Mañana, 4 de abril, se cumplirán 50 años del asesinato de Martin Luther King, una persona que jugó un papel crucial en la lucha por los derechos civiles de la minoría negra y cuyos métodos pacíficos le convirtieron en adalid de la desobediencia civil y la no violencia.
Sé que muchos me dirán que el verdadero apóstol y creador de la desobediencia civil y la no violencia fue Gandhi; sin embargo, antes de diputar a nadie inventor de tales métodos déjenme contarles unos sucesos ocurridos en torno al año 33 del siglo I en Jerusalén. Trataré de traducir debidamente porque es Flavio Josefo quien nos cuenta la historia, un testigo absolutamente histórico:
Pilato, el procurador de Judea, hizo marchar al ejército de Cesarea a Jerusalén, para establecer allí sus cuarteles de invierno y también con el fin de abolir las leyes judías. Pilato hizo colocar sobre las insignias de su ejército efigies del César y las trajo a la ciudad sabiendo que nuestra ley nos prohíbe incluso la creación de imágenes; por eso lo que los ex procuradores solían hacer era entrar en la ciudad con enseñas que no tuviesen esos ornamentos. Pilato fue el primero en llevar esas imágenes a Jerusalén y las instaló allí; cosa esta que se hizo sin el conocimiento de la gente, porque se hizo en la noche; pero tan pronto como lo supieron, vinieron en multitudes de Cesarea, y rogaron a Pilato durante muchos días para que quitara las imágenes; y como él no atendió sus peticiones, porque supondría una injuria al César, comoquiera que las multitudes todavía perseveraban en su pedido, en el sexto día ordenó a sus soldados que tomasen secretamente sus armas, mientras él ocupaba su silla de juzgar, qué había colocado en un lugar despejado de la ciudad donde había situado previamente al ejército que estaba listo para reprimir cualquier revuelta; y cuando los judíos volvieron a pedirle que retirase las efigies, dio una señal a los soldados para que los cercaran y amenazó a la turba con que su castigo sería la muerte inmediata a menos que dejaran de molestarlo e hicieran lo posible por regresar a casa. Sin embargo los judíos se arrojaron al suelo, ofrecieron sus cuellos y dijeron que preferían la muerte a que la sabiduría de sus leyes se transgrediera; Pilato quedó tan profundamente afectado por la firme resolución de los revoltosos de mantener sus leyes inviolables que ordenó que las imágenes fueran llevadas de vuelta desde Jerusalén a Cesarea.
Sorprendente ¿verdad?. Aproximadamente en las mismas fechas en que se suele situar el relato evangélico de la crucifixión, Pilato había tenido que enfrentarse a una revuelta pacífica que acabó impresionándole de tal forma que acabó arrostrando incluso la posibilidad de ofender al César. No sabemos quién organizó esa revuelta de las efigies, ni a quién se le ocurrió la idea de ofrecer el cuello a los soldados, aunque muchas teorías sugerentes podrían lanzarse por una mente inquieta. En todo caso debo decir que esta es la única revuelta que parece haber tenido éxito contra Roma pues las demás revueltas violentas fueron aplastadas sin piedad.
Sospecho que la desobediencia y la no violencia son métodos antiguos y mucho más eficaces de lo que podría pensarse en un principio.
Yo, desde luego, recuerdo la tremenda conmoción que causó la muerte de Martin Luther King y recuerdo cómo la tele de Franco informó profusamente de una noticia que la población española no podía colocar en su justa dimensión y mucho menos yo que por entonces era solo un niño. Fue una primavera complicada aquella primavera de 1968. He vivido 50 años más desde entonces.