.
Esta idea de apreciar las coincidencias entre las diversas lenguas para remontarnos a su protolengua ancestral nos ha llevado a encontrar una coincidencia entre dos religiones que, de presentar otras coincidencias significativas, podrían llevarnos a considerar la posibilidad de que ambas fuesen herederas o formas evolucionadas de una proto-religión anterior a ellas o al menos de unos protomitos previos de forma que, operando como los estudiosos del indoeuropeo, pudiésemos reconstruirla o reconstruirlos. Las coincidencias en cuanto a mitos entre las religiones mesopotámicas, egipcias, indias, medio-orientales, etc. es notable y es posible documentar una buena colección de coincidencias entre ellas.
No sólo es la mencionada historia de Abraham, si usamos como piedra de contraste el Pentatéuco nos encontraremos con que la historia de Noé prácticamente reproduce la historia de Ut Napishtim (o Utnapisthim, Ziusudra o Atrahasis), historia que básicamente, relata lo siguiente: Enlil decide destruir a la humanidad porque le resultan molestos y ruidosos. Ea advierte a Uta-na-pistim para que construya un barco. El barco se deberá llenar de animales y semillas. Llega el día del diluvio y toda la humanidad, excepto Uta-na-pistim y sus acompañantes perecen. Uta-na-pistim se da cuenta de que las aguas bajan y suelta un ave (no se sabe si una paloma, un cuervo o una golondrina). Uta-na-pistim hace una ofrenda a los dioses y éstos quedan satisfechos por el sacrificio. Un relato muy similar es narrado en tablillas sumerias muy antiguas de la ciudad de Ur, en las cuáles el protagonista a quién Enki/Ea, previene del diluvio es Ziusudra y lo mismo podemos ver en un relato de origen acadio, titulado Atrahasis, poema épico que relata desde la creación hasta el diluvio universal.
El número de historias paecidas entre las diversas religiones es altísimo y, ciertamente, cuando uno lee textos sagrados de las diversas religiones, observa la general coincidencia de los mismos en determinados aspectos fundamentales. Los dioses son unos sujetos que, debido a razones que se me escapan, exigen siempre «sacrificios», reclaman «adoración», exigen «obediencia» a sus mandatos y, si por cualquier causa, alguno de sus fieles no les da estas cosas, se lo toman como cuestión personal y se las hacen pasar canutas en esta vida, en la otra o en ambas.
Las religiones son memes exitosísimos y, como tales memes, en caso de no tener éxito a la hora de replicarse o propagarse, mutarán o evolucionarán hasta que encuentren una formulación que les garantice el éxito replicativo; de ahí las diversas reformulaciones que encontramos de los mismos mitos y su adaptación a cada momento para obtener el mayor éxito ya sea por la vía del aggiornamiento o la herejía. Estudiar estos memes es siempre excitante intelectualmente y no es una mala forma de entretener unas cuantas tardes de verano.
Quedan dos días para acabar las vacaciones.
No creo en la religion y tampoco creo en el lenguaje. Este verano he llegado a la conclusion que solo creo en el dinero, el sexo y la cerveza fria. Brillante post.