¿Puedo hablar con mi cliente preso con la seguridad de que no soy escuchado?

Hace ya unos años se publicó la noticia de que se había impedido a la mujer de Bárcenas comunicar en prisión con su marido llevando lápiz y papel. La noticia, llamativa, sólo parece tener una explicación racional posible: Impedir que la mujer pueda tomar anotaciones o dirigirse a su marido de forma escrita usando el papel a modo de pizarra.

¿Y por qué habría de dirigirse la esposa de Bárcenas a su marido de forma tan singular? se preguntarán ustedes; bueno, si quieren que les cuente una posible explicación permítanme que me remonte unos diecisiete meses atrás, cuando Baltasar Garzón fuecondenado por interceptar de forma ilegal las comunicaciones entre los abogados y su cliente. Fue con motivo de dicha sentencia que conocí los sistemas de grabación que se usan en las prisiones españolas llamados Marathon y Marathon Evolution. La forma en que funcionan dichos sistemas de grabación es totalmente opaca para mí y presumo que en idéntica situación se encuentran la práctica totalidad de los abogados de España. He tratado de obtener información sobre sus características técnicas pero, a fecha de hoy, no he logrado informarme sobre aspectos de dicho sistema de grabación que podrían resultar extremadamente preocupantes por lo que, si me lo permiten, les contaré algunas experiencias personales.

Como imaginarán, tras más de 30 años de ejercicio profesional, conozco a muchos miembros de la Policía y de la Guardia Civil; no es infrecuente que coincidamos en conversaciones informales y no es tampoco infrecuente que en dichas conversaciones tratemos temas como este que ahora me ocupa. Recuerdo que, hace ya años, pregunté a un miembro de estos cuerpos si ellos podían enterarse de las conversaciones que manteníamos abogados y clientes en los locutorios de las prisiones a lo que, con toda naturalidad, me respondió “si queremos sí”.

Su respuesta me dejó perplejo y no supe si atribuirla a una afectada pose de suficiencia de mi interlocutor o si, por el contrario, esta afirmación respondía a la verdad de los hechos.

Verán, no soy un ingenuo, sé que la policía trata de obtener información por todos los medios posibles (algún día les hablaré de las manifestaciones “espontáneas” de los detenidos) pero se me antojaba entonces que la intervención de las comunicaciones abogado-cliente en un locutorio era algo que pertenecía a uno de los más sagrados ámbitos del derecho de defensa. De todas formas decidí andar ojo avizor y observar con cuidado a mi alrededor cuando fuese a comunicar a prisión con alguno de mis defendidos. Tras conocer el contenido de la sentencia de Garzón mi curiosidad se renovó.

Poco después de conocer esta sentencia fui a comunicar con un cliente a la prisión de Sangonera, una prisión antigua donde, hasta hace pocos años, las comunicaciones abogado-cliente se llevaban a cabo en un locutorio rotulado con la palabra “abogados” y donde el sistema de comunicación consistía poco más que en un agujero practicado en la madera de la repisa que había bajo el cristal blindado con reja que separaba la zona de los abogados de la zona de los internos. Dada la mugre acumulada con los años en el orificio, comunicar con el cliente exigía de una buena capacidad pulmonar y, habida cuenta de los gritos que había que dar para ser oído al otro lado, los secretos, si existían, eran secretos a voces.

Como digo, hace unos años, el locutorio de berrido y orificio fue substituido por ocho o nueve modernos locutorios donde, a efectos de comunicación, del lado del preso hay un teléfono y del lado del letrado una especie de micrófono-altavoz con forma de caja, a través del cual el abogado habla y escucha. Tal sistema, ciertamente, no parece diseñado tanto para facilitar las comunicaciones como para permitir su grabación llegado el caso pero, a la vista del sistema, me surgieron algunas dudas:

Primera. Si existen ocho o nueve locutorios ¿cómo sabe el funcionario cual locutorio usaré y por tanto en cual ha de grabar? Sólo cabían dos posibilidades: O todos los locutorios grababan simultáneamente (lo que sería inaceptable) o el funcionario, tras observar en qué locutorio nos introducíamos, activaba el sistema de grabación correspondiente a ese locutorio.

Segunda. Si necesariamente debe haber un funcionario vigilando y activando el sistema de grabación del locutorio correspondiente ¿puede ese funcionario oír (aunque no grabe) mis conversaciones? La cuestión es de la máxima importancia pues, muy a menudo, la policía no necesita la prueba de la grabación sino solo la información contenida en ella, de forma que un funcionario cooperador puede informarles de cuanto necesiten.

Mis reflexiones y observaciones me condujeron a una realidad mucho más chusca. Observé que, en esa prisión de Sangonera, los altavoces del lado de los abogados, al encenderse las luces de los locutorios, comenzaban a emitir un apenas perceptible zumbido. Tras acercar la oreja pude comprobar que, de forma débil, se escuchaba un programa de radio en el altavoz. Fui cambiando de locutorio y comprobé que ese mismo programa se escuchaba en los demás. Si tal prodigio se debía a un fenómeno electromagnético o a que al funcionario le gustaba oír la radio lo desconozco. Sólo sé que el pasante que me acompañaba pasó un rato entretenidísimo. Debo decir que, en las muchas veces que he acudido después a esa prisión, nunca he vuelto a observar el fenómeno lo que indica que, o bien ha cambiado el campo magnético terrestre o bien el funcionario ha perdido su afición por los programas radiofónicos.

En todo caso mis temores siguen intactos: No conozco (ni conozco quien conozca) los detalles técnicos del sistema Marathon de grabación, desconozco si el sistema puede grabar sin posibilidad de que el funcionario escuche o si, por el contrario, el sistema permite al funcionario escuchar sin que el programa grabe. Lo que sí sé es que un funcionario vigila el locutorio donde converso con mi cliente y que dispone de un sistema que le permite grabar mis conversaciones con él.

Y sé que una vez, un policía al que pregunté si podrían enterarse de mis conversaciones con un cliente preso, me respondió: “Si queremos, sí”.

Vale.

Carteles de precampaña #T

No hay campaña sin carteles y en #T no vamos a ser menos. Para la precampaña hemos preparado dos carteles electorales en formatos DINA4 y DINA4 porque, a diferencia de otros grupos, en #T los carteles nos los imprimimos nosotros mismos.

En #T el slogan no es el mismo siempre (aquí no hay pensamiento único) sino que lo escoges tú mismo; cuando tengamos un buen número de slogans diferentes ya decidiremos cual nos gusta más pero tú siempre podrás usar el que prefieras.

Puedes descargar el modelo de cartel en los siguientes enlaces:

DINA3 http://labrigadatuitera.files.wordpress.com/2014/04/cartel-t-din-a31.doc

DINA4 http://labrigadatuitera.files.wordpress.com/2014/04/cartel-t-din-a4-word1.doc

¿Por qué usamos un código QR como imagen de campaña?

El código QR permite que las personas que vean el cartel puedan leerlo con su teléfono y sean dirigidos directamente a la página web de nuestro manifiesto.

¿Qué debo hacer con las plantillas?

Lo que quieras. Abre las plantillas, escribe el slogan de campaña que prefieras o que más te guste, imprímelo y colócalo donde te parezca bien hacerlo. Si tomas una foto y nos mandas el slogan que has escrito mejor que mejor.

El piloto automático

20140323-050200.jpg

Alguien preguntó a Draghi, el Presidente del Banco Central Europeo, al día siguiente de las últimas elecciones italianas, hace un año, si le preocupaba el resultado electoral. Su respuesta fue iluminadora:

“No hay razones para preocuparse de forma particular. Sea quien sea quien gobierne, en lo relativo a las grandes opciones existe un piloto automático que garantiza la ruta

Me gustaría saber desde cuando el gobierno democrático de los hombres está en manos de un piloto automático y, sobre todo, quién lo maneja.

.

Cosas de Cádiz

20140308-042550.jpg

Cadiz nunca defrauda, créanme. El arte o la sorpresa aguardan en los lugares más inesperados a quienes saben mirar, oír o sentir. Como suena.

Hoy, como todos los años por carnaval, andaba yo por La Viña escuchando chirigotas ilegales y disfrutando de la creatividad inagotable de esta tierra; pero, ya sea porque me hago mayor o ya sea porque soplaba un levante más que frescachón que hacía desapacible la noche, he decidido volver a casa temprano: A eso de las 3:30 am.

No es fácil encontrar en Cádiz taxis en carnaval, pero he tenido suerte y he visto uno detenido rindiendo servicio en el Campo del Sur a la altura de Sagasta, así que me he apresurado a cogerlo.

Después de casi cinco horas escuchando chirigotas me ha llamado la atención que el taxista llevase puesta muy bajita en el coche música flamenca, le he pedido que subiese el volumen y el hombre (un joven con gorra de lana al estilo rastafari) lo ha hecho inmediatamente y con gusto.

-¿Soleá de Alcalá? (Le he preguntado)
-Sí (ha respondido él) e inmediatamente ha comenzado a «hacer compás» con notable virtuosismo sobre el volante.

-¿Le gusta a usted el carnaval? Me ha preguntado al cabo de un ratito
-Mucho (le he contestado) llevo 23 años viniendo a oír cantar a las ilegales por la calle.
-Pues mire, a mí nunca me ha apasionado, será que de tanto escuchar…
-Ya… (le he dicho) a usted le gustan otras cosas por lo que oigo, pero muchos flamencos disfrutan y cantan carnaval, recuerde a Chano Lobato o a Rancapino…
-Los flamencos de aquí, todos, (me ha dicho) han cantado carnaval… hasta el mismo Camarón.
-¿Hasta Camarón? (le he preguntado incrédulo) ¿De verdad?
-Hasta Camarón, se lo juro, puede usted preguntar. Pero yo soy de Jerez y me gustan más otras cosas… El Torta, El Capullo… ¿Sabe usted que yo he sido palmero de El Torta y de muchos otros cantaores?

Y ahí ha comenzado una larga conversación a taxi parado porque mi taxista, Manuel Vinaza, artista flamenco en su vida real, ha comenzado a enseñarme fotos de actuaciones suyas con los mejores artistas flamencos… Palmeando, dando «la pataita» por bulerías, en La Unión, en Dubai, en decenas de lugares y con decenas de buenos cantaores…

Me ha hablado de flamenco, de lo que le gusta y de lo que no («Cuando ha reconocido la Soleá de Alcalá he pensado que con usted se podía hablar»), de lo que ha hecho y de lo que iba a hacer, me ha dejado sus señas, nos hemos tomado una foto en el taxi y nos hemos despedido con la promesa de que iré a verle en cuanto actúe cerca de Cartagena.

Y ahora, antes de dormir escribo esto, para que no se me olviden los detalles de este encuentro en Cádiz, un lugar donde puedes encontrar arte y artistas en los lugares más insospechados. Porque Cádiz nunca defrauda y siempre te regala algo, aunque sea un ratito de charla con un artista.

20140310-004954.jpg

Déficit de vergüenza

Suelo decir a menudo que la crisis que nos aflige no se debe a un déficit financiero sino a un déficit de decencia. Nunca nadie me ha pedido que me explique -lo que me lleva a suponer que todos entienden lo que quiero decir- pero quizá no venga mal ampliar el concepto.

Ningún derecho ni ley sirve de nada si no existe un sistema judicial que permita defenderlo, por eso, antes que ninguna otra cosa, nuestra Constitución comienza diciendo aquello de

La Nación española, deseando establecer la justicia…

y coloca la Justicia en primer lugar porque, sin ella, proclamar derechos y libertades no sirve de nada.

Y sin embargo la clave esencial de la convivencia, la Justicia, agoniza en nuestro país víctima de todo tipo de estocadas y bajonazos y ya solo espera que alguien la apuntille para acabar definitivamente la farsa que estamos viviendo.

¿Alguien duda de que la crisis financiera se habría evitado si hubiésemos dispuesto de una justicia que hubiese controlado los desmanes de las entidades financieras?

¿Alguien duda de que la burbuja inmobiliaria y el caos urbanístico con la corrupción a él asociado se hubiesen impedido si hubiésemos dispuesto de una Justicia digna de ese nombre?

¿Alguien acaso duda de que toda la corrupción política no existiría si hubiésemos contado con una justicia independiente y eficaz?

No, creo que nadie lo duda, ni siquiera lo duda la mismísima Unión Europea que mira a nuestro estado con seria preocupación.

No es que tengamos una crisis financiera, inmobiliaria o política; lo que no tenemos es Justicia y, donde no hay justicia, la desvergüenza, la indecencia y la corrupción campan a sus anchas.

Sólo tenemos un trampantojo judicial que persigue ciudadanos individuales que cometen pequeños delitos pero que es absolutamente inútil para oponerse al crimen institucional organizado. Este crimen, el que destruye empleo, vidas e ilusiones de todos, no tiene más enemigo que la justicia y hoy por hoy esta última parece estar a punto de exhalar su último aliento.

No, la crisis no es financiera, el déficit no es de dinero, nuestro principal déficit es de vergüenza, decencia y Justicia y -si queremos sobrevivir como estado en el futuro- no nos quedará más remedio que darnos cuenta de esto y actuar en consecuencia, no con lamentos y protestas, sino con acciones concretas.

#Vamos Mueve #T

Empezando por el principio. #T

Las razones por las que un estado se dota de una constitución pueden ser diversas pero, en el caso de España, las primeras siete primeras palabras de su constitución dicen:

La Nación española, deseando establecer la justicia…

Y supongo que así debió ser en 1978 pero, por lo visto, en algún momento de entonces a acá olvidamos por qué y para qué nos dimos una constitución.

Sin justicia ningún derecho puede ser reclamado ni defendido y cuando la Justicia se vende o se restringe se venden y se restringen todos los demás derechos. Por eso estamos contra las tasas. Todos. Con #T.

20140215-125609.jpg

Padres de la patria

Hay imágenes que definen a la perfección el estado moral de un país. Este video de los diputados huyendo de su trabajo en el Congreso de una forma que ni el mismo Tejero hubiese soñado con lograr es un buen ejemplo.
Con uno de cada cuatro españoles parados quienes debieran trabajar por ellos huyen despavoridos ante la posibilidad de aguantar ni unos segundos más en su lugar de trabajo. No harán horas, ni minutos, ni segundos extras, su horror al trabajo es manifiesto y sólo muestran habilidades estimables a la hora de formular excusas cuando se les piden soluciones, a la hora de fabricar coartadas cuando se descubren sus enjuagues, o a la hora de justificar ingresos que han salido del sudor de la frente ajena o del trabajo de los demás.
Porque a la hora de hacer un solo esfuerzo extra pasa lo que ven en las imágenes del video.
Quizá la revolución política en España no venga de una manifestación o una barricada, quizá baste con pagarles a estos “soldados de la patria” lo que su trabajo vale o exigirles que trabajen lo que vale el dinero que se llevan de los bolsillos y el trabajo de todos. Hoy me he quedado estupefacto viendo este video. Creo que ilustra muy bien las razones de la postración de España. Véanlo.

#ICAMTasasNO

20131101-122347.jpg

Hay días que uno se siente bien y hay gente que a uno le hace sentir bien. Hoy ha sido un día de esos.
Sonia Gumpert, la decana del Colegio de Abogados de Madrid, me ha invitado a participar en una jornada sobre tasas judiciales en compañía de otros activistas anti-tasas en redes sociales. Carlos Carnicer, el presidente del Consejo General de la Abogacía, también ha asistido.
El salón de actos del Colegio de Abogados de Madrid estaba abarrotado e incluso bastantes personas se han quedado sin poder entrar.
Ver a tantos magníficos abogados escuchando y sintiendo que debían hacer algo contra esta tropelía es algo que reconforta. Yo poco les podía enseñar o decir pero notaba cariño y eso es mucho.
Y luego están Sonia y Carmen Pérez Andújar, dos abogadas que me hacen sentir cómodo y a gusto.
Sí, hay días que uno se siente bien y hay gente que a uno le hace sentir bien.

Podéis ver las jornadas íntegras aquí http://www.endirecto.ws/icam/ (podéis hacer avanzar el indicador de tiempo para ahorrar esperas innecesarias hasta aproximadamente el minuto 30)