La patrona

Si usted no ha vivido en un cuartel de la guardia civil quizá no comprenda el puntito entrañable que tiene el «día de la patrona». En mi infancia viví 12 años en un cuartel que constituía un pequeño microcosmos: Había una escuela a la que yo iba, economato, barbería, bar, carpintería… Uno podía vivir prácticamente sin salir de allí. El cuartel, situado en un por entonces todavía pantanoso Almarjal, fue el ecosistema donde transcurrió mi infancia.

Este microbarrio también tenía sus fiestas y esas se celebraban tal día como hoy: El día de la Patrona. Cucañas, piñatas, verbena con baile y cerveza «El Azor».

La guardia civil ha cambiado mucho de entonces a ahora, el cuartel ha sido absorbido por la ciudad y las costumbres han hecho que ya no haya cucañas ni piñatas ni verbenas el día de la Patrona. Los guardias civiles ahora son hombres mucho más cultos y leídos que los de entonces. En esos tiempos no era infrecuente que, al cantar el himno de la guardia civil y llegar a la parte que dice «por ti cultivan la tierra», más de uno y más de dos guardias se sonrieran irónicamente, pues ellos sabían que muchos habían ingresado en el cuerpo huyendo de las duras condiciones del trabajo en el campo: «desertores del arado» se decían con la boca chica. En aquel entonces, también, si le preguntabas a un guardia qué significaban las letras «PGC» que aparecían y aparecen en las matrículas de los vehículos del cuerpo, en el 99% de los casos la respuesta era la misma: «Pocos Garbanzos Comemos».

Eran tiempos duros para los guardias: Tenían prohibido vestir de paisano e iban incluso a la playa con tricornio y sahariana, realizaban correrías interminables a pie y pasaban infinitas horas de servicio. De la vida y la estampa de aquellos guardias de tricornio, capa verde y mosquetón mauser a la espalda a la presente de teresiana, chaleco reflectante y pistola de polímero va una vida.

Hoy he recordado todas estas cosas y otras cuando he pasabo frente a la iglesia de San Fulgencio y he visto por allí bullicio de tricornios. Bueno, por eso y porque soy hijo de ese extraño cuerpo al que llaman la Guardia Civil.

La Benemérita.

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